III

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El timbre resonó por todo el apartamento. 

Aomine miró confuso a Kise, ¿Kagami no se había llevado las llaves? 

-No tengo ni idea de quién está llamando, ¿Contesto? -cuestionó el moreno 

-No lo hagas, no estamos en nuestra casa, quizás es algo que no tenemos que ver. 

El timbre siguió sonando. Poniendo nervioso a ambos jóvenes. No querían abrir, estaban en casa ajena y, al final del día, ellos tenían que actuar como si no existieran. 

Se pararon en silencio y, de pies, hicieron gestos para no hacer ruido e irse lentamente al baño a encerrarse. 

La única pega que había era la impaciencia de Aomine y la insistencia de la otra persona del timbre.

-Ay ya, qué pesados -Aomine se levantó ya molesto hacia la puerta- ¿Quién es?

-Aomine, joder, que soy yo -el nombrado puso los ojos en blanco. 

-Kagami, pero qué 

-Abre ya que llevo esperando minutos 

Siguiendo la orden, abrió la puerta, dejando entrar al dueño del piso. 

-¿No te habías llevado llaves idiota?

-¿A quién llamas idiota? Yo no llevé mis lla- se tocó el bolsillo de la chaqueta. Un breve silencio se extendió por la sala- dejemos la conversación aquí.

-Hola Aomine-kun, Kise-kun

Y sí, dos gritos obtuvo de respuesta. 

-Kurokochi, ¿desde hace cuánto estás aquí? 

-Acabo de llegar, con Kagami, traemos pomadas y vendas -explicó dejando la bolsa de la farmacia en la mesa- además, ¿quién crees que cerró la puerta de la calle?

-Touché

Comenzaron a hablar de la situación, viendo que Kise estaba más o menos mejor. 

Y es que ciertamente a todos les sorprendía la actitud agresiva de Haizaki hasta cierto punto. 

Había superado la envidia hacia Kise en algún momento, ¿Verdad? ¿Por qué seguir atacándolo de esa forma tan bruta?

Intentaban unir los cabos, incluso sin tener la información necesaria. 

Pudo ser simplemente un venazo del de rastas, no podía haber un complot contra ellos, no tendría sentido. 

Aun así no descartaron la idea. Eran conscientes que acababan de vencer hacía unas semanas a Jabberwock y ya habían supuesto que no se irían tan fácilmente. 

-Por cierto Kagamichi, ¿Cuándo te irás a Estados Unidos? 

Y ahí estaba la pregunta. Kise se arrepintió del momento en que habló. Podría haber dejado pasar más tiempo o, simplemente, no haber abierto esa herida. 

No era su culpa, obviamente todos eran conscientes que Kagami se iría. Kuroko se lo había comentado cuando escuchó la llamada de Kagami con Alex. Él quería volver a su hogar y nadie debería pararlo. 

Rápidamente Aomine y Kise miraron a Kuroko, su rostro inexpresivo se mantenía impoluto, salvo por sus ojos. Los ojos chico, ellos nunca mienten. 

-Pues en un mes y medio, dos como mucho -explicaba el aludido- tengo que hacer la maleta, terminar unos papeles y pasar más tiempo con todos mis amigos. 

-Aominechi, me vas a hacer llorar -respondió, intentando cambiar de tema lo más rápido posible. 

-Sigamos con lo de Kise-kun -interrumpió el de cabellos celestes, dando a entender que todavía le dolía el hecho de que se le fuera su luz. 

E hicieron cambio de tema cuanto antes, incluso Kise se puso a hablar de sus últimos trabajos como modelo, se sentía culpable por haber tocado el tema, pero así sabría cuánto tiempo tenía para ayudar a su invisible amigo.

Él sabía que Kuroko estaba perdidamente enamorado de su luz. Durante los partidos, los entrenamientos, en el día a día. ¡Incluso iban juntos los fines de semana al centro comercial! De alguna manera los envidiaba, pero sabía que era estúpido hacerlo. 

Kagami y Kuroko desde que se conocieron sintieron algo, quizás esa especie de relación luz sombra, aun Kuroko sabiendo que la luz puede vivir sin la sombra, pero la sombra no sin luz.* 

"Trágico pero poético" pensó el rubio, recordando cómo Kuroko lo llamó llorando esa tarde. No quería que Kagami se fuera a Estados Unidos, menos después de lo ocurrido con Jabberwock. No es que odiara el país, aunque cuando se dio cuenta que, de alguna forma, lo alejaban de él, detestó el lugar.

Cada vez que Kuroko escuchaba USA en cualquier sitio deseaba que no existiera. Que fuera como Narnia, que no se pudiera llegar. 

Aunque el peliceleste era consciente que era una pelea estúpida, contra una especie de "ente" contra el que no podía hacer nada, sabiendo que este ganaría. 

Él amaba observar su luz, le gustaba jugar baloncesto con él, ir juntos al instituto, ir a comer algo después del entrenamiento, quedarse hasta tarde en una cancha callejera e ir al centro comercial de compras, aunque no tuvieran más dinero. 

Se estaba haciendo a la idea de que perdería esas costumbres y que el curso siguiente sería una mierda, pero quería ir tras Kagami, quería irse con él al país donde los sueños se hacían realidad, casi potando cada vez que pensaba eso, incluso sin saber el idioma, él quería ir.

-..rra llamando a Kurokochi, Kurokochi, eo -una voz le hizo volver a la tierra

-¿Sí Kise-kun? -Preguntó al darse cuenta que Aomine y Kagami no estaban con ellos- ¿Dónde se fueron?

-Están atrás nuestro, preparando algo de comer, más tarde vendrán los demás, parece que algo le ha pasado a Takao -comentó preocupado Kise.

-¿A takao-kun? ¿Qué le pasó? -Cuestionó curioso el jugador del Seirin- ¿Ahora a Takao?

-Sí, parece que van a doler... Debieron de meterse con Midorima cuando éste no estaba y Takao no se quedó quieto -hubo una pausa y Kise sonrió levemente- Takao va a conseguir que Midorima se de cuenta de sus sentimientos, ¿verdad?

-Kise-kun, conoces a Midorima, hasta yo soy más carismático. 

Unas risas inundaron la sala. 

Los dos momentáneos cocineros miraron a los contrarios con dulzura, definitivamente no dejarían que les pasara nada.

¿Por qué tenías que ser tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora