"La Luz En El Abismo"

3.1K 430 369
                                    

La noche era fría y algo callada para cualquiera que estuviera fuera de casa absteniéndose de recibir el calor de un relajante fuego o de la compañía familiar. En especial en el lejano reino de los lobos donde la bendición de Barbatos era más débil y ese clima tan perfecto en la región era casi imperceptible cuando habitabas exclusivamente ahí.

El jóven de ojos rojos caminaba de la forma más desinteresada y desanimada posible, su mirada estaba clavada en el suelo sin preocupación en tropezarse gracias a que estaba familiarizado con el camino. Normalmente no se sentía tan así, pero tenía miedo.

¿Qué sería de él ahora? Sí, podía cazar y cocinar para sobrevivir, pero nisiquiera le encontraba el sentido a hacer eso si debía permanecer sólo en los momentos en los que más necesitaba un abrazo sin que este lo supiera, las cosas eran demasiado complicadas para él.

Alzó brevemente la mirada viendo las aspas de algunos de los molinos de la capital, hacerlo le provocó un instantáneo ataque de nostalgia en el que lo primero que recordaba era una cosa en específico.

—Cariño, es hora de tu entrenamiento~

Ella..

Definitivamente no, no quería verla. No se sentía listo para hacerlo.

En su lugar prefirió ignorar la vista y volver a bajar la mirada peor que antes, sin embargo. Una cosa lo detuvo; era una esencia disonante a la del resto del helado bosque, una presencia diferente.

A pesar de que esta jamás se presentara en el bosque no se le hacía nueva, no recordaba exactamente de qué se trataba pero juraba que alguna vez estuvo frente a ella

Era un humano, de inmediato asumió que se trataba de un cazador oportunista de la aldea aguaclara por lo que se dispuso a espantarlo con algo de molestia por no poder tener un descanso ni cuando quería detenerse a pensar un rato.

Se acercó en silencio intentando fijar su mirada en esa persona sin éxito alguno, no podía encontrarla.

O al menos así era hasta que bajó la vista y vió que simplemente se trataba de un jóven que descansaba bajo un árbol pacíficamente. Aunque no se viera amenazante y estuviera desarmado le fue imposible ignorarlo al entender por qué su aroma se le hacía conocido.

Ya lo había visto antes, de hecho podía recordar perfectamente ese día.

_________________

-¡¿Qué?! Que asco, ¿De verdad solo se puede entrar en parejas?-Preguntó un decepcionado niño de ojos verdes-

Era un día especial en Mondstadt, en ese día se celebraba la belleza del amor y la amistad con decoraciones preciosas en todo Mondstadt y comida para chuparse los dedos.

Pero lo más particular de ese día era una mágica puerta azul que te llevaba a un precioso jardín lleno de juegos, por ende era normal que los niños quieran entrar.

¿El problema?

Justo lo que el cenizo dijo, el jardín era solo para parejas.

El pequeño peli-gris estaba perdido, pero escuchó a su tutora decir hablar de lo increíble que era visitarlo generandole mucha curiosidad al respecto.

Pero él no tenía una pareja, nisiquiera sabía qué era porque nunca lo preguntó y en esos momentos tampoco podía, pues la caballera de diente de león estaba a lo lejos tomada de la mano con la dama púrpura que cuidaba de él. No tenía nada en su contra, pero no se animaba a hablar cuando ella estaba presente al no sentirse en confianza todavía.

Ahí fue cuando ese niño lo miró y sonrió a lo grande mientras se acercaba.

—¡Oye! ¿Quieres entrar a-No terminó su frase, se calló de cara al suelo justo frente a él de forma inexplicable.

—Auch.. -Solo eso alcanzó a murmurar antes de acercarse tímidamente para ayudarlo a levantarse y verificar si estaba bien.

Y ciertamente lo estaba, parecía tan acostumbrado a este tipo de caidas que nisiquiera derramó una lagrimita por el golpe, solo se levantó con la ayuda del adverso hasta que ambos estuvieran cara a cara tomados de las dos manos.

—Gracias.. -Se ruborizó un poco por la vergüenza de que este lo viera callendose así.

El peli-gris no respondió nada, probablemente se distrajo mucho mirando cómo sus manos eran tomadas con delicadeza por el otro, generando un contraste algo tierno con sus manos frías y las manos adversas que eran cálidas.

—¿Quieres entrar al jardín? Necesito una pareja para ir y tú estás sólito.

—¿Qué es...pareja?-

—No sé, mis papás me dijeron que se le dice pareja a los novios o a dos personas.

—¿Novios?

—Sí, novios.

Tampoco sabía qué eran los novios.

—Oh.. ¿Quieres que seamos los novios?

—Solo finge que somos para que nos dejen entrar, ¿Qué te parece?

—Sí.

—¡Genial!

___________________________

Y así fue como fingieron un noviazgo por conveniencia para entrar al dichoso jardín. Básicamente lo que hacían los ricos infelices pero duraron mucho menos de lo que duraría una pareja así porque no se volvieron a ver desde ese entonces, uno o dos días después el albino escapó de la capital.

Esa semana fue de locos.

Sin embargo. El recuerdo no le duró mucho, al parecer se le quedó viendo tanto tiempo que el cenizo terminó por sentir su penetrante mirada a tal punto de que terminó por despertar.

En ese momento sus miradas se cruzaron y se quedaron fijas en el otro. El oji-verde todavía estaba asimilando su alrededor con sus ojos adormilados.

Entrecerró los ojos preguntándose si aquello que veía era real o sólo una ilusión provocada por todavía estar algo somnoliento y desacostumbrado a la oscuridad del bosque que era únicamente iluminado por unas cuantas lucettas

—¿Hola?

Preguntó por si las moscas, no estaba seguro de que ahí hubiera alguien.

—Hola..

Oh, sí lo había.

Razor se acercó lentamente ahora que este parecía estar relativamente relajado con su presencia a pesar de que ésta fuera espontánea.

Para Bennett era vagamente intimidante ver que había alguien más ahí, pero ese sentir estaba lejos de evolucionar a un miedo. Para su suerte esa presencia no parecía amenazante ni peligrosa.

Eventualmente este también fue acercándose a la par, era casi como un acto de inercia con el cual no pensó mucho, simplemente se dejó llevar hasta que estuvieran ahí.

Una vez estuvieron casi que cara a cara pudo verlo con más claridad.

Era un muchacho que parecía ser de su edad. No recordaba haberlo visto en la capital pero podía jurar que le sonaba de algún lado, estaba seguro de que había un visto esos intensos ojos carmín en algún punto de su vida.

Pero era poco probable que se trataran de la misma persona.

—Esto..¿Cómo te llamas?

Este parecía dudar un poco en si responder o no, esto aumentó inmediatamente la curiosidad de Bennett.

—Yo.. Razor, sí..

—Espera..¿Razor?

De pronto recordó algo más, mucho más que solo haber ido a un jardín juntos de pequeños.

Lobos de favonius |Bennett & Razor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora