Barreras Fuera ; Capítulo 9

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Ambientado en un apocalipsis zombie.

-N. O.-

Nunca habían imaginado que ellos dos tendrían mucho tema del qué hablar.

Rubius tenía antes como única interacción con Alex sus burlas hacia que estaba chiquito, y nunca habían sido tan unidos como lo estaban siendo ahora. Hablando de tonterías que por alguna razón a Alex le hacían sentir tranquilo, cosa muy difícil de lograr. Y Rubius se sentía escuchado por el pequeño, así que empezó a contar la historia de su vida, literalmente.

— Entonces así es como mi abuela mexicana conoció a Chayanne. — concluyó el peliteñido luego de un rato caminando junto a Alex mientras contaba aquella larga historia.

— Tío, tu abuela es increíble. — comentó Alex impresionado ante las locuras de aquella mujer.

— Lo es. — dijo con orgullo, y por fin se calló, pero no duró mucho. — ¿Sabías que dibujo?, he dibujado desde lo cinco años, soy increíble. O al menos eso creo... — susurró lo último para sí mismo.

— ¿En serio?, nunca te he visto si quiera con una libreta en la mano.

— Seh, dibujo solo cuando no hay nadie viendo, me pone nervioso que me vean dibujar. — explicó mirando a los alrededores.

El pueblo había amanecido más calmado que de costumbre. Era un día aburrido sin chismes de los que enterarse, una lástima para el peliteñido ya que era bastante adicto a estos.

Su mirada de colores distintos se paseaba por las cabañas ajenas sin razón alguna, de pronto dio con una en específico que lo hizo recordar algo de las pocas cosas que había dicho Alex antes.

— Oye, Alex. ¿Dijiste que Willy fue a buscar a Luzu después de que huyera? — le preguntó al menor, quien se estaba bebiendo un rico jugo totalmente tranquilo.

— Mhm... Sí, eso dije — sonrió ampliamente mientras jugaba con el pitillo de la bebida. Estar tranquilo lo hacía sentir feliz, era raro.

— No habrá pasado algo entre ellos, osea... Tú sabes. — el heterocromático le sonrió con picardía mientras le daba ligeros codazos.

— ¡Oh!, verdad... — el pequeño le devolvió la mirada igual de pícaro. — Supongo que tendremos que darle educación sexual.

Ambos rieron y se dirigieron a la vivienda del menor. Eran sus amigos, así que debían ayudarle en sus amoríos, más si era el primero que tenía.

Además, la mañana estaba especialmente hermosa, así que debían aprovechar la buena vibra para ayudar.

Cuando abrieron la puerta, observaron la habitación desordenada del castaño, no era raro verla en ese estado. Pero lo que sí era raro es que Luzu estuviera despierto a las 7 de la mañana en Domingo, arreglado con ropa que nunca había usado, y hablándole al espejo con nerviosismo.

— Quería... Yo quería- ¡Mierda! deja de decir "yo", pareces retrasado. — se regañó a sí mismo dándose ligeros golpes en la cabeza.

Alex iba a hablar para dar en cuenta su presencia, pero Rubius le detuvo curioso por saber qué hacía.

— Quería darte este cristalito, bueno, no sé lo qué es, osea pienso que... — se pasó las manos por la cara y volvió a empezar. — Quería darte esto, lo encontré en el bosque antes de que tú llegaras.  — sacó de su bolsillo aquella linda piedra de cristal color verde — Habían más, tantos que parecían un arcoiris, pero este... Me recordó a ti, porque sé que te gusta el verde y... Es lindo... Como tú.

— ¡Mierda, eso es muy cursi! — voceó Alex al no poder aguantar tanto diabetes. Rubius reventó a carcajadas.

Luzu gritó asustado, cayéndose a propósito hacia atrás para ocultarse de la vergüenza.

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