"Conectar"

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La luz de la luna y las lucettas eran la única fuente de luz que los acompañaba en la caminata nocturna en el desolado bosque, sus únicos acompañantes eran los animales y por supuesto, ellos mismos.

Era algo contradictorio para Bennett, exigirse un tiempo a solas para después pasársela con alguien, pero en su defensa Razor era la compañía perfecta en esos momentos donde la paz y el silencio eran lo ideal. Razor hablaba poco y era casi que un amuleto anti monstruos y animales salvajes en general por lo intimidante que podía llegar a ser.

Pero ahora saltaba un problema, no lo conocía como es debido.

De vez en cuando volteaba a verlo ya que no se acostumbraba al cambio que pegó, pero eso iba más allá del estirón que pegó. Su cuerpo estaba lleno de cicatrices y sus ojeras eran algo imposible de ignorar, eran un reflejo de la vida difícil que tuvo y que probablemente continuaría por un tiempo.

A pesar de aguantar seguía siendo humano, seguía siendo tan frágil que el cristal podría dejarle marcas permanentes. Él lo comprendía totalmente, pues manejar un arma no era la única razón por la que traía guantes. Convenientemente su ropa cubría todas las marcas en su cuerpo para ahorrarse la molestia de responder preguntas que no le traían buenos recuerdos. Además, así nadie las vería nunca. Nadie descubriría sus miedos.

Sentía una inmensa curiosidad por saber si él se sentía igual. Sus pensamientos eran un enigma para él.  Pero era probable que eso no le importara tanto, Razor era un espíritu libre, no alguien lleno de inseguridades como él.

–Pobre Bennett, esa cicatriz se ve tan dolorosa..

–Debes estar orgulloso, ¡es tu marca de guerra!

Las enfermeras no dejaban de verlo como si fuera un animal exótico, se sentía expuesto, no le gustaba.

No podría olvidar jamás el día en que obtuvo su visión, a pesar de que esta fuera un regalo de los dioses no podía ignorar algo muy importante y eso era el hecho de que casi moría. La evidencia estaba en una cicatriz enorme al costado de su abdomen, solo un poco más grande que su mano.

La odiaba más de lo que cualquiera podría pensar. Al principio parecía ser solo otra mancha en el lienzo que era su cuerpo, pero la herida fue demasiado brusca como para no dejar evidencia de que alguna vez estuvo ahi, era una mancha imborrable.

Podía contar con sus dedos a las personas a las cuáles les importaba eso, los demás estaban muy ocupados queriendo verse empáticos fingiendo que él les importaba. Era mera simpatía falsa que sólo lo hacía sentir peor. Para muchos las cicatrices eran marcas de guerra, pero él las sentía como algo invasivo.

Volteó a ver al peli-gris una vez más, su semblante era serio y algo frío, no parecía estarse ahogando en un vaso de agua por sus pensamientos. ¿Qué pensará de él en estos momentos? Era tan callado, podría estar pensando en mil cosas y su rostro no lo expresaría.

"De seguro piensa que soy un rarito, estoy seguro de que hice alguna cara rara.." Pensó medio histérico.

Pero aunque llegar a esa conclusión fuera ser demasiado cruel consigo mismo, no estaba tan equivocado. Razor sí pensó en algo a ver sus muecas por el estupor que se sentía en esos momentos.

Supo unir bien los puntos, Aunque Bennett tuviera en parte el aroma general de un ciudadano promedio de la capital, el olor del bosque se le pegó por andar tanto rato entre el césped y un árbol. Probablemente no había comido mucho ese día ya que no habían frutas a la cercanía y no tenía el aguante para matar a un animal. Simplemente asumió que tenía hambre.

Era más analítico de lo que parecía.

Pero no cargaba con comida en esos momentos, no se maldijo a si mismo porque no conocía ni una grosería con la cual hacerlo. Los humanos como Bennett hablan para comunicarse de forma fluida entre si, pero él no podía hacerlo ya que fue criado de forma diferente, quería compensarlo aunque sea con algo tan simple como algo de comer.

Lobos de favonius |Bennett & Razor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora