La sumisa perfecta de Christian Grey

VII.

Gabriela's POV,
Escala — 11:45am

¿Sumisa?

Definitivamente suena más delicado que "esclava sexual", que fue lo primero que vino a mi mente. Pero, ¿será esto correcto?

Es decir, ya soy una adulta; tengo 18 años y puedo tomar las decisiones que desee, pero, ¿podré cumplir las expectativas que tiene el señor Grey?

—¿Por cuánto tiempo estaremos juntos? —pregunto mirándolo fijamente—

—Empezaremos por tres meses, si las cosas funcionan podemos aumentar el tiempo —ofrece y vuelve a besarme de manera profunda, robándome el aliento.

>>¿Alguna otra pregunta? —asiento al escucharlo y puedo ver cómo sonríe burlón por mi reacción. Tras susurrar un "adelante" baja hacia mi cuello y comienza a dejar besos húmedos en este.

—Y si seguimos renovando... —gimo— el contrato... espere —lo separo y este me mira serio—. No puedo pensar claro si hace eso —admito mientas me ruborizo.

—¿Qué decías? —pregunta tranquilamente cómo si lo que estuviese haciendo no lo afectara, aunque su miembro marcado me deja saber todo lo contrario.

—Si seguimos renovando el contrato y mi tía Elena llega, ¿qué haremos? —pregunto temerosa, no quiero que la tía Elena piense mal de mi. Es decir, me estaré acostando con su amigo. No quiero que se vaya a enterar.

—Luego buscaremos excusas para seguir viéndonos y para estar juntos, pero aún falta demasiado para que Elena regrese. Así que, responde, ¿aceptas? —pregunta levantando una ceja—

—Sí —susurro.

—¿Segura?

Asiento, pero su rostro se mantiene serio.

>>No lo sé, creo que no estás tan segura.

—Si lo estoy; quiero serlo.

—¿Ser qué?

Se acerca y pasa una mano por detrás de mi cuello tomándome por la nuca y atrayéndome hacia él.

—Quiero ser su sumisa, señor Grey.

Tal pareciera que lo que dije lo ha puesto a mil, porque me besa con tanta pasión que por un instante me hace pensar que tendremos nuestro primer encuentro aquí.

—Sígueme te daré el contrato para que lo leas, tienes para entregármelo esta noche o mañana antes de irte al instituto —murmura al separarnos y me toma de la mano hasta llevarme a su despacho—. Toma asiento.

Señala dos sillones que hay frente a su escritorio y hago lo que me dice.

—Si hay algo que no logres entender, si tienes duda o quieres hacer algún cambio, podemos reunirnos y negociar sobre ello.

>>Aquí está —dice al sacar un sobre de su archivo y me lo extiende para que lo tome— Ahí está todo.

—¿Sabes? Creo que esto es muy apresurado, quizás debería pensarlo antes de leer esto —murmuro nerviosa y me pongo de pie— Yo no creo poder. Soy virgen y aunque no estoy a la espera de un principe azul, ni estoy esperando a casarme para perder mi virginidad, no creo que sea correcto perderla de esta manera. Puede que suene estúpido, pero, quisiera perderla con alguien a quien sé que le importo.

>>Además, no creo estar a la altura de lo que usted espera. No tengo experiencia alguna, no podría compararme con las mujeres con las que ha estado.

—No tengo porqué hacerlo, señorita Martinelli. Soy muy consciente de lo que puede, o no, darme usted. Y, aunque no estoy dispuesto a darle un amor de películas, sí me importa. Estoy dispuesto a hacer lo que le pida para que su primera vez sea una buena experiencia.