"Eros"

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Despertó gracias a los rayos del sol que alumbraban la ventana de su habitación, era un nuevo día.

La noche anterior podría hacerse pasar fácilmente pasar como un viajesote de no ser porque tenía evidencia física de que sus recuerdos eran ciertos, pues Razor le regaló un gancho de lobo antes de acompañarlo a las afueras de Mondstadt.

Le cayó bien, a pesar de ser tan misterioso fue de las personas más amistosas que conoció, sí, eran estándares curiosamente bajos pero él no tenía tiempo para pensar en eso, estaba muy ocupado sintiéndose contento al respecto.

Eventualmente se levantó de la cama para bajar las escaleras, siempre agarrándose firmemente de las barandas y viendo fijamente los escalones para no darse un mal golpe. La casa estaba silenciosa, pues sus padres no estaban presentes. En su lugar le dejaron una nota y algo de mora.

Sonrío levemente, aunque las cosas fueran feas todavía tenía el amor de sus padres aunque estos fueran medio ausentes. Pero eso no le mortificaba, él tampoco pasaba mucho tiempo en casa ya que era un aventurero, mientras ellos lo dejaran salir él estaría como si nada.

Hizo lo de todos los días antes de salir de casa, bañarse y vestirse para desayunar de último.

O almenos esl hubiera querido, pues faltaba reponer la despensa y lo que quedaba eran un par de huevos los cuales se le calleron en un tropiezo, por supiesto que se le calleron.

Pero no se amargaría por eso, tan solo limpió el desastre y se decidió por comer algo afuera.

Tomó dos llaves, una que llevaría encima y otra que dejaría afuera de su casa en un lugar oculto solo por si acaso, pues ya tenía malas experiencias con eso, pues solo su suerte lograba que lloviera en Mondstadt justo cuando se quedaba afuera.

Llegó caminando hasta la plaza en busca de saludar a Katherine, pero ella no estaba presente por el momento, en su lugar se llevó con una sorpresa.

–¡Princesa Fischl!

Fischl regresó a la ciudad.

El cenizo la saludó sonriente, la gótica no pudo evitar sonreir de forma boba por un segundo, pues Bennett era el único que la llamaba así, era de los pocos que en lugar de cuestionarla, solo la escuchaban.

Sin embargo, se recompuso de una, pues tenía que mantener el papel.

–Ah, mi fiel y eterno confidente, el bendecido por los dioses. ¿Qué acontecimientos han ocurrido en tu en el lapso de tiempo en el que mi sagrada presencia se mostró ausente ante la ciudadanía de la región del viento, Mondstadt?

Era tan extra como siempre. Pero esta vez había algo diferente.

–Oh, yo he estado bien, gracias, ¿Qué hay de tí?

Ella no era la única ahí, pero su mirada fue inevitablemente directo hacia su presencia ya que era familiar para él, por eso no se percató de la otra presencia junto a ella hasta que se acercó.

–Y..de él.

Añadió de último minuto, perdiéndose un poco demasiado al mirarlo, pues no podía evitar sentir algo extraño, como si ya lo hubiera visto antes pero no de la forma en la que él pensaba.

–Como siempre, la princesa del juicio estuvo muy ocupada con asuntos que involucran almas nuevas en el popular gremio de aventureros de la región del viento. Pero sigo sin perder mi inmortal brillo, agradezco que sintieras la curiosidad.

Ahora apuntó con la mano a ese que lo acompañaba.

Era lo que parecía ser un jóven de piel pálida, largos cabellos blancos con toques de negro y ojos celestes, pero a excepción del diamante oscuro que estos tenían, eran tan claros que lo hacían parecer ciego aunque no lo fuera, pues podía ubicar las cosas perfectamente, en especial a Bennett, pues no apartaba su mirada de él.

Lobos de favonius |Bennett & Razor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora