XIV.

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Christian's POV,
Playa Privada — 11:03pm

Vaya, no creí que Andrea —mi asistente— se fuera a esmerar cuando le pedí que la decoración fuera romántica en la playa. Creí que pondría una cama y rosas, como le pedí, pero los decoradores se excedieron. En medio de la nada han puesto una cama con sábanas blancas, hay cuatro columnas con telas blancas –transparentes— alrededor de la cama y sobre estas hay un cobertor por si llueve. También hay diferentes tipos de flores —no solo rosas como pedí— en el suelo y a estas les acompañan unas luces que parecen dar el efecto de ser velas. Creo que es demasiado, esto es muy...

-È bellissimo–susurra la chiquilla.

—¿Qué?

—Que es hermoso, todo esto, es hermoso.

Bueno, si esto le parece "hermoso" entonces todo es perfecto. Todo a nuestro alrededor está tranquilo, solo se escuchan las olas, estamos solos. El viento está un poco frío, pero no es tan fuerte.

—¿De verdad te gusta? –susurro mientras  caminamos hacia la cama—

—Sí –asiente y voltea a mirándome—, ¿lo preparaste tú? –pregunta emocionada—

—Bueno, no lo preparé yo, pero, le dí ideas a mi asistente de lo que quería y ella se encargó de que todo quedara como tenía en mente.

Aunque para mi gusto, exageró un poco. Quizás sea por el hecho de que nunca le he pedido algo así, quizás creyó que por fin le pedía una velada romántica y quizo hacer esto como algo sacado de una comedia—romántica. Demasiado romántico para mi gusto.

—Es hermoso –me sonríe la chiquilla y me recuerdo que esta velada se trata de ella, no de mi.

—Me alegro de que te guste, porque todo ha sido preparado pensando en ti —colocó mis manos en sus mejillas y deposito un pequeño beso en sus labios.

<<Debo ser tierno, debo ser cuidadoso, debo ser paciente>> me repito una y otra vez. No puedo meter la pata, pero, ¿hace cuanto no tengo un sexo vainilla?

Al separarnos la chiquilla vuelve a sonreír y la volteo nuevamente para que aprecie la cama y todo como está, creo que esto envía muy claro el mensaje de lo que sucederá esta noche.

—Ven, vamos –murmuro mientras la tomó por sus caderas y la guío hacia la cama.

Al lado de la cama hay dos cubetas con hielo, una tiene champagne y otra vino blanco. Tomo la botella de vino y dos copas, coloco las copas sobre la cama y procedo a abrir la botella.

—Hay champagne, pero creo que el vino es lo más conveniente en estos momentos, ¿o prefieres el champagne?

Tras no recibir respuesta de la chiquilla, la miro y veo que su mirada está fija en la cama. Su rostro parece haber perdido color y sus ojos están ligeramente abiertos. Espero que esto no signifique que se está arrepintiendo.

—Gabriella —le llamo, pero no responde— ¡Gabriella! —insisto con fuerza y sale de su trance—

—¿Sí? –pregunta y en su mirada veo un poco de preocupación—

—Te he preguntado si quieres vino —le muestro la botella—. ¿Estás bien? –con la mano que tengo libre la tomo por la cintura y la acerco hacia mi—

—Sí –asiente y trata de sonreír, pero falla haciendo que parezca más una mueca que sonrisa—, todo está perfecto.

—No me mientas –murmuro serio al notar su incomodidad—. ¿Te has arrepentido? ¿O acaso te gustó esto? Porque si es así, hay un hotel cerca y puedo pedir que lo decoren como gustes. Podríamos añadir que la cama tenga pétalos de rosa, aquí creo que se volaron todos –mirando alrededor los pocos pétalos que quedan debido al viento—. Si te has arrepentido, debes decirlo. No haremos nada que no quieras.

La sumisa perfecta de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora