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La adrenalina puede llevarte a hacer muchas cosas, cosas que queden salir bien y cosas que pueden salir mal; cuándo nos vemos encadenados en etapas de adrenalina pocas veces somos capaces de reaccionar de manera cuerda a los obstáculos que se pueden reflejar durante un momento ¿Qué era lo que sentía Patricio? Él no estaba bien, no era el villano de una historia; no si que no era capaz de entender lo que hacía. Tenía problemas de ansiedad que arrojaban a que se acelere de manera brusca cada que algo no le gustaba, era tarde para arreglar ese problema pues sólo un defecto puede arrojar a experiencias que forman un carácter prepotente y necio. Esta no era la primera vez que Patricio reaccionaba así, muchas veces en su barrio tuvo problemas con los chicos que vivían ahí, arrancaba a los golpes y al final quién le limpiaba y sanaba las heridas era su madre; nunca le reprochó nada, nunca se metió en sus problemas y tampoco podía hacer mucho después de que su hijo le dejara en claro que no de metiera con aquel manotazo que ella recordaba vívidamente. Habían pasado varios años.

Patricio tenía agarrado a Ferrer del cuello de la camisa, soltando de un lado para darle un fuerte golpe; Ferrer explotó hasta ese momento se había contenido pero un golpe de la proporción que le había dado Patricio no lo toleraba, entonces forcejeó con él hasta estamparlo contra la pared de concreto y Lo golpeó en el estómago. Para este punto Refugio estaba desesperada, no sabía como reaccionar, pero sus ojos cargaban lágrimas. Patricio tomó fuerza y se abalanzó contra el corpulento hombre, empujándolo y cruzando sus brazos para torcerlos, entonces Ferrer lo pisó con fuerza debilitando su agarre por lo que era él ahora quien lo agarraba de la camisa, entonces soltó un puñetazo en la cara de Patricio, luego otro y  otro.

Chavero estaba presenciando desde el primer golpe, pero Dionisio no se estaba controlando y le asustaba la agresividad con la que el hombre golpeaba a su hijo, se acercó corriendo a jalarle del brazo para que dejara de hacerlo, pero Patricio le dio un rodillazo en la entrepierna del hombre haciendo que este de retorciera de dolor en el piso, acción que aprovechó Patricio para ponerse arriba del hombre y golpearlo varías veces.

—¡Dios mío, suéltalo! —pidió exaltada después de ver como su hijo no dejaba de dar puñetazos. Lo jaló del brazo para que parara recibiendo de él un empujón que la llevó al suelo.

Entonces Ferrer lo tomó del cuello dándole la vuelta ahora quedando él arriba, lo ahorcaban mientras Patricio le enterraba las uñas en las manos.

—Desgraciado—Bramaba el hombre.

—Dionisio, no lo mates... no lo mates—gritó Chavero abalanzándose contra él. No paraba de poner presión en sus manos y Patricio dejaba de respirar poco a poco.

Refugio estaba aterrada, sintió un terrible miedo al ver como su hijo se ponía rojo, tenía miedo de perderlo por una pelea descontrolada, ella no sabía hasta donde llegaba Dionisio, pero su expresión exaltada le daba miedo. Las lágrimas de Chavero no cesaban y su garganta se estaba hinchado por los garrasopones. Tomó la cabeza de Ferrer en sus manos, miró sus ojos que no la miraban a ella, pero sus pupilas estaban muy dilatadas.

—Dionisio ¡Por favor! —rogaba—no me quites a mi hijo.

El nombre no parecía hacer caso, entonces la mujer le soltó un golpe fuerte que hizo que la mirara, luego miró al hombre que estaba en el piso tosiendo por falta de aire; volvió a mirar a la mujer que estaba hecho un mar de lágrimas. Se levantó aturdido mirando la escena, Chavero se había tirado al piso abrazando a su hijo entre sollozos, sin embargo, cuando este se repuso tomó del cabello a su madre. Se había fijado en las marcas del cuello.

—¿Qué es esto? —Tomaba su cabello con brusquedad.

—Me estás lastimando—Chilló.

Dionisio seguía en shock, se había asustado con lo que había encontrado cuándo recobró el conocimiento después de la cachetada de Refugio.

FUEGO ARDIENTE  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora