Thomas Wallis, Thomas Wallis, ¡Thomas Wallis! Los recuerdos corrían por su mente como si fueran propios, su infancia, su adolescencia, su adultez…su muerte. Casi podía sentir el carruaje sobre su cuerpo. Le dolía, veía la sangre a su lado tiñendo la nieve, arruinando la novela que Thomas había escrito con tanta pasión, se veía a él mismo a punto de recolectar su alma. Quería decirle que no lo haga, que se aleje, que se estaba por condenar a una vida miserable llena de dolor y tristeza, pero las palabras no le salían, no podía moverse.
Entonces los recuerdos volvieron a ser suyos. Estaba siendo atacado por el alma vengativa de Thomas cuando Grell apareció con rapidez. Lo había salvado, ya no corría peligro… ¿verdad?
El pelirrojo se acercó a él para colocarle las gafas con ternura.
-Cuida mucho tus anteojos, ¿quieres?
Cuida mucho tus anteojos, ¿quieres? Cuida mucho tus anteojos… Cuida mucho tus anteojos…
La imagen se iba desvaneciendo lentamente. Grell se estaba alejando, ¿por qué? ¿Por qué te vas? ¿Por qué me dejas? Grell ayúdame…Grell… ¡Grell!
William despertó bruscamente gritando el nombre de su amante con desesperación. El menor estaba a su lado, mirándolo con preocupación mientras trataba de calmarlo.
-Will, Will, cariño. Cálmate, amor, estoy aquí. Tranquilo, fue solo un sueño.- William colocó su cabeza sobre el hombro de su compañero, aún confundido. Grell le acariciaba la cabeza suavemente logrando calmar al pelinegro.
-¿Qué pasó?.-dijo el gerente casi susurrando.
-Te desmayaste, ¿no comiste hoy?.- la parca carmesí trataba de sonar tranquilo para no alterarlo.
-Si, es eso, debe ser eso.- dijo mintiendo. Sabía que no era así, pero era una buena excusa después de todo.
-Casi me das un infarto, no vuelvas a hacer algo así jamás, me asusté mucho.- le dio un fuerte abrazo para reconfortarlo, y para reconfortarse a él mismo
-Vamos a dormir, debes estar agotado.- William se acostó nuevamente en la cama junto a su amante.
-Buenas noches, Will.- Grell se volteó quedando de espaldas al gerente, William sabía que significaba, quería que lo abrace. A Will le parecía muy tierno cada vez que lo hacía.
-Buenas noches.- lo rodeó con los brazos con suavidad y se tomó un momento para sentir el perfume en los cabellos de Grell. Quería que su aroma se quede con él para siempre, se preguntaba por cuánto más podría sentir ese olor a rosas. Tenía que declararse, y pronto, la situación de hace unas horas le había hecho comprender que le quedaba poco tiempo y que podría perder a su amor antes de lo previsto, no podía perder más tiempo.
Al día siguiente, William despertó al sentir el aroma a comida impregnado por toda la casa. Se levantó inmediatamente, Grell en la cocina era un peligro mortal y no quería tener que hacerse responsable de ningún incendio.
-Buenos días, Wi-lli-am~.- el pelirrojo parecía de muy buen humor, y se encontraba limpiando la mesa perfectamente arreglada. Había preparado un típico desayuno inglés con huevos fritos, panceta, salchichas, tomates fritos, patatas fritas y panqueques. Realmente se había esmerado mucho, y se notaba en su rostro lleno de orgullo.
-Sé que originalmente lleva frijoles, pero como no te gustan decidí no ponerlos.- dijo con una gran sonrisa mostrando sus afilados dientes.
-G-Gracias.- William se sonrojó ligeramente, Grell realmente lo conocía bien, se podría decir que lo conocía incluso más que él mismo. Había recordado el pequeño detalle de lo mucho que odiaba los frijoles a pesar de haberlo mencionado varios años atrás. Lo hizo sentir realmente querido.
-Ven, siéntate.- el menor le sirvió una taza de té negro.- Desde hoy voy a prepararte el desayuno todos los días.
-¿Y eso a qué se debe?.- preguntó el moreno con curiosidad mientras bebía su té.
-Quiero asegurarme de que comas bien, así no vuelve a pasar lo de ayer.- dijo enarcando una ceja.
William se estremeció. Grell se había tomado lo de la falta de comida muy en serio, esa excusa ya no le serviría. Decidió cambiar de tema para evitar tener esa conversación.
-No tengo mucho papeleo para hoy, ¿quieres ir a algún lado?
-Hum, ¿me está invitando a salir, Señor Spears?.- dijo el pelirrojo en tono seductor.
-Algo así, ¿vienes?
-Es una cita.- dijo sonriendo mientras se comía las patatas.- ¿Y adonde iríamos?
-Es una sorpresa.- su voz se tornó burlona, sabía que Grell se ponía como loco por las sorpresas, y no se cansaba hasta averiguar de qué se trataba.
-¡Que malo! ¡Dame una pista al menos!.- hizo un pucherito infantil haciendo reír al gerente.
William acabó con su delicioso desayuno y se acercó al pelirrojo para dejar un pequeño beso en su frente.
-Tendrás que aguantar hasta la tarde.
-Malo.- dijo soltando una risita mientras se dirigía al baño para ducharse.
Grell se había despojado de sus ropas rápidamente para meterse bajo la ducha. El agua tibia lo había relajado totalmente y había comenzado a tararear una canción inventada sin darse cuenta, cuando unos fuertes brazos le rodearon la cintura por sorpresa.
-¡W-Will! ¿Qué haces?.- se le había puesto la piel de gallina.
-¿Qué crees?.- dijo con una voz seductora mientras besaba el cuello del menor.
-Ngh, Will~.- Grell soltaba pequeños gemidos, le encantaba que William sea así de impredecible.
Sin dejar de besar su cuello, el mayor comenzó a masajear los pezones de su amante haciendo que se sonroje.
-Mm, Wi…Williaaam.- no podía evitar gemir ante su tacto, el cuerpo le ardía y su miembro comenzaba a necesitar de su atención.
El pelinegro empezó a masturbarlo dulce y delicadamente tocando sus testículos con suavidad, encontrando un punto clave detrás de estos arrancándole pequeños suspiros. Comenzó a aumentar la velocidad de sus movimientos, un terremoto de placer invadió al pelirrojo que gritaba en éxtasis.
-Ahora te toca.- dijo el gerente con una sonrisa pervertida.
El carmín se arrodilló entre las piernas de su jefe y comenzó a lamer la punta enrojecida con lujuria. William suspiraba mientras acariciaba los rojos cabellos del jengibre. Grell introdujo el miembro palpitante del gerente en su boca con cierta dificultad, no quería lastimarlo con sus afilados dientes, y comenzó a succionar cada vez más rápido.
Los gemidos se escuchaban por toda la casa, y si los vecinos estuvieran cerca, seguramente se habrían quejado.
William tenía al pelirrojo acorralado contra la fría pared. Las estocadas eran fuertes y profundas, el menor no paraba de gritar hundido en el placer. Grell movía su trasero de un lado al otro y de arriba abajo con movimientos felinos. Había alcanzado su punto débil y lo presionaba bruscamente.
-Eres tan…estrecho.- gimió William. Se pegó lo más que pudo al pelirrojo, apretando sus muslos con las manos fuertemente, se sentía tan bien, era tan dolorosamente delicioso.
-W-Will…voy..v-voy a…-no podía terminar la frase, estaba por llegar a su tan preciado clímax.
El pelinegro arqueó la espalda soltando su semilla dentro de Grell, quién instantáneamente acabó manchando la pared con su blanca sustancia.
Por desgracia, ya es hora de ir al trabajo, y ambos deben separarse. El semen aún tibio de Will se escurre por las delgadas piernas del jengibre, que se limpia con un poco de agua.
Se dan un tierno beso antes de dirigirse a la habitación para arreglarse, William está feliz, realmente feliz. Se olvida por un momento de todo lo que está a su alrededor, solo están ellos dos. No piensa en la enfermedad, no piensa en el trabajo, solo puede pensar en lo mucho que a ama a esa persona, lo mucho a quiere estar al lado de Grell Sutcliff.
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Las Espinas de la muerte (Grelliam)
FanfictionWilliam oculta un grave secreto en su interior. Absolutamente nadie, ni siquiera la parca roja, sabe de que se trata. ¿Qué estará ocultando el frío gerente?