Cap 2 - Murió por mi culpa

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Crecí siendo observado. Intimidado por un viejo que me invitaba a su casa constantemente y mi madre, denunciándolo con la policía. Con 15 años acepté su invitación. En mi barrio, existía una historia que exponía que nadie había entrado allí, y si lo hacías, morías.

Pero por alguna razón decidí ir hasta allá y mi vida cambió para siempre.
— Entra muchacho, mi señora está muy contenta de recibirte acá.— me dijo.

Resultaba muy raro. Siempre escuché que vivía solo, y bueno, nunca en lo que llevaba viviendo en el pueblo, lo vi hablando ni tan siquiera con mi madre.

Recuerdo que llevaba una camisa de color azul, rota por la manga, un pantalón negro muy ancho y unos tenis prácticamente inutilizables.
Aquella casa por dentro era un ensueño, o al menos eso significaba para él.

Me senté a la mesa, estaba llena de polvo, no pude evitar los estornudos. Me regañó porque despertaría a su pequeño hijo. Entonces un silencio evadía el instante. Se retiró y regresó con una foto doblada en su bolsillo.

— Mira esta es mi esposa y mi hijo. —Desdoblaba la foto enseñándomela cuidadosamente.
— Ella murió hace años, pero aún está aquí. En cuanto al hijo que tuvimos, mi señora lo extrañaba tanto que yo decidí que estuvieran juntos (sus ojos estaban llorosos). Todas las noches me visitan y desde que te vieron, se encariñaron contigo. Por eso te invité, para que vayas a su encuentro. — dijo tristemente y me abrazó.

Al escuchar su respuesta, sentía que tenía que salir corriendo, pero no lo hice. Decidí quedarme. Me llamaba la atención un gran espejo que reflejaba una sombra de una mujer.

— ¿Me estoy volviendo loco? — pensé.
— No, no me estoy volviendo loco. Quizás es que estoy nervioso. — traté de calmarme.

Pero mientras sucedía aquel abrazo. Ramón (así se llamaba) extendía su mano por mi espalda, lentamente, sacaba un cuchillo. Lo empujé lejos de mí, corrí por toda la casa, no pudo alcanzarme y logré escapar de aquel oscuro lugar.

Recuerdo que llegué a mi casa desesperado, ahogado en llanto y pidiendo perdón a mi madre por haber entrado allá.

— ¿Qué te pasó David? ¿Qué te pasó hijo mío? ¿A dónde entraste? — decía ella a gritos. —Respóndeme.
— A la casa de enfrente, el vecino quiso matarme. — le dije abrazándola fuertemente.

Lisandra me soltó y salió corriendo hacia donde estaba Ramón. Derribó la puerta delantera y desde mi ventana, se oían gritos de peleas. Asustado, llorando, me acosté en la cama y dormí.

Cuando desperté mi madre no estaba. Un vecino me dijo que aquel viejo la había matado y no podía asistir al velorio, pues su cuerpo estaba irreconocible.

En la casa de enfrente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora