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SungHoon se había ofrecido, de manera muy amable, llevar en su auto a Sunoo hasta su casa, quién no tenía las fuerzas suficientes para ir solo, por lo que no se negó

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SungHoon se había ofrecido, de manera muy amable, llevar en su auto a Sunoo hasta su casa, quién no tenía las fuerzas suficientes para ir solo, por lo que no se negó.

Ahora el mayor poseía su propio auto, uno de un color blanco brillante, el cual había podido comprar gracias a su sueldo de patindor artístico.

El transcurso del cementerio hasta la casa del menor había sido algo incómodo debido a que cada vez que Sunoo recordaba su situación, sollozaba en silencio; Por otro lado, SungHoon quería hacer algo para que dejara de llorar, pero se dió cuenta que el pequeño pelirubio lo necesitaba. Necesitaba desahogarse para que se sienta mejor, aunque debido a las circunstancias, eso tardaría un buen tiempo.

-Sun.. -Susurró el mayor, con miedo de asustar al más bajo.

La mirada almendrada se dirigió a él, y le dolió ver aquellos ojitos tan cansados, hinchados y sin su brillo que tanto los caracterizaba.

-Llegamos.. -Agregó, a lo que él menor simplemente asintió.

-G-Gracias por t-traerme -Habló con dificultad, entre hipidos.

-¿E-Estarás bien? -Observó al de mejillas suaves limpiarse las lágrimas mientras asentía, sin convencer al patindor, pero aún así, pensó que necesitaba estar solo por un momento.- Te veré luego, mientras tanto, cuídate, ¿Si?-.

-S-Si.. -Fue lo único que dijo antes de salir del auto, corriendo ante la atenta mirada de Park, hasta estar dentro de su casa.

Escuchó el auto alejarse, por lo que se recargó sobre la puerta, suspirando pesadamente al inspeccionar el lugar, notando la cajita con las pertenencias de Ni-ki que le habían entregado en el hospital.

Se reincorporó con dificultad, para acercarse a aquella caja y tomarla entre sus manos. Como pudo, caminó escaleras arriba, llegando a su habitación, la que, hasta hace unos días atrás compartía con su esposo.

Se sentó en su desordenada cama, colocando la cajita sobre sus muslos. Dudó un poco antes de abrirla, pero tenía que hacerlo, se armó de valor y tomó un largo suspiro antes de sumergirse en el contenido de la caja sobre sus piernas.

El documento de identidad era lo primero que se apreciaba a su vista, tanto el Japonés como el Coreano, éste último era más reciente, mientras que el de otro tenía una foto de un Riki de 1 año de edad. Eso hizo sonreír con ternura a Sunoo, pero esa sonrisa duró apenas unos segundos.

La billetera de Nishimura, cuerina de color negro, con la siglas "MJ" en el centro, al abrirla, dejaba ver una pequeña foto instantánea de ellos dos, juntos, muy felices. Maldijo al destino en silencio, sintiendo sus ojos aguarse nuevamente.

Puso la billetera a un lado, sin contar los miles de wones que ésta contenía.

El celular, con un protector de pantalla roto, el cual salvó el aparato del impacto, por lo que él móvil aún encendía.

2.- A Second Oportunity. | SungSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora