"Orígenes extraños"

1.2K 147 81
                                    

Podía recordar perfectamente su encuentro con la gótica y el cornudo misterioso. Podía recordar bien sus advertencias de que alejarse de la capital era entrar en territorio peligrosos. Jamás olvidaría la forma en la que Eros le contó la clase de criaturas que vería si tenía la desgracia de caer en una de esas grietas.

Pero si no salía se sentiría ahogado y aburrido, para un jóven promedio que no tenía ninguna aficcion con el arte o la lectura estar en casa podría ser extremadamente aburrido. No lograba respirar bien cuando se sentía atrapado.

Y por eso terminó saliendo de todas formas. Era una desición estúpida, pero estaba jóven, esa era la etapa donde más las haría de todas formas, podría defenderse allá en el peligro y con eso era suficiente, pues él no era cualquier hamster indefenso que perecería si un slime se le cruza por el camino.

Conocía bien los bosques más cercanos a la capital por lo que no se perdería a menos que estos cambiaran mágicamente, pero lo veía imposible.

Respirar el aroma del bosque lo relajaba como casi nada lo hacía, incluso formando una pequeña sonrisa reflejando la paz interna que sentía. Normalmente la soledad hacía que se sintiera vacío, pero en estas ocasiones no se sentía así.

Y Dios, que bien se sentía ser feliz aunque fuera de forma temporal.

Aunque poco le duró la paz, pues un movimiento raro en los arbustos llamó su atención de forma repentina. No lo asustó, pues estaba en un bosque lleno de animalitos. Prefería no curosear mucho, eso no era la mejor idea en un entorno salvaje.

Envés de concentrarse tanto en eso prefirió solo seguir con su camino aunque no terminara dando muchos pasos, pues antes de que pudiera asimilarlo su voz sonó en automático para gritar por el susto, pues de pronto estaba colgado de cabeza gracias a que pisó una trampa.

–Vaya..

Bufó con algo de rabia antes de mirar la cuerda un momento intentando pensar en cómo liberarse, por más irónico que sonara, en estas situaciones contaba con la suerte de que alguien lo escuchara y lo bajara de ahí luego de unas horas de estar colgado como piñata. Pero intuía que esta vez no correría con la misma suerte, pues pocos querrían salir luego de escuchar de algo tan aterrador como criaturas que salen del mismísimo abismo.

Cerró los ojos, eran solo las consecuencias de sus propias acciones después de todo. Patalear y moverse mucho solo terminaría con la rama rota.

Esto era vergonzoso, pero conparado con otras situaciones con las que se topó, era bastante estándar.

Estaba listo para gritar por ayuda, pero el sonido de algo moviéndose en los arbustos hizo que abriera los ojos y guardara silencio por mera precaución, pues de tratarse de algo peligroso estaba puesto en bandeja de plata para perecer.

–¿Bennett?

Lo nombró una voz en dirección opuesta a eso que escuchó en los arbustos sacándole un grito del susto, al verlo llevó su mano a su pecho con alivio. Menos mal, solo era Razor.

–¡Razor! Me asustaste.

Y de ese arbusto que sonaba salió una pequeña ardilla que no tardó en correr velozmente al otro lado.

Ahora que una presencia familiar estaba junto a él, se sentía lo suficientemente seguro como para sonreir un poco.

–¿Qué te trae por aquí?

–Yo..¿Olerte?

Sin decir nada más, el chico lobo se dispuso a bajarlo de ahí. Ciertamente estaba algo irritado, quería atrapar una cena y en su lugar lo terminó pescando a él. Esto era mejor que terminar atrapando a un cazador de todas formas.

Lobos de favonius |Bennett & Razor|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora