Llevaba 2 días torturando a mi tía Juana. Estaba débil, así que decidí llevarla para la casa de enfrente que estaba abandonada. Después de la muerte de Ramón nadie ocupó la vivienda.
— Es cuestión de tiempo para que muera. – pensaba.
Entrar a aquella casa hizo acordarme de todo lo vivido desde que llegué a La Habana.En medio de tantos recuerdos, amarré a mi tía en una silla de madera y la amordacé. Era de noche, estaba lloviendo, y con los grandes relámpagos que caían, nadie la oiría si gritase.
Después me retiré a mi casa debajo de la lluvia.
Desde mi ventana veía como las luces de la noche le daban vida a aquel lugar. Sentía plena satisfacción, al recordar como acabé con el viejo solitario que vivía allí.— Fui el último en llegar al barrio, y el único en acabar con la historia del viejo que nadie entraba a su hogar. La razón por la cual decidí visitarlo siendo tan pequeño, fue para recoger un tractor de juguete que, a diario, me enseñaba a lo lejos con una mirada intimidante. — pensaba mientras una lágrima caía por mi rostro.
Mirando hacia allá, de repente la luz del relámpago me hace ver a un hombre vestido de negro en el portal. Salí corriendo para la sala, abrí la puerta, me dirigí al portal, entonces, llamé a aquel hombre. Recuerdo que traía un sombrero y mientras se lo quitaba se dirigía hacia donde estaba yo.
— Hombre que hace usted en esa casa. — le pregunté.
— Pasando el agua, joven. — me contestó.
Lo invité a entrar a mi casa, y pasado media hora cuando escampó, se retiró.En la noche siguiente fui a ver a mi tía. Me tomó por sorpresa que no se encontraba. Rápidamente la busqué, pero no estaba por toda la casa. Confieso que estaba asustado. No podía preguntar a nadie por ella, pues ya había dado una versión diferente de la que ocurría.
Angustiado me retiré a mi casa, empujé la puerta toscamente. Cuando alcé la mirada, estaba en la sala de mi casa, aquel hombre de negro apuntándole a mi tía con un revolver.
— ¿Qué cosa es esto? — pregunté muy asustado.
— Entra y cierra la puerta. — me dijo aquel hombre.Cumplí con lo ordenado.
Miraba a Juana y sus ojos delataban un miedo espantoso. Temblaba, movía la cabeza diciendo que no, lloraba constantemente, estaba arrodillada con las manos atadas.
— Juana te voy a quitar la mordaza, dile a tu sobrino toda la verdad. Si intentas gritar, te mato. — le decía.
Ella solo lloraba y le rogaba que no la matara. Yo cada vez más nervioso. No entendía que verdad era la que mi tía debía contar.
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En la casa de enfrente
Mystery / ThrillerDavid un joven de 22 años. Desde pequeño se mudó a La Habana con su madre después de la separación de sus padres. Para sorpresa de él, al llegar al nuevo barrio, un señor mayor los recibe de la forma menos esperada. En ese entonces, se desatan una s...