Cap 6 - Asombro

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Después que mi tía era libre de la mordaza comenzó a decir.

— David, este hombre que ves acá es tu padre. Creciste pensando que te abandonó, pero no fue así. Cuando éramos jóvenes tus padres estaban enamorados. Tenían una relación estable, pero él me gustaba mucho. — explicaba mi tía mientras estaba arrodillada en el piso, lloraba de pánico. Por un momento quedó en silencio.

— Habla mujer. Termina de decir lo que me hiciste. — le dijo él gritándole fuertemente, amenazándola de muerte.

Yo no entendía nada. Estaba asombrado por todo lo que ella exponía.

— Entonces le tendí una trampa a tu padre. Cierta tarde estábamos solos en casa y tuvimos sexo. Después fui a la policía y dije que él me había violado. Desde ese momento fue a prisión. Lisandra no le creyó a tu padre y te dijo que había muerto. Ella, no soportaba la idea que él me hubiese violado.
Inmediatamente tú y tu madre se mudaron a La Habana. Tenías 4 años, estabas muy pequeño y no lo recuerdas. Perdóname sobrino. — añadía ella.

— Mujer malvada, acabaste con mi vida. — le reclamaba Manuel.

Cuando ella explicó todo, se levantó del suelo y pudo soltar las manos. Comenzó a forcejear con mi padre, y entre tanta guerra, él terminó matándola. Ella cayó al suelo.

— Tu madre David, tu madre... — fueron las últimas palabras de Juana.

— ¿Mi madre qué...? ¿Qué pasó con mi madre? — le pregunté, pero era demasiado tarde.

Mi padre estaba muy atemorizado. Me miraba firmemente.

— No lo hice a propósito. — me dijo.

Su cara estaba muy sudada. Se puso las manos en su cabeza, y reclamaba que había sido un accidente. Recuerdo que yo lo miraba con mucha incertidumbre, deseaba hacerle tantas preguntas. Por un momento pensé que no estaba solo en el mundo.

Pero decidió huir. Allí mi padre salió corriendo por la puerta trasera, temía volver a la cárcel, decía constantemente.

De nuevo, renunció a mí, no le interesó lo que pasaría conmigo. De él no supe más hasta unos días después.

Exactamente era la 1:00 am cuando tuve que arrastrar el cadáver de Juana hasta la casa de enfrente.

A mi tía la enterré debajo de la meseta en un piso de tierra que había allí. Tiré por encima de la fosa unos cartones viejos, y me marché a mi hogar nuevamente.

Esa fue la última noche que pude dormir en paz. El motivo se lo contaré después.

En la casa de enfrente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora