Y la princesa, harta de príncipes azules desteñidos, se acerco al dragón y le dijo:
-Perdona, ¿Tienes fuego?.
Porque no se tiene que esperar a que un príncipe se digne a llegar, cuando tienes un dragón que vigila tus pasos día y noche.
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4 Días para el baile.
Elsa esperaba a su amigo con toda la tranquilidad del mundo, arreglo su habitación y se deshizo de las sobras asquerosas de la "comida" que le habían enviado ese día.
Se coloco uno de los vestidos mas decentes que tenia, tenia muchos eso era verdad, no eran muy variados y apostaría lo que fuera a que habían sido de su hermana, pero como estaban en tan buen estado no cabía duda tampoco de que solo los había usado una vez.
Anna era un poquito mas rellenita que Elsa, no por gusto claro. Elsa era delgada al extremo porque no llevaba una buena alimentación, pero no había nada que un viejo hilo y agujas no disimularan. No usaba muchos vestidos, de hecho solía lavar y usar los mismos 5 en el transcurso del mes, pues no tenia caso, pero ahora; ahora que su furtivo amigo venia al menos podía lucir bien frente al ave, su cabello lo peino en un moño bajo y como llevaba días recibiendo aquellas hermosas flores, al fin podía hacer por si misma perfume.
La habitación olía increíble, no creía poder recordar como se hacían los perfumes; pero ahora, oh ahora comprobaba que lo que bien se aprendía jamás se olvidaba.
Tadashi decidió también no llegar con las manos vacías, robo de la cocina una docena de panes dulces deliciosos que él supuso serian para la cena, los coloco en un pequeño bolso de papel hecho por si mismo y les roció un poco de escancia de rosas de la que las sirvientas colocaban en los pasillos en frascos aromatizantes.
También cumpliendo a su juramento a si mismo de siempre llevarle una flor había tomado de su propio jardín una rosa blanca.
Al verse transformado tomo entre sus garras la bolsa delicadamente y la rosa con el pico.
Emprendió vuelo saliendo por su ventana en dirección al lugar donde solía refugiarse de sus pesadillas desde su llegada.
Al ver a Elsa sentía que el mundo se paralizaba por minutos y no había nada de que preocuparse.
No tenia que preocuparse de que sus pueblos estuvieran en guerra, no tenia que preocuparse de que su misión en es lugar era otra, no tenia que pensar en como debía actuar un príncipe, no tenia que temer a ser el mismo porque con ella si podía.
Metafóricamente podía ser el mismo.
Físicamente no era él mismo, pero escucharla, sentir sus caricias inocentes en su cabeza, verla sonreír; le hacia ser lo que él era en verdad, un chico común con un gran don, un chico de 24 años cuya única preocupación debería ser siempre pensar en si mismo, porque eso era lo que hacia arriesgándose a tanto, pensaba en si mismo, en su necesidad de conocerla, en su deseo de estar a su lado. No en lo que su pueblo esperara que hiciera, sino en lo que él quería.
Y quería conocerla.
__Hola amiguito.__ Elsa lo recibió con una sonrisa y curiosidad. Tadashi entro por la ventana y coloco sobre el pequeño escritorio de Elsa la bolsa con los panes, porque la rosa como siempre se la dio en la mano. __Oh por Dios es hermosa Tadashi.__