Sus labios se unieron en un apasionado beso que parecía no tener fin. El asiento de cuero rechinaba un poco frente a tanto peso, pero aun así se mantiene firme en su lugar sin causar problemas. Grell no puede evitar soltar algunos suspiros que vuelven loco a su amante, se encontraba notablemente sonrojado y el deseo se notaba en su mirada, pero el reloj marcando las diez y media tuvo que acabar con su tan acalorado momento.
-Grell, son las más de las diez, tienes que irte.- dijo el gerente acariciándole la mejilla con suavidad.
-¡Pero Wiiill!...- el pelirrojo hizo un mohín con desagrado, no tenía muchas ganas de irse realmente.
-Si no te vas, hoy no iremos a ningún lado.- el azabache no lo decía enserio, pero las amenazas eran lo que más le funcionaba.
Grell no tuvo más opción que levantarse y tomar su lista de muertes.
-Está bien, esta bieeeeeen.-soltó una pequeña risita y se despidió no sin antes besar la mejilla de su amado.- Estaré aquí a las seis, más vale que no me canceles a último momento por culpa del trabajo, ¿eh?
-Prometo que no lo haré esta vez.-no sería la primera vez que decía aquellas palabras, pero esa vez era cierto, no lo abandonaría, no era una simple cita en esa ocasión.
-Te veo en la tarde, bye bye!.-Grell se alejó haciendo sonar sus tacones con fuerza por el pasillo.
Una vez que el jengibre se encontraba lo suficientemente lejos, William se puso a pensar en la conversación que tendrían en la tarde. Estaba ansioso y lo admitía, no pudo evitar sonreír ante aquellos pensamientos. ¿Cómo reaccionaría Grell?¿Lloraría?¿Qué le diría? Le empezó a doler el pecho pero lo ignoró totalmente, no dejaría que su enfermedad le afecte en ese día tan preciado, no iba a permitirlo.
Miró por última vez aquella cajita que había guardado por tanto tiempo, admiró el brillo carmesí de aquella joya, era realmente hermoso, estaría muy decepcionado si a su amado no le gustara. Recordaba claramente aquella ocasión en la que la había visto por primera vez, tan reluciente en la vidriera de aquella joyería, tan roja, perfecta para esa persona tan especial. No sabía por qué, pero en ese momento tuvo la necesidad de comprarla, sin importarle mucho el precio. No es que planeara hacer su proposición en aquel momento, pero tenía un presentimiento de que no encontraría otra igual en el mundo y no podía permitir que cayera en manos de alguien que no fuera Grell, simplemente debía ser suya.
Admiró el reloj por segunda vez, ya eran más de las once y no había hecho nada en absoluto. Sin perder más tiempo se dedicó el resto de la tarde a completar papeles y llenar formularios, ya habría tiempo de planear las cosas más tarde.
(16:12hs — Calles de Londres)
Grell saltaba ágilmente por los antiguos tejados de los edificios. Había cambiado su turno por el de la mañana, así tendría toda la tarde y noche restante con su querido William. No se reunirían hasta las seis, y su lista ya estaba completa para su sorpresa. Aún era muy temprano y no quería molestar a su amado, así que decidió ir a visitar a esa persona.
Se arregló un poco el cabello, quería estar presentable, no podía dirigirse hacia aquél lugar desarreglado. Se miró en su espejito de mano por última vez y finalmente abrió un portal.
La blanca luz proveniente del mundo shinigami lo deslumbró por completo. Era el único lugar de aquel mundo que poseía un poco de "vida". No se parecía en nada a los grises y aburridos edificios en los que las parcas trabajaban. Todo era tan blanco como la nieve, incluidas las rosas que rodeaban la majestuosa edificación, las columnas de mármol, las nubes. Grell se preguntaba si el cielo sería así de bello.
Golpeó un par de veces la imponente puerta para ser recibido en cuestión de segundos por un joven de traje blanco. Había estado allí cientos de veces, así que sin cuestionamientos se le permitió ingresar.
-¿Necesita que lo acompañe, Grell-san?.-dijo aquél joven haciendo una reverencia.
-No, gracias. Estaré bien.-dijo con una sonrisa.
Se despidió educadamente (algo muy extraño en él en otras ocasiones) y se dirigió directamente hacia el pasillo que lo llevaba a la oficina. En la recepción se encontraba un hombre de cabello gris que saludó al pelirrojo con gentileza.
-¿Está adentro?.- pregunto el jengibre amablemente.
-Como siempre.-contestó el peligris sonriendo sutilmente.
Tocó dos veces antes de entrar y cerró la puerta delicadamente una vez adentro. Admiró aquella oficina con familiaridad, adoraba pasar la tarde allí cuando quería huir del trabajo.
Ahí estaba él, concentrado en el papeleo como siempre. Su largo cabello azabache estaba recogido con una coleta baja, sin agarrar algunos mechones. Lucía un traje a medida completamente negro, la camisa también negra y una corbata perfectamente arreglada de un gris oscuro. Se notaba el cansancio en su mirada, pero aun así lograba verse espléndido, digno de un dios. Su concentración se vio interrumpida cuando el pelirrojo fingió toser para llamar su atención.
Sus ojos verde aqua brillaron a ver a su querido jengibre, adoraba que lo visitara. Era el único momento en el que no se sentía tan solo, Grell era la única persona que le hacía compañía, cuando no estaba la soledad era su única amiga. Había perdido todo, el pelirrojo era lo único que le quedaba.
(17:30hs — Sede Shinigami de Londres)
William salió de su oficina, necesitaba un té para relajarse y descansar un poco, no quería estresarse, eso le había traído problemas en el pasado y no deseaba tener un ataque aquel día.
Al llegar a la cafetería se encontró con Ronald, que extrañamente, no estaba seduciendo a ninguna secretaria.
-William-sensei, ¿no sabe dónde está Sutcliff-sempai? Debió llegar hace una hora.-cuestionó el rubio.
-Sólo ha pasado una hora, no me preocuparía demasiado si fuera tú.-respondió el gerente con tranquilidad.
-Es que tratándose de Sutcliff-sempai nunca se sabe, puede ser muy impredecible a veces.-dijo mirando a la nada con melancolía.- Además necesito hablar con él.
-¿De qué si se puede saber?.-preguntó el pelinegro con curiosidad.
-¡De mujeres, claro!.-contestó el menor con entusiasmo.
William se preguntaba qué tanto podía llegar a saber Grell de mujeres considerando que nunca había salido con una realmente, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por Eric y Alan que aparentemente habían escuchado la conversación desde lejos.
-¡Sutcliff-sempai! ¡Sutcliff-sempai!.- dijo Eric haciendo una imitación burlona de Ronald.-Tú no piensas en otra cosa que no sea mujeres o tu querida mami, ¿verdad? Definitivamente sigues siendo un niño.
-¡Eric!.- Alan no pudo evitar retarlo por sus inadecuados comentarios.
Después de conversar por un rato vieron a Grell que se acercaba a ellos corriendo.
-Hablando de la reina de Roma...- dijo Eric sonriendo.
-Estornudé varias veces, ¿estaban hablando de mi?.- dijo el pelirrojo dándole un codazo en el brazo a Eric de forma juguetona.- De todas formas eso no importa ya, Will, ¿nos vamos?
William asintió y ambos se despidieron del grupo para irse, lo que dejó desconcertados a sus compañeros. No es que fuera la primera vez que se iban juntos, pero era la forma, ¿más romántica de lo usual tal vez? ¿Acaso harían pública su relación de una vez por todas?...
Ya sé, ya seeeee. Tardo demasiado en actualizar, pero eso lo aclaré anteriormente en el grupo de Doujinshi Grelliam en Facebook, debido al colegio no tengo mucho tiempo de escribir, aun así trataré de administrar mi tiempo para subir más rápido ¿Les va gustando hasta ahora? Sé que la historia se me fue por las ramas, pero seguirá mejor en el próximo capítulo, lo prometo. Desde ya agradezco por su paciencia y sus lindos comentarios. ¡Hasta el capítulo 4! :D
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Las Espinas de la muerte (Grelliam)
FanficWilliam oculta un grave secreto en su interior. Absolutamente nadie, ni siquiera la parca roja, sabe de que se trata. ¿Qué estará ocultando el frío gerente?