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Furihata Kouki salía de la ducha con una simple toalla en la cintura. Las pequeñas gotas de agua se deslizaban por su blanca piel. Las gotas que se caían desde el cabello iban directamente al suelo o a su espalda y cara. 

"Son las 15:17" pensó mirando el reloj, empezando a hacer los cálculos para poder llegar a tiempo al apartamento de Kagami. 

Con sus sumas y restas, sumándole los 10 minutos de trayecto, más los posibles semáforos asociaba 15 minutos redondeando, y exagerando un poco. 

Con la resta de la hora final y cuatro revisiones, pensó en salir a las 15:35 para ir tranquilamente. Tenía más de 15 minutos para prepararse. 

Se puso música de fondo para dar un poco de ambiente al prepararse. Era una cosa de él que pocos sabían, pero amaba la música demasiado, y vivía pegado a su música descargada, porque no podía permitirse el spotify y tenía miedo de, al hacerlo pirateado, la cagara y lo hackeara un hacker turco de esos. 

Empezó a sacar ropa, quería ir un poco más arreglado porque había leído que iba Akashi. 

No es que le gustara, no os confundáis, simplemente le parecía un chico bastante agradable después de, bueno, ya sabéis, su primer encuentro. Además de que lo encontraba extremadamente atractivo, y adoraba sus ojos heterocromáticos. 

Suspiró, admitía que quizás sí le atrajera un poco, pero tampoco como para tenerlo de pareja. Un crush normal y corriente que no sabe ni de su existencia. Aunque es cierto que tuvieron unos cortos intercambios de mensajes por whatsapp, nunca había quedado a solar con él, sabía que se pondría lo suficientemente nervioso como para poder desmayarse al verlo. 

Mirando su armario vio qué tipo de conjuntos podría hacerse. Pero llegó un punto en que pensó que no le daba tiempo la vida, ya habían rulado muchas canciones, y acabó con una simple camiseta blanca, vaqueros negros y una chaqueta del mismo color que los pantalones. 

Terminó de peinarse y miró el reloj, ya iba 5 minutos más tarde de lo que pensaba. Se miró una última vez en el espejo, perfecto para quedar con sus amigos. Se veía hermoso y, por una vez, lo pensaba él de primeras.

O eso se decía hasta que al salir por la puerta de casa, ya yendo tarde,  vio una limusina en frente de su puerta. 

Pensó rápidamente en Akashi y se puso a temblar, retrocediendo para volver a casa y no salir de su cuarto. 

-Perdone joven, ¿es usted Furihata Kouki? -preguntó un hombre en traje saliendo de la parte del conductor. 

-S-s-sí -afirmó el joven castaño ante la repentina pregunta. 

-El joven amo Akashi desea que le llevemos a casa de Kagami, por favor, siéntese cómodo. 

"siéntese cómodo" se repetía en la cabeza durante todo el trayecto. ¿¡Cómo se suponía que iba a estar cómodo!?

Se sentía observado. A pesar de tener los cristales tintados de negro, él podía ver cómo todos los transeúntes se quedaban mirando la limusina. 

-Joven Kouki, ¿desea tomar algo de la nevera de refrescos? -Kouki casi se murió por el repentino inicio de conversación. 

-N-no no no, no se preocupe -hubo una pequeña pausa- llámeme Kouki, no joven Kouki, me hace sentir extraño y siento que sería más cómodo para usted -se dio cuenta de lo que decía- vavavamos, como usted qui-quiera, yo no decido na-

-Tranquilo joven Ko -se detuvo- tranquilo Kouki, como usted quiera 

 El viaje duró menos de 10 minutos, fueron a una velocidad tranquila y pillaron unos cuantos semáforos en rojo. Mantuvo una pequeña conversación con el chófer, resulta que tenía un hijo de una edad un poco más pequeño que él y tenía una gran afición por el volleyball, a diferencia de Kouki, que prefería el baloncesto. 

Fue una buena charla que, de alguna forma, relajó a Furihata del principio, sintiéndose mucho más familiar. Aunque eso no quitaba que se sintió observado todo el viaje. 

Cuando se detuvieron frente al edificio de Kagami se dispuso a bajar. 

-Muchas gracias por su ayuda -comentó Furihata bajando de la limusina. 

-No se preocupe Kouki, para eso estamos -respondió amigable el chófer, de verdad era muy agradable. 

Sonrió y levantó el brazo, despidiéndose de la limusina, viendo cómo se alejaba por el final de la calle. 

El joven del Seirin se dispuso a tocar el timbre cuando una voz a su espalda hizo que se le saliera el alma. 

-Tiempo sin vernos Kouki 

-A-a-akashi-san 

-¿Fue cómodo el viaje? 

-Sí-sí Aka-Akashi-san, muchas gra-gracias -se maldijo mentalmente, definitivamente todavía le tenía miedo. 

-Akashi-san, Furihata -los nombrados se giraron hacia atrás, viendo a los dos jugadores del Shütoku.

-Hola chicos -dijo Furihata sin tartamudear, sintiendo cómo el emperador lo miraba. 

-Vamos para adentro, deben de estar esperándonos. 

Takao tocó el timbre, esperando a que los abrieran. 

-¿Sí? -dijo una voz a través del timbre.

-Taiga, somos nosotros -hubo una pequeña pausa y la puerta se abrió- venga chicos, al ascensor. 

La puerta se estaba cerrando cuando una enorme mano se interpuso en el momento justo. 

-¿Ves que sí llegábamos Muro-chin?

¿Por qué tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora