ISABEL
Había sido raro que con solo un golpe contra una piedra quedara inválida y no hubiera esperanzas de volver a caminar. Pero había dicho el doctor que ya tenía lastimada mi columna vertebral, entonces fue como que el golpe con la piedra fue la gota que derramo el vaso.
Pensar en que jamás iba a poder ser madre, también por culpa de mis padres. Perder la alegría de sentir un pequeño ser creciendo dentro de mí, eso me puso más triste. No era que pensara tener hijos ya, pero seguramente en algún momento me hubiera gustado tener.
Estaba muy triste pero Jacob estaba haciendo todo lo posible por levantarme el ánimo. Aunque bueno, el tenía cosas que hacer, como ir a carreras por ejemplo, mientras yo me quedaba aquí, en mi silla de ruedas, esperándolo. Sabía que las carreras lo hacían feliz así que a mí me hacia feliz. Pero eso no evitaba que me preocupara.
Yo mientras tanto, me hubiera gustado seguir trabajando y así sentirme un poco menos inútil. José, el dueño del taller y la ferretería si quería que continúe trabajando, no le importaba mi discapacidad, pero no era capaz de salir del departamento de Jacob.
AÑO 2009
—cásate conmigo—
—¿que?—
—casémonos—
—¿lo dices en cerio?—
—claro que lo digo en cerio, mi niña, no mentiría con algo así—
—¿en serio quieres a una mujer que nunca va a poder darte hijos, y que va a pasar el resto de su vida en una silla de ruedas?—
—¡oh vamos Isabel! tú no eres así, tu siempre miras el lado bueno de las cosas ¿que esta pasándote?—
—me miras como estoy ¿y preguntas porque mi nuevo comportamiento? ¿En cerio?— dije indignada. El se quedo en silencio un largo rato.
—lo lamento, se que sonó estúpido— dijo realmente arrepentido. Después de unos segundos me anime a hablar.
—no, lo lamento yo. No debí hablarte así. En verdad lo lamento mucho... Perdón por comportarme así pero me siento frustrada, y sé que eso no me justifica— tome el cuello de su camisa y lo jale hacia mí y pegue mis labios a los suyos.
—no tienes que tenerte lastima, eres una gran chica y no por ser invalida o no poder tener hijos significa que eres menos— dijo, yo seguí besándolo. Lo único que me interesaba en ese momento era disfrutar de él, de saber que lo tenía ahí para mí a pensar de todo. Pero él tenía otra cosa en mente. Me tomo de los hombros y me alejo unos centímetros de él —Tienes que prometer que harás de tu parte y dejaras de sentir pena por ti misma— yo volví a jalarlo para continuar besándolo —dilo— exigió y yo me queje porque dejo de besarme por un tiempo más prolongado. En poco tiempo ya me había impuesto a sus besos, los cuales me encantan.
—está bien, tratare, tratare de poner de mi parte, ahora... ¿Me perdonas?— dije, haciendo ojos como del gato con botas, Jacob no pudo evitar sonreír.
—necesitas darme muchos besos para que te perdone—
—¿a si?— pregunte divertida.
Realmente me había sentido mal hablarle así, él no tenía la culpa. Seguí con el trabajo para que me perdonara. Realmente me gustaba eso. Tendría que hacer más cosas malas para que le tuviera que pedir perdón, o... Tal vez no, porque es mi novio y podía besarlo tantas veces quisiera.
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Yo decidí esperarme hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, y mi ahora prometido, acepto, a regañadientes pero acepto. Era una cosa que siempre había pensado desde niña. Todas las mujeres que me rodeaban eran mujeres que tenían entre 4 a 6 hijos y todos de diferentes hombres que las botaban como basura. Yo me había prometido que nunca permitiría que me sucediera eso a mi.
Aunque claro, Jacob nunca se atrevería a hacerme algo así. El me ama sobre todas las cosas y pues claro, nunca me votaría como una basura con un hijo porque soy estéril, gracias a mis padres.
Yo estoy trabajando para juntar dinero y ayudarle a mi ángel con los gastos de la boda. No queremos nada grande, aparte de que no tenemos muchas personas a quien invitar.
—amor, quiero llevarte esta noche para que conozcas a mi familia— me sorprendió Jacob entrando a la sala de su departamento. Bueno, no me esperaba eso.
Hasta el momento no eh conocido a su familia. Después de varios años conociéndonos, no sé porque nunca me los ah presentado. Nunca ah dicho que estén muertos y yo nunca me eh animado a preguntar sobre ellos, y cuando me atrevía a preguntar algo interrumpía y ya no le preguntaba.
—ah... Ah... ¿está bien? ¿Viven muy lejos?—
—no, a unos 20 minutos fuera de la cuidad—
—esta buena, entiendo, y... ¿Tengo que ir con vestido?— me miró extrañado
—¿porque preguntas eso?— me encogí de hombros —no, para nada. No tienes que preocuparte por tu vestir, no te van a criticar. Simplemente se tu—
—¿porque nunca me los has presentado? Digo, Anteriormente— le pregunto y él duda en responder.
—no lo sé. No estaba preparado, creo.—
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Mis Mejores Milagros
RomansaÉl llego en el momento en el que más lo necesitaba. Estaba a punto de desmoronarme y darme por vencida. Desde ese día en el que él me encontró llorando, sangrando, sin un abrigo que me quitara el frío del tormentoso invierno no nos hemos separado. Q...