Hasta el final de mis días

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*Dos siglos después* Holaaaa he vuelto! *la matan a palazos*

PERDOOOON! PERDOOOON! LES JURO QUE LO SIENTO EN VERDAAAD! Después de tanto tiempo sin actualizar, al fin les traigo el capítulo 7 con todo mi cariño y amorsh <3 <3 Y para compensaaar ¡LEMON! :DD

William regresó a la sede para terminar de firmar unos papeles y volver a casa junto con Grell, pero al parecer el carmín aún no había vuelto. En el camino se cruzó con Ronald, que estaba tomando café en el comedor, lo que para el punto de vista del gerente era holgazanear.

-Ronald Knox.- llamó el moreno.

-¿Si, sensei?.- el rubio dio un pequeño respingo del susto y miró a su jefe con algo de miedo esperando un regaño de su parte.

-¿Sabes donde está Grell Sutcliff?

-Ah, era eeeso.- dijo el menor suspirando aliviado.- Se fue a buscarle hace un rato, no se encontraron por lo que veo. Yo no me preocuparía, seguro se distrajo en alguna tienda de ropa...

-Si, debe ser eso...Bien, mejor me voy a casa, tal vez esté ahí. Nos vemos mañana.- el mayor se fue caminando con tranquilidad dejando al rubio atrás.

-Se está por casar y aún sigue llamando a su prometida por su nombre completo...Ahhh, definitivamente Spears-sensei nunca cambia...¡Ehh bomboncito, espérame!.- dijo llamando a una secretaria.

~*~

William llegó a su departamento en cuestión de minutos, realmente era una gran ventaja el poder usar portales para ir a cualquier parte. Abrió la puerta con suavidad, las luces estaban apagadas y una densa oscuridad le impedía ver la arreglada habitación.

-Grell, ya estoy en casa. ¿Dónde estás?.- llamó el moreno con delicadeza, pero la única respuesta que recibió fue el silencio del lugar.

Soltó un pequeño suspiro dejando su saco sobre una silla, tal vez el carmín seguía paseando por ahí, no sería la primera vez que volvía tarde por quedarse mirando las tiendas de la tan transitada Londres.

Entró a su cuarto dispuesto a descansar, pero para su sorpresa su querido pelirrojo se encontraba afuera en el balcón. Solo la luna iluminaba sus rojizos cabellos que danzaban al compás de la suave brisa del otoño.

-Así que aquí estabas, ¿Dónde anduviste todo el día?.- lo rodeó con sus brazos tomándolo de la cintura románticamente.

Nada. No hubo respuesta.

-Grell... ¿qué pasa? ¿Te sientes bien?

El jengibre comenzó sollozar en silencio ignorando las palabras de su prometido. William lo volteó para levantar su barbilla con suavidad y limpiar sus lágrimas.

-Grell, ¿qué ocurre? Dime, ¿pasó algo?

-Mentiroso...

-¿Qué...?.- el moreno lo miró algo confundido.

-¡Mentiroso! ¡Eres un mentiroso! ¿¡Cómo pudiste!?.- el carmín comenzó a golpearlo sin mucha fuerza.-¡Te he dado 92 años de mi vida! ¿¡Y esto es lo que recibo a cambio!? Sé que no soy la persona más sincera del mundo, ¡pero yo jamás te habría ocultado algo así!

-Grell...cálmate por favor...

-¿¡Qué me calme!? ¡Acabo de enterarme que mi prometido se está muriendo! ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿En tu lecho de muerte acaso?

-Yo...en verdad lo siento...no quería que te enteraras de esta forma. Déjame que te lo explique al menos.

-¡No creo que haya nada que explicar!.- el menor se cruzó de brazos haciendo notorio su enfado.

Las Espinas de la muerte (Grelliam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora