JACOB
A mí me toco armar la cuna. Isabel me quería ayudar así que le pedí que hiciera algunas cosas, para nada pesadas.
—¿ahora si crees que debemos comprar otro departamento?— le pregunto, después de ver que la cuna terminada quita mucho espacio.
—sí, ahora lo creo— dice, torciendo la boca como haciendo un puchero, lo cual es extraño en ella pues pocas veces lo hace.
Como siempre, yo me tengo que ir de viaje por algunas carreras, pero mientras yo estuve allá Isabel estuvo viendo algunos apartamentos. Cuando regreso, me da unas recibidas salvajes, no es que me queje porque me encanta que tengamos sexo salvaje pero no quiero que le pase nada a nuestro bebe, bueno, a Gabriel. Ella ya sabe que solo vamos a poder seguir teniendo sexo salvaje no por mucho tiempo más. A lo cual ella responde que entonces hay que aprovechar ahora que todavía puede. Y de hecho no hemos tenido mucho tiempo de seguir buscando departamento porque cuando yo descanso después de haber llegado al éxtasis ella ya está preparada para otra ronda. Pero como ya dije, no me quejo, soy hombre y me encanta el sexo.
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Y solamente ahí, cuando escuche por primera vez el llanto del bebé fue cuando caí en cuenta que tengo mucho, mucho por lo que estar agradecido con Dios.
No sé cómo pude estar tanto tiempo apartado. Él, día a día me demuestra que me am y yo no supe valorarlo ni apreciarlo ¿y todavía me preguntaba porque llegaba a pasar ciertas cosas malas en mi vida? Simplemente con el hecho de amanecer, es un motivo para haberle dado gracias pero nunca lo hacía.
Ya me había reconciliado con Dios anteriormente pero creo que no lo había hecho con todo mi corazón. Pero como no pedirle perdón y reconciliarme con Él después de darme tantas maravillosas cosas en la vida. No puedo estar más feliz, ni pedir más. Ya tengo tantas maravillosas bendiciones, que Dios me ah dado y permitido tener para vivir el resto de mi vida, agradeciéndole, sirviéndole, obedeciéndole y amándole.
AÑO 2012
ISABEL
Estaba cambiando a Gabriel de pañal. Estaba toda la familia de Jacob pues Gabriel estaba cumpliendo su primer año. Cuando termine lo baje de la cama.
Ya da muchos pasos pero solo sujetándose de los objetos así que está muy sujeto de las colchas de la cama. Le doy unas palmadas sobre el pañal -lo cual ocasiona que se tambalee un poco- antes de dirigirme al baño para tirar el pañal en la papelera y me desinfecto las manos. Regreso a la habitación lo más rápido posible, pues siempre me dice mi suegra que nunca se debe dejar a un niño solo. Cuando lo busco con la vista, justo se está soltando de las cobijas de la cama para dirigirse a la puerta de salida de la habitación ¡sin nada que lo detenga! De la emoción hago un pequeño alboroto lo que provoca que se asuste y caiga de centón en el suelo. Rápido me dispongo y voy a levantarlo pero ya no quiere caminar. Lo tomo en brazos y lo llevo a la sala donde todos están, para que lo miren.
—miren, miren, ya dio sus primeros pasos— lo pongo en el suelo, sobre sus pies para que camine pero se sienta. —vamos Gabriel, levántate, vuelve a caminar... Cuando estábamos en la habitación camino de la cama a la puerta de salida— digo para los demás un poco resignada porque Gabriel no quiere caminar. En eso va llegando Jacob, que fue por algo a la tienda acompañado de Eliazar.
Cuando Gabriel ve a su papá rápido se va gateando y cuando falta poco se sienta, lo mira, se pone de pie y da pasos temblorosos hasta llegar con él.
—¡ven, les dije que ya caminaba!— digo emocionada.
Pero bueno, así es siempre, Jacob es su adoración. Gabriel se va con facilidad con todas las personas pues esta impuesto porque todos los de la iglesia siempre lo quieren tomar en brazos. Sin embargo, cuando su papá está alrededor y él lo alcanza a mirar, no tiene ojos para nadie más, solo para su papá. Incluso, ni a mí me toma en cuenta cuando esta con sus 'papa'.
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Mis Mejores Milagros
RomanceÉl llego en el momento en el que más lo necesitaba. Estaba a punto de desmoronarme y darme por vencida. Desde ese día en el que él me encontró llorando, sangrando, sin un abrigo que me quitara el frío del tormentoso invierno no nos hemos separado. Q...