Shinigamis y demonios

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Las alarmas comenzaron a sonar estrepitosamente sin control haciendo eco en sus oídos. Cientos de personas corrían a su alrededor rápidamente perdiéndose por los pasillos como manchas negras, todos con la misma expresión de terror en sus rostros. Debían prepararse para lo inevitable, ¿no es gracioso acaso que la muerte le tenga miedo a morir? Estaban pagando el precio por sus pecados en la vida humana, habían elegido morir, y ahora irónicamente luchaban por seguir viviendo.

Algunos parecían más calmados que otros, aunque era obvio que trataban de ocultar los nervios bajo la fría mirada que tenían habitualmente. Unos pocos ya habían pasado por la misma situación, aunque la experiencia no le quitaba el temor de saber que tal vez no regresarían a casa otra vez, que estarían al borde de la muerte una vez más.

¿Qué estaba pasando? Una semana atrás todo era felicidad y alegría, todo era amor...y ahora todo se derrumbaba frente a sus ojos. Era como si el mundo estuviera en su contra, dispuesto a arruinar los momentos felices cada vez que se presentaban.

Allí estaba, parado en medio de la sede shinigami, con la mirada perdida sin saber que hacer. Su cuerpo estaba completamente inmóvil, sus brazos parecían dormidos y las piernas le temblaban. ¿El mismísimo Jack el Destripador tenía miedo? ¿Era eso siquiera posible? Un shinigami de su categoría estaría dispuesto a darlo todo por los de su especie, y mucho más tratándose del nieto del mismo Hades, pero en su lugar él solo perdía el tiempo perdido en sus preocupaciones.

-Sempai...¡Sutliff-Sempai! ¡Reacciona!.- Ronald había llegado para sacarlo de las nubes, aunque sus pensamientos aún le perturbaban. Solo le dedicó una mirada que lo dijo todo sin necesidad de palabras.

-Míreme.- le dijo tomándolo de los hombros con suavidad.- Todo saldrá bien, ¿de acuerdo?

El carmín solo se resignó a asentir lentamente, no estaba muy seguro de que todo saliera tan bien al final, después de todo no hay guerra con un final realmente feliz. Por un momento pensó en Sebastian, ¿qué sería de él? ¿acaso participaría en la batalla? Después de todo eran los demonios quienes habían comenzado ese enfrentamiento sin fin. Entonces Will vino a su mente, decir que tenía miedo de perderlo sería muy poco, la simple idea de no verlo otra vez le daba escalofríos.

En pocos minutos las tropas estaban en fila con cada shinigami cargando su respectiva guadaña. Hades no tardó en aparecer para dar un pequeño discurso de motivación, verlo en público era el honor más grande que cualquier shinigami podría tener y que se dé en aquella situación no era muy reconfortante, pero aun así todos trataban de verse seguros.

Grell buscaba a William con la mirada, estaba realmente preocupado, pero el moreno no aparecía por ningún lado. Entonces un gigantesco portal se abrió frente a las parcas, ya era hora, tendría que buscar a Will después.

Las tropas esperaron pacientemente, aunque los demonios no tardaron en aparecer igualmente organizados. La tensión podía se podía sentir en el aire, Grell tragó saliva, por primera vez en su vida se sintió realmente asustado por lo que podría llegar a pasar.

Su vista se posó rápidamente en el que parecía ser el líder de los demoníacos seres, Belcebú, el príncipe del Infierno. Ciertamente, el demonio era muy diferente a lo que se imaginaba. Tenía la piel tan blanca como la nieve, con el cabello de igual color y unos ojos de un morado intenso. Resaltaba notablemente del resto de los demonios por ser el único que vestía de blanco; era como apreciar un cálido rayo de luz entre la tenebrosa oscuridad, aunque su interior fuera incluso más oscuro que el de sus fieles seguidores.

Era un personaje claramente destacable, pero lo que llamó muchísimo más su atención fue la persona que tenía a su lado.

-Lucifer...-dijo Hades sacándole las palabras de la boca.- ¿Por qué será que no me sorprende?

Las Espinas de la muerte (Grelliam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora