XI.

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Gabriella's POV,
Escala — 7:02pm

Al salir de la ducha envuelvo mi cuerpo con la toalla y me coloco un poco de crema en mis piernas. Camino hacia la habitación y enciendo mi bocina para colocar mi playlist de Spotify de manera aleatoria.

Mientras tarareo la canción que suena, me coloco la ropa interior color negra que saqué antes de entrar a la ducha. Tras acomodar mis bragas, camino hacia el armario y tomo el vestido rojo con mangas caídas que he elegido para ir a cenar con el señor Grey. Es bastante simple, es un vestido común que se ajusta a mi figura y termina sobre mis rodillas, pero es strapless con unas pequeñas mangas a los lados. Tras ponérmelo y apreciar cómo me queda, tomo unos tacones dorados y decido que son el calzado perfecto para mi atuendo.

No puedo negarlo, estoy muy nerviosa de ir a cenar con el señor Grey. Es la primera vez desde que vivo con él que vamos a cenar juntos. Ni siquiera aquí en Escala solemos cenar juntos. Estoy ansiosa de lo que nos espera.

Al terminar de delinear pintar mis labios de rojo, la puerta de mi habitación se abre y entra el hombre que me ha estado robando mil suspiros:

—Claro, puede entrar sin tocar –susurro sarcástica.

—Gabriela –murmura en forma de advertencia—, te recuerdo que este es mi hogar y puedo entrar a donde yo quiera.

—Tiene razón.

—¿Te falta mucho? –pregunta mirándome mientras se recuesta de la pared y cruza sus brazos—

—No –niego—. Solo me tengo que peinar y podemos irnos –lo miro atraves del espejo y veo que viste una camisa de botones blanca y un pantalón negro.

<<Es un hecho, no puede ser más guapo porque sería imposible>> pienso al verlo.

Suelto mi cabello del moño en el que lo tenía mientras me duchaba, para no mojarlo y veo que se han formado unas hondas debido a la liguilla. Estoy a punto de hacerme una coleta cuando el señor Grey me lo impide hablando:

—No lo recojas –se acerca a mí.

—Se ve salvaje.

—No era una pregunta, ni una petición –me voltea y quedo frente a él—; es una orden –susurra y me besa profundamente.

—Está bien –susurro al separarnos y como siempre, después de cada beso, me centro en recuperar mi aliento.

—Este vestido está un poco corto —murmura contra mi mejilla mientras su mano juega con el borde de mi vestido.

—Pero se me ve bien –respondo mientras disfruto del roce de sus dedos contra mi pierna.

>>Además, mis piernas se ven más bonitas. ¿O a caso no me queda bien? –me separo un poco y lo miro atenta—

—Dije que es corto, no que no te quedaba bien. Soy consciente de lo bien que te queda; y, tus piernas se ven hermosas siempre –me toma del mentón y me da un beso en la comisura de los labios—. Ven, vámonos.

El viaje hacia el restaurante es uno en silencio, pero agradable. De fondo suena una música que parece ser una orquesta de jazz y me permito disfrutar de lo agradable que es el viaje. El señor Grey tiene su mano derecha sobre mi rodilla izquierda, mientras con la otra utiliza su celular. Sé que ha dicho que no debería enamorarme, pero, ¿a caso esto no es lo que hacen las parejas? ¿Salir junto a cenar y tratarse así de bien?

El restaurante tiene dos entradas, una pública—la cual pasamos en auto— y otra privada por la parte de atrás —la cual utilizamos para entrar obviamente—. El mozo que nos recibe toma nuestros abrigos y tras colgarlos, llega un mesero que nos guía hasta la que será nuestra mesa en la velada de hoy.

La sumisa perfecta de Christian GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora