"Lo Innegable"

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Desde pequeño su vida fue complicada y difícil, no contó con los privilegios con los que la mayoría de niños de su edad en Mondstadt tenían. El amor de una familia humana.

Estaba consciente de que no siempre fue así y tuvo un padre y una madre que alguna vez vieron por él cuando nisiquiera podía caminar. Pero a pesar de que tuviera una buena memoria el recuerdo de sus voces, sus rostros y su lugar de procedencia era totalmente inexistente para él. Muchas veces perdió el sueño preguntándose cosas sobre ellos.

¿Seguirán con vida?, ¿Por qué lo abandonaron?, ¿Será que solo lo perdieron?

¿Lo llegaron a amar cuando estuvo en sus brazos?

No sabía, tampoco era algo importante más allá de lo sentimental. Jamás los necesitó y nunca los necesitará ahora que llegó hasta donde estaba gracias a los lobos que lo criaron.

Les debía muchísimo, pero siendo animales salvajes no podían brindarle una vida digna ni mucho menos segura al estar constantemente amenazados por cazadores. Estando con ellos no contaba con una alimentación ni una educación.

Hasta que llegó él, a diferencia de otros de sus recuerdos este sí estaba muy presente en su mente.

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—¿Puedes decir Varka? Vaaaarka-

Su voz era profunda, pero de alguna forma mantenía ese tono amigable que hacía el trabajo de no intimidarlo. Probablemente era algo que aprendió por su título que involucraba socializar demasiado.

—¿Var..ka?-

Él era todo lo contrario, era solo un niño que apenas se venía enterando que existían otros como él, seres que no eran lobos.

Inclinó levemente su cabeza con curiosidad al desconocer completamente esa palabra. Ya conocía algunas gracias a interactuar de vez en cuando con el rey de los lobos, pero le entraban por un oído y le salían por el otro al no entender para nada lo que decía.

Era lo mismo con Varka, pero definitivamente recordaría su nombre gracias a que se le venía a la mente por lo importante que era para él.

Este solo rió brevemente antes de darle unas palmaditas en la cabeza.

–Ah, eres agradable.. Pero el reino de los lobos es peligroso, ¿Dónde están tus padres?.

—¿Pa..dres?..

—Oh..

Era un huérfano, al principio pensó que simplemente se trataba de un niño al que le gustaba jugar por sitios donde no debería y desarreglarse salvajemente en el proceso. Lo tenía normalizado porque él solía ser así.

Pero a pesar de su estado se le veía bien, no estaba desnutrido ni herido y parecía ser una persona calmada. Algo que era irreal en la gente que jamás mantuvo contacto con la humanidad. Probablemente no estaba a su suerte dado a que algo o alguien ya lo adoptó.

Aun así quería darle un pequeño regalo, el pequeño le resultaba agradable después de todo.

Normalmente pensarías que un regalo indicado sería algo de comida para después, pero no, él siempre fue extra y así se irá a la tumba.

Le entregó más que una simple espada, le entregó un mandoble que probablemente le cueste sostener. No era lo ideal para un peque, pero sí lo único que tenía a la mano en esos momentos y que no le importaba perder, siempre podía mandar a forjar otro de mayor calidad, pero él solo podría contar con la suerte si algún día necesitaba defenderse.

—Cuidalo, lo necesitarás mucho más que yo, esto..¿Tienes algún nombre?

El pequeño simplemente parpadeó sin darle respuesta.

—Ah..Te llamaré Razor.

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Él fue la persona que lo bautizó.

No sabía si llamar a ese día una bendición o una maldición. Por un lado aquel extraño hombre pudo darle una herramienta fundamental para proteger a sus seres queridos de cualquier peligro si es que la situación lo requería, pero por otro lado ahora tenía otra crisis que le quitaba el sueño.

Los lobos siempre le expresaron cariño y protección, pero era casi instintivo sentirse excluido y diferente a ellos cuando tenía que mirarse a si mismo y luego a ellos, claramente no pertenecía.

Ellos tenían cuatro patas y él tenía dos piernas, ellos tenían pelaje y él no, sus garras eran fuertes y letales, sus uñas se podían romper hasta sacarle sangre si intentaba algo como lo que ellos hacían, ellos no necesitaban manejar sus emociones ya que las suyas carecían de intensidad mientras que las de él eran lo más vivaz de si mismo. Era por eso que le metía tanta mente a la idea de no estar perteneciendo a pesar de que los lobos lo trataran como uno más en su día a día.

Bueno, todos menos uno. Justamente era el lobo más importante de todos. Andrius, el rey de los lobos y uno de los legendarios cuatro vientos de Mondstadt, un espíritu el cual normalmente descansaba pero con el cual desarrolló una leve conexión y hasta confianza, pues era el único lobo con el que se podía comunicar y entender aunque este fuera gruñón.

Jamás lo miró como menos, pero sí como un humano el cual necesitaba rodearse de los suyos si quería ser feliz, pues le era imposible ignorar lo feliz que fue en ese corto periodo de tiempo en el que vivió con una poderosa bruja en la capital que representó un cambio importante para él, fue un antes y un después.

Sin embargo, un día simplemente fue a visitar al gran lobo y no se despegó de él hasta la hora de dormir, a partir de ahí no volvió a alejarse de la manada y esas pequeñas sonrisas que dejaba salir de vez en cuando desaparecieron por completo. Su mirada llegaba hasta a carecer de brillo cuando lo dejabas mucho tiempo solo.

Eran contadas las veces en las que podía encontrar algo de ocio, de vez en cuando haciendo brevemente el papel de hermano mayor con la niña explosiva para que esta no se metiera en problemas cuando terraformaba Mondstadt o haciendo cosas más simples como acompañar al viajero por ahí.

A pesar de que no tuviera el mejor de los ánimos se podía decir que estaba bien, sin embargo. Eso no duró demasiado, su lado humano jamás terminaría de atormentarlo en su día a día.

—Razor, debes entenderlo. Tú eres un humano, no un lobo, debes salir de aquí y juntarte con otros humanos.

Sus palabras se sentían más frías que de costumbre, le costaba creer que el rey que alguna vez lo tomó bajo su ala cambió de parecer de la noche a la mañana y ahora quería excluirlo.

No estaba seguro de si ocurrió o si solo estaba siendo dramático, pero podía jurar que sintió algo frío y punzante atravesar su corazón mientras escuchaba sus palabras sin poder protestar al respecto. El resto de lobos no abogaban por él, no podían hacerlo ante algo que era la autoridad.

Nisiquiera tenía rumbo alguno, pero aun asi tuvo que partir para alejarse del reino de una vez por todas. Era su destino por haber nacido como humano, eventualmente tendría que dejar la manada y lastimosamente ese día llegó.

Lobos de favonius |Bennett & Razor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora