CAPÍTULO II

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David subió a su carruaje con dirección a su hogar, a pesar de que su traje estaba completamente mojado, una sonrisa se dibujaba en sus labios, cuando llegó a su casa se bajó rápidamente de su vehículo y se dirigió directamente a la puerta la cual se abrió antes de que pudiera tocarla y fue atendida por una doncella muy atractiva, su cabello castaño claro y lacio caía sobre sus hombros, sus ojos color café  reflejaban una gran inocencia y dulzura, tenía rasgos delicados, usaba un hermoso vestido rojo que resaltaba su fina figura.

- Señor Vairon, llegó antes de lo que esperaba- dijo la doncella mientras hacía una pequeña reverencia y cogía el saco de David, percatandose de que estaba mojado, - le prepararé de inmediato un baño.

- Helena, me apetece comer.

- Con todo respeto, debería comer después de tomar el baño, le hará daño tanta humedad

- Usted gana, preparé el baño.

- En seguida

La doncella se apresuró a calentar el agua, acarreaba baldes y baldes de agua que llevaba a un pequeño cuarto donde se encontraba una bañera la cual llenó con el agua, colocó unas gotas de esencia de lavanda que se encontraba en un mueble con cuatro cajones con toallas, esencias, maquillaje, un lavamanos resaltaba en la parte superior con su respectivo balde de agua, esa habitación era exclusivamente dedicado a la limpieza de los habitantes de la casa, en especial de la madre del joven, la cual siempre estaba preocupada por verse bien y encantar le la vista a su querido esposo, pues al contrario de los padres de Elicia, los señores Vairon se amaban de verdad, se habían enamorado desde muy jóvenes contrayendo matrimonio, conforme pasaba el tiempo, cada día se amaban más y se enamora an mutuamente con detalles, desde cenas románticas, regalos lujosos, besos robados por sorpresa y paseos solos por los parques cercanos.

- Señor, su baño está listo.

- Gracias.

- Cuando termine de tomar la ducha, la comida estará servida.

David se despojó con la ayuda de Helena de su ropaje, quedando solo en ropa interior, la doncella abandonó el cuarto de aseo para darle privacidad, el joven se introdujo en la bañera, relajándose inmediatamente gracias a la lavanda, después de veinte minutos en el agua salió del cuarto, se vistió y bajó al comedor, tomando asiento en uno de los extremos del comedor, donde la cocinera había servido la cena para el señor, la cual constaba de chícharos, zanahorias y papas al vapor,  lomo de cerdo, puré de papa, pan y vino tinto. Las doncellas se disponían a abandonar la habitación cuando una voz las interrumpió.

- Señoritas, tantos años al servicio de nuestra familia y aun debo recordarles que coman en nuestra mesa.

- Señor con todo respeto- respondió Helena- esas son órdenes de sus padres, pero al ellos encontrarse de viaje, el poder es enteramente de usted.

- Bien, en ese caso, Helena, Sonia, háganme el honor de cenar con su agradable compañía

- Las dos jóvenes se sentaron a la mesa con inseguridad, David rió por lo bajo.

- Que mal concepto tienen de mí- expresó mientras servía dos copas más de vino- coman hasta que estén satisfechas.

- El joven colocó las copas a cada lado de él las copas y las muchachas se sirvieron de la exquisita comida mientras tomaban asiento en donde se encontraban las copas.

- Me siento tan solo, extraño a mis padres

- ¿Cuándo regresan? - preguntó la cocinera mientras se llevaba los dedos repletos de comida a  la boca.

- Lo que planearon era pasar tres semanas en casa de mis tíos Bernie, el hermano de mi padre y su esposa Elizabeth, fueron a proponerles algunos negocios y a pasear por la zona.

Amor n̶o̶ correspondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora