Ayuda inesperada

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La sangre comenzó a manchar el frío suelo de concreto con gran rapidez. Una notable expresión de disgusto se formó en el rostro de Belcebú mientras retiraba la filosa y mortal espada del debilitado cuerpo del moreno, había fallado, pero aun así el daño parecía ser mucho mayor al esperado, el dolor que había causado en Grell superaba el corte de cualquier cuchillo.

Con las pocas fuerzas que le quedaban Grell logró levantarse y correr lo suficientemente rápido como para atrapar a William antes de que finalmente cayera, dejándolos a ambos en una posición muy vulnerable. Belcebú no dudó en aprovechar la situación y levantó la espada dispuesto a acabar con el carmín de una vez por todas, pero la guadaña de Hades logró impedir el ataque.

-¡Ni creas que voy a permitir que dañes a mi nieto! ¡Ya has causado daño suficiente!.- dijo Hades con furia.

-¡Dije que acabaría contigo y eso es lo que voy a...!.-el albino no pudo terminar la frase, un fuerte dolor inundó su espalda repentinamente y pudo sentir como un objeto punzante atravesaba su pecho con fiereza tiñendo sus blancas ropas de rojo.

-¿Vas a...? Vamos, continúa, no te detengas sólo por mi.- dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿L-Lucifer?.- entonces dirigió la mirada hacia el origen de su dolencia: una espada de un tono verdoso manchada con su propia sangre, La Espada Demoníaca.

-Realmente me sorprende que no te hayas dado cuenta de que tenías una réplica barata todo este tiempo, creí que eras más inteligente que esto, estoy realmente decepcionado...

-¿C-Cómo pudiste? Creí...creí que estabas de mi lado...- en ese momento Belcebú comenzó a sentir un dolor que iba más allá de lo físico, la realidad lo había golpeado sin avisar previamente, rompiendo cada parte de su ser, eliminando la poca confianza que le quedaba.

-Lo estaba...pero uno comienza a aburrirse después de tantos años. Verás, no soy de los que disfrutan la monotonía y me temo que la guerra se volvió algo habitual en nuestra relación. No me dejaste otra alternativa más que tomar medidas drásticas.

-¿Esta es tu solución? ¿Asesinarme?

-Es la solución más rápida y fácil que se me ocurrió.-dijo soltando una pequeña risita.-En verdad nos divertimos mucho estos... ¿millones de años? Pero esta tontería que armaste ya duró demasiado tiempo y no estoy dispuesto a perder a más de mis demonios solo para cumplir tus estúpidos caprichos. En verdad te quise mucho y prometo no olvidarte, ¿de acuerdo? Tal vez nos encontremos en otra vida, perdóname...- Lucifer sacó la espada bruscamente provocando una fuerte hemorragia que terminó por acabar la vida de Belcebú definitivamente.

La intensa pelea entre shinigamis y demonios se había detenido repentinamente para admirar aquella dramática escena de traición. Lucifer pudo notar la inevitable confusión en sus rostros y su constante sonrisa se borró para mostrar su lado más serio.

-Todos los dioses de la muerte deben regresar a sus respectivos despachos para otorgarle atención médica a los heridos graves inmediatamente.- dijo finalmente con una voz más gruesa y autoritaria de lo normal.

Las miradas de los shinigamis se dirigieron hacia Hades casi al instante en busca de una respuesta, pero él sólo se limitó a asentir, aunque fue más que suficiente para que comenzaran a moverse.

-Respecto a los demonios, tanto Hades como yo damos esta guerra por terminada definitivamente y anunciaremos los términos de nuestro tratado de paz en unos días, espero que sean capaces de cumplirlo y no se les ocurra causar problemas como Belcebú. Regresen de inmediato al infierno y hagan lo mismo que les dije a los shinigamis hace un momento.- estaba a punto de dar el tema por finalizado pero una sádica sonrisa se dibujó en su rostro antes de terminar de hablar.- Ah, por cierto, aquellos que se opongan a mis términos serán brutalmente castigados.

Las Espinas de la muerte (Grelliam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora