1°Un Nuevo Comienzo

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A la mañana siguiente me levanto de la cama cuando la alarma suena a las 8:00 am.

Como dije anoche. No pude pegar ojo en ningún momento.

Me encamino arrastrando los pies hasta la puerta del baño, quiero asegurarme de no parecer un zombi andando, eso definitivamente hará que mi día sea insoportable con mi madre por un lado como si fuera un bebe y sus constantes ordenes.

— Mierda — murmuro cuando veo mi reflejo en el espejo del baño. Unas leves pero visibles ojeras aparecieron bajo mis ojos a lo largo de la noche que definitivamente harán que mi madre se preocupe. Rápidamente me enjuago el rostro con agua fría como si eso me fuera a ayudar en algo.
Me cepillo los dientes y peino un poco mi cabello oscuro con los dedos antes de bajar a tomar un poco de café.— Eso es todo —digo resignandome ante mi reflejo demacrado — estas acabado.

Salgo de la habitación y me encuentro con la puerta de Erika abierta, probablemente ya se levantó y bajó con el resto.
No me molesto en cambiarme la pijama que me puse anoche, bajo las escaleras y entro a la cocina donde todos los demás ya están reunidos como supuse.
Mi Madre suelta un chillido al verme y rápidamente corre hacia mí como si acabara de ver a un fantasma <<Aunque debo ser sincero y admitir que si parezco un fantasma>>

— ¿No pudiste dormir? — pregunta preocupada mientras me toca el rostro como si intentara detectar una fiebre. — ¿De nuevo las pesadillas? — pregunta desviando la mirada hacia mi padre quien lo mira sin emociones en su rostro.

— Supongo que es por el cambio. — digo restandole importancia. Si descubren que cada que cierro los ojos vuelvo a tener revivir esas imágenes seguramente me enviaran a un psiquiatra de nuevo.

— Eso va a cambiar — dice esbozando una sonrisa

— ¿Muy segura? — pregunto con sarcasmo sentandome junto a Erika quien devora los restos de la tarta de manzana que sobró de anoche.

— Sólo se preocupa por ti, idiota — suelta con la boca llena provocando que la aniquile con la mirada.

— lenguaje — sentencia mi madre

— Pareces animal comiendo de esa forma — resoplo haciendo una mueca de asco

— y tu un drogadicto que recién salió de rehabilitación — contra ataca

— Basta — Enfurece mi madre — los dos. Ya basta.

Le dedico una mirada fría a Erika y después me dispongo a desayunar un poco del pastel de chocolate que April Warren trajo anoche, el abuelo me pone una taza de café bien caliente y cargada frente a mi para poder sobrellevar el día de hoy. Ese gesto me confirma que si me veo peor de lo que creí.

— Hoy tendremos un día ocupado — anuncia la abuela con emoción

— ¿A donde iremos? — pregunta mi hermana quien sigue comiendo como si la hubiesen privado de alimento por días.

— compraremos unas cosas en el centro para preparar algo delicioso que podamos llevar a la comida en la casa del reverendo Warren — explica mi madre.

— Paso — digo antes de continuar masticando el trozo de pastel que tengo en mi boca

— Y vamos a ir todos — advierte mi padre ignorando lo que dije

— No pueden obligarme — me molesto

— claro que si — dice mi madre apoyando a mi padre — todos estaremos ahí. Y no pienso dejarte solo.

— ¿para que puedas vigilarme como si fuera un enfermo mental a punto de explotar?

— ya basta — grita mi madre dandole un golpe a la mesa dejando toda la cocina en completo silencio. — Todos iremos a esa comida y no hay discusión. — repite con más calma. Ruedo los ojos y tomo mi plato con el resto del pastel que me queda y me levanto de la silla.

El Asesino De Springholl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora