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-Soy la dueña de tu vida- En cuanto terminó de decir aquello los cabellos de la mujer se movieron como si tuviera vida propia hasta TN, afortunadamente pudo esquivarlo antes de que la punta afilada de estos se clavara en su cuerpo.

-¿eh? Muy pocos humanas pueden esquivar eso, acaso tu sabias que atacaria.- TN se puso de pie sacando su espada o nichirin de aquellas ropas, ya no tenía caso que siguiera en su papel, aquel demonio ya se había puesto en alerta. - Una cazadora de demonios... ¡Es maravilloso! Si te mato, mi señor estará feliz....

-Me encargaré de acabar contigo, no volverás a hacer que esas mujeres trabajen para ti- El kimono que traía puesto estorbaba, era uno bastante viejo y el apego sentimental que tenía hacía el ya no era tan importante así que con fuerza tiró de la tela para hacer una abertura de ambos lados de sus piernas para poder moverse tirando la tela a un lado.

-Pero ellas hacen un buen trabajo, te mostraré, técnica de sangre inyeccion de veneno: control de marionetas. ¡Vengan aquí mi marionetas, dejen lo que hacen y den su vida por mi!- La puerta de aquella habitación se abrió dejando ver a cada una de esas mujeres ir hasta TN. No se veían bien, a diferencia de cuando las vio de su cuello relataba una marca morada indicando el lugar donde habían sido inyectadas por los cabellos del demonio.

-Veneno... Entonces, la fuente de tu habilidad, es el cabello.- Las mujeres fueron hasta ella con toda intensión de matar, aunque tenía que defenderse sabía que ellas aún eran humanas, mientras esquivaba analizaba la situación.
Un demonio que controla a las personas una vez les ha inyectado el veneno que fluye de sus cabellos que simulan una aguja en las puntas y a la vez estos se mueven como su fueran látigos, aunque lo cortara este se regeneraria.

-¡Utilizas a personas inocentes para atacarme, eres una cobarde!- con el mango de la espada golpeaba a las mujeres en el cuello haciendo que cayeran inconscientementes, eso bastaría para evitar herirlas, mientras la demonia reía sus cabellos de balanceaban por y crecían hasta envolver aquella habitación por completo, nadie podía entrar y salir de ahí, tenía que cortar el cuello de esta o ese lugar seria su tumba.

-¡estas atrapada, en mi prisión, te asesinare!- Su voz tenía aquella entonación de burla y maldad combinada con la risa escandalosa que salía de ella.
Antes de atacar la demonia miró algo en el suelo que llamó su atención, con uno de sus cabellos tomó aquel trozo de tela mirando el bordado que había en esta, no era el estilo lo que le llamaba la atención si no aquellas letras en él.

-HK... Hanako.. Kirishima- Fue entonces que miró a la cazadora, aquella cabellera del mismo tono que ella, los ojos, todo era igual pero el parecido de esa niña con su esposo, era aún mayor.
El rostro de su esposo era algo que había decidido olvidar cuando se convirtió en demonio pero cada que veía a esa cazadora, su esposo regresaba a ella

-Tn...  ¡TN Kirishima!- una vez ls última mujer cayó al suelo levantó su vista hacia la demonia al escucharla decir su nombre. -Eres tú... Aquella hija que abandoné

El primer amor de Zenitsu.  PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora