🎋 IX 🎋

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Alex despertó con migraña, la cuál le sirvió como un aviso para recordar como había acabado ahí la noche anterior. Desde ese punto, los días empezaron a ser confusos y algo incómodos entre los dos. Alejandro no insistió por el momento, pero con una tristeza notoria comenzó con las tareas que le dejó Amidala.

*

Siguió la nueva rutina que había formado. Despertar, desayunar, ordenar un poco y sentarse en aquel escritorio que antes usaba para su trabajo. Sacó el papel de uno de los cajones y lo dejó en la mesa, empezó a analizar algunas que había ya realizado y que tachó con un plumón, otras que aún estaban en blanco y unas últimas, que estaban resaltadas con un subrayador amarillo neón.

La chica le había comentado que debía hacer una de esas mínimo a la semana, por lo que buscó una que no fuera tan complicada.

"Habla del tema con un amigo de confianza."- leyó.

La comunicación era un punto importante en las amistades, él lo sabía. Así que escogió esa, dejando por un momento el papel a un lado para empezar a alistarse.

*

Alex decidió ir al departamento de Rubén, uno de sus mejores amigos. Pensó en llevar algo de comer por llegar de sorpresa casi a la hora de almuerzo, razón por la cual pasó por un nuevo restaurante del lugar, llamado "La gran familia mediterránea", donde consiguió unas hamburguesas y unos piqueos para picar.

Al llegar al departamento, tocó el timbre un par de veces. Se estaba desesperando de que nadie abriera, hasta que al fin vió la puerta moviéndose.

Hombre, pensé que nunca abrirí-

Oh, hola Alex- interrumpió Samuel.

El menor levantó la vista al no ver a quien esperaba. Su mente tardó un poco en reaccionar, hasta que lo recordó. El contrario y su amigo eran pareja, y a comparación de la relación de él, la de ellos iba en mucho mejor camino.

Vegetta, el cual era su apodo, le dió el paso para entrar a su hogar.

Veo que trajiste de comer- dijo el más alto junto a una pequeña risa- parece que nos has leído la mente, justo íbamos a ir a ese restaurante.

Ehh, ¿entonces iban a salir? No me digan que estoy interrumpiendo algo... sino puedo irme y ya vuelvo más tarde, no tengo ningún problema- respondió, con algo de temor.

¡No! No te preocupes, ya que la comida está aquí, podemos quedarnos- aquella voz vino de la habitación, de donde salió su amigo castaño- ¡Alex!

Rubén no pudo soportar su impulso de ir a abrazar a su amigo, hacía tanto tiempo en el que no se encontraban, que tuvo que hacerlo para comprobar que no era ninguna ilusión suya.

Y por otro lado, Alejandro, quien había estado actuado sereno hasta el momento frente a los demás, al sentir los brazos de su amigo envolviéndolo, no pudo evitar romper en llanto. 

Aquella reacción desconcertó a Doblas, quien al sentirlo, lo apartó un momento para poder observarlo bien, ¿a qué venía sus sollozos?

Yo... siento venir y terminar así pero, ya sabes, las cosas de por sí no iban bien- Alex soltó una risa nerviosa- y ahora, todo va peor de lo que alguna vez lo imaginé.

¿Quieres hablar de ello?- Rubén podría ser un bromista de primera, pero cuando se lo proponía también podía ser serio, su amigo necesitaba de él, y ahí estaba para apoyarlo.

El castaño le dió una mirada a su pareja, en la que le indicaba que se fuera un momento al dormitorio para darles algo de privacidad. Esto no pasó desapercibido por Alejandro, quien al sentir la mirada del pelinegro que transmitía pena, empezó a sentir algo más. ¿Será que aquel chico sabía algo de lo que pasaba entre David y él?

Ahora sí, siéntate y hablemos. No espera, te traigo algo de beber, ve poniéndote cómodo- antes de dirigirse a la cocina, le dió un suave abrazo.

Al principio, Alex tuvo miedo. Pero de cierta manera, saber que no estaba solo lo reconfortaba. Apenas el cuerpo del petizo tocó el mueble, se hizo más presente su estado, se veía notoriamente débil, cansado y hasta algo más delgado de lo que recordaba.

Ya está, entonces di...- Rub hizo una pequeña pausa al ver bien a su amigo- ...me. 

Ciertos pensamientos pasaron por la cabeza del chico del hogar, quien temía lo peor. 

En la otra habitación, Samuel ya había supuesto la razón por la cuál Alex se encontraba ahí. Se sintió culpable al recordar todo, por nunca haberle dicho a Alejandro lo que estuvo pasando todo ese tiempo, y más cayendo en cuenta en lo que le había dicho Fargan la última vez que se reunieron por el ping-pong.

hipofrenia; fargexbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora