VI.

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Christian's POV,
Escala — 10:15am

Termino mi desayuno y me fijo en la hora que dice el reloj que hay frente a mi. La chiquilla aún no se ha dignado en venir a desayunar. Algo dentro de mi dice que no vendrá, lo que me hace querer ir hasta su cuarto y reprenderla por evitar la comida más importante del día. Pero no puedo hacerlo; sé que en estos días debe haber estado pensando en el beso que le di hace una semana. No puedo negarlo, yo también he estado pensando en ello.

Desde mi última sumisa no me sentía así de poderoso. La chiquilla definitivamente despierta en mi cosas que la señorita Steele no podría despertar. Anastasia no tiene el cáracter sumiso que necesito; es una gran mujer, es inteligente, bonita y muy interesante. Sin embargo, Gabriella... La mezcla de su acento, con su carácter rebelde y esa virtud que le sale por los poros es algo que me vuelve loco. Despierta en mi un sentimiento animal, bruto y sexual que hace que la desee cada vez más.

Debo hacerla mi sumisa. Tiene que ser mía.

A las 2:07pm Gail anuncia que ya está listo el almuerzo. Le pregunto si la chiquilla ha bajado, pero su respuesta es una negación. Suspiro profundamente ante lo que dice y siento la desesperación apoderarse de mi cuerpo. Quiero subir a su habitación y ver porqué no ha querido bajar. Es domingo y no creí que fuese a esconderse por tantos días luego del beso. Creí que ya para este día habría asimilado todo y al menos habríamos cruzado miradas.

Sé que quizás se sintió —y quizás ahora sienta— confundida, por lo del beso, pero eso es lo que busco. Así fue como Elena me dejo a mí la primera vez que me beso y me cacheteó. Claro que yo no puedo hacerle eso ala chiquilla, yo solo me limito a azotar culos, abdomen y dejar una que otra marca. Pero, jamás me ha gustado cachetear a una mujer. Eso no es de hombres —aunque hay algunos dominantes que sí lo hacen—.

Nuestro beso vuelve a cruzarse por mi mente y se me escapa una media sonrisa al recordar su mirada asombrada. La manera en la que su cuerpo reaccionó me hace pensar que es virgen. No es que tenga algo en contra de eso, pero puede que eso me dificulte un poco las cosas para lograr mi meta. Yo también lo era cuando Elena me hizo su sumiso, así que eso no será algún impedimento para que sea mi sumisa.

Entro a la aplicación de Instagram y comienzo a mirar una vez más las fotos de su perfil. Me detengo en un video donde se encuentra tirándole aun beso a la cámara y me fijo en sus labios. Tiene unos labios sabrosos y hermosos. Aunque no la bese con nada de delicadeza, pude saborearlos.

La señora Jones ha preparado fetuccini tal como le pedí en la mañana, ya que es una de las comidas preferidas de Gabriella.

—Señor, desea que le lleve almuerzo a la señorita Martinelli? —pregunta Gail tras servir dos platos.

—No, gracias; yo lo haré. Prepara una bandeja con mi comida y la suya. De tomar dos botellas de Coca Cola.

No suelo tomar sodas, pero sé que a la chiquilla le debe gustar. Lo que sea por complacerla y tenerla de buenas.

—Bien.

Tras agradecerle por lo que ha hecho tomo la bandeja y me dirijo hacia la habitación de sumisas, que es donde la chiquilla se está quedando. Sostengo la bandeja con una mano y con la otra mano toco su puerta.

—Señorita Martinelli, el almuerzo está listo. —digo con "amabilidad".

—No tengo hambre, gracias. —responde sin abrir la puerta y no puedo evitar apretar mi mandíbula ante su respuesta negativa.

—¿Puedo pasar?

—¿Qué desea? —pregunta un poco fuerte y no me gusta su tono.

—Una pregunta no se responde con otra —respondo serio.

La sumisa perfecta de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora