William se encontraba en su oficina terminando su papeleo pendiente. El fastidio casi podía sentirse en el aire, realmente odiaba las horas extra. “Culpa de Sutcliff” pensó. Era una noche dentro de todo tranquila, varios agentes ya se habían retirado y quedaban unas pocas personas en el despacho, pero aparentemente esa tranquilidad no le duraría mucho…
-¡Will cariñoooo!.- esa voz chillona, esa MALDITA voz que solo causaba problemas retumbaba por toda la habitación fastidiando aún más al gerente.
-Sutcliff…-dijo el moreno acomodando sus gafas de forma intimidante.-¿Cuántas veces tengo que recordarte que toques la puerta antes de entrar? Honestamente...
El pelirrojo hizo oídos sordos a las palabras de su jefe para sentarse en su regazo de forma sensual. Sus movimientos eran lo suficientemente rápidos como para que Spears no tuviera tiempo de reaccionar a tiempo y hacer algo al respecto. El superior se sentía algo incómodo ante tal cercanía, pero a su subordinado no parecía importarle mucho su opinión.
Quería gritarle, pero antes de que pudiera decir algo fue interrumpido por un fugaz y apasionado beso por parte de la parca roja, dejándolo en desventaja.
-Shhh…- dijo el pelirrojo en un susurro poniendo un dedo en sus labios.- Amor, ya es tarde, puedes terminar el trabajo mañana.
El moreno dio un suspiro de resignación, no tenía sentido discutir con Sutcliff, tenía razón de cierta forma y de no estarlo habría encontrado el modo para ganar la discusión. Pelear con Grell era como contradecir a una mujer, siempre terminas perdiendo.
-Está bien, pero quítate de encima.- dijo algo molesto.
Grell realmente no quería salir de esa sugerente posición, pero terminó por levantarse sin soltar queja alguna.
-Te estaré esperando afuera, ¿de acuerdo?.- dijo tiernamente al salir de la oficina lanzándole un beso a su jefe desde la puerta.
William decidió relajarse un poco en su asiento de cuero negro antes de irse. Un fuerte dolor le inundaba el pecho, pero decidió ignorarlo como siempre hacía. Se preguntaba por qué siempre ocurría estando cerca de Grell; ese dolor tan hiriente que parecía atravesarle el alma constantemente. No pudo evitar pensar en Thomas Wallis. Su muerte le había dejado una marca para toda la vida, o al menos la que le quedaba.
Tenía miedo. El dolor se volvía cada día más hiriente y molesto. En ciertas ocasiones el daño era extremo, su pecho ardía y se sentía repentinamente agotado. Pero aun así no había buscado ayuda, sabía que lo suyo no tenía cura, ¿qué sentido tenía compartirlo? Además su trabajo corría riesgo si alguien llegase a saberlo, nadie es irremplazable, y él no era la excepción. Un gerente enfermo era igual a despido, y había trabajado demasiado como para echarlo a perder todo.
A veces sentía la necesidad de compartirlo con alguien, había pensado varias veces en decírselo a Grell pero siempre llegaba a la conclusión de que no tenía sentido alguno. Seguro el pelirrojo se lo contaría a alguien con la excusa de ayudar y echaría todo por la borda, no quería arriesgarse. Y aunque no quisiera admitirlo, le preocupaba la reacción del pelirrojo. ¿Cómo le dices a alguien que quieres que te estás muriendo y no hay nada que pueda salvarte? ¿Y si Grell decidía que no valía la pena estar con alguien como él y lo dejaba? No. No podía permitirlo. Era su único amigo, su compañero de toda la vida, su amor. ¿Qué pasaba si lo perdía? No le quedaría nada, porque después de todo, Grell Sutcliff era su todo.
El dolor se fue calmando lentamente y esa era la señal de que podía irse sin que nadie lo notara. Grell estaba en el pasillo limándose las uñas muy concentrado, realmente se preocupaba demasiado por su imagen. Al verlo sonrió de oreja a oreja e inmediatamente se echó a sus brazos para acompañarlo a casa. No había demasiada gente, así que el pelinegro no se molestó en alejarlo.
No habían dicho demasiado durante el camino, no lo necesitaban, el silencio no era de esos incómodos, eran de aquellas situaciones en las que simplemente no había nada más que decir. Él único momento en que no había necesidad de preocuparse por el trabajo, los papeles o las almas perdidas. William deseaba poder quedarse así por siempre, al lado de su amado, pero sabía que no duraría mucho. Su tiempo se agotaba, su vida era un reloj de arena que se acabaría pronto…y Grell no sabía nada al respecto.
Una vez en casa, el gerente decidió acabar con su papeleo pendiente en su oficina personal. No era el tipo de persona que dejaba las cosas para más tarde (a diferencia de cierto pelirrojo). Estaba agotado, pero su deber era más importante que cualquier cosa.
Grell, por su parte, se dirigió a la habitación para deshacerse de sus ropas y ponerse una vieja camisa que Will había dejado de usar hace tiempo. Le quedaba lo suficientemente grande como para cubrir su ropa interior y parecía tener el perfume de William adherido, lo que le encantaba.
El pelinegro había terminado con sus papeles, cuando unos delgados brazos le rodearon el cuello desde atrás con suavidad. La calidez de Grell realmente lo ayudaba a relajarse, era el mejor calmante. El menor dejó un pequeño beso sobre su mejilla mientras recostaba su cabeza sombre el hombro del moreno. A pesar de declararle amor eterno constantemente, rara vez expresaba su cariño de esa forma. Normalmente habría seducido a su jefe para acabar bajo las sábanas, pero esta vez era diferente, no sabía por qué, pero tenía un mal presentimiento.
-Will, te amo, ¿tú me amas?.- le había hecho esa pregunta varias veces, pero siempre sin obtener respuesta. Realmente no sabía por qué seguía formulándola una y otra vez.
-Grell…yo…- iba a decirlo, era el momento, había tardado demasiado tiempo y temía que si no lo decía ahora tal vez no tendría otra oportunidad. Quería irse sabiendo que su pelirrojo estaba al tanto de sus sentimientos, ya no quería esconderse, estaba harto de fingir que nada le importaba.
Pero las palabras no salieron de su boca. Un dolor punzante le invadió el pecho violentamente interrumpiendo su declaración. Los párpados le pesaban y su cuerpo se debilitaba cada vez más. Grell lo miraba horrorizado, no sabía que hacer en una situación de ese tipo. William se desvanecía lentamente, podía escuchar los gritos de su amante, le pedía que no se vaya, que no lo abandone, las lágrimas corrían por su rostro, y en ese último momento pensó que tal vez así sería su muerte…al lado de su único amor.
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Las Espinas de la muerte (Grelliam)
FanficWilliam oculta un grave secreto en su interior. Absolutamente nadie, ni siquiera la parca roja, sabe de que se trata. ¿Qué estará ocultando el frío gerente?