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En la finca del ducado Alfierce, el nerviosismo inundaba a los sirvientes gracias a la llegada de la menor del condado Yedith.

El duque había recibido una carta del templo Theïkós¹.
Claramente eso dejó sorprendido al oji ámbar, jamás había recibido una carta del tan famoso e importante templo.
El templo que se encargaba de educar y guiar a la santa.

El templo donde vivía su cuñada menor.

La actual santa.

Jamás la había conocido, cuando se casó con Zenim la menor del condado ya no vivía en el imperio. Así que nunca pudo hablar o saber de ella, y su esposa no fue muy allegada a su hermana menor.

En el poco tiempo que se relacionó con los Yedtih supo que hablar sobre la santa era un tabú.
Podría ser el dolor de que ella estuviera lejos, pero él sabía que ese no era el motivo.

Luego de la tan inesperada carta, la cual informaba la visita de la santa a su hogar. Se lo comunicó a su esposa, quien perdió todo el control que tenía y dejó a la luz sus nervios e irritación.

Algo que ignoró y decidió seguir con su trabajo hasta que llegará su cuñada menor.

Tal vez era una falta de respeto invadir su territorio sin un permiso previo, pero la santa tenía tanto poder como la mismísima realeza del imperio.

-sabes si se quedará aquí?.

La duquesa de cabello marrón y ojos chocolate estaba sentada cerca de su esposo. Ambos en el living de la mansión tratando de tener paciencia.

-no, solo escribió que vendría a visitarnos.

El oji ámbar cambió la página de su libro mientras le daba un sorbo a la taza de té en su mano libre.

La peli marrón frunció el ceño pero se contuvo de expresarle su furia y apretó su falda con enojo.

-"presentarse en mi hogar sin un permiso, cuán arrogante se ha vuelto, no ha cambiado nada".

Ya eran demasiados años que no supo nada de ella, ni tampoco tuvo interés de saber.

Tenía vagos recuerdos de esa niña al irse feliz con su padre, pensando que era un viaje para que pasarán tiempo juntos.

-trata de controlarte -la voz de su esposo capturó su atención -no sé lo que haya pasado entre ustedes, pero recuerda tu posición y la de ella.

El duque la miro de reojo haciendo que la furia en el interior de la duquesa aumente de forma masiva.

Tenía en claro la importancia de esa niña en la sociedad, no, en el continente entero.
Y era algo que en verdad la irritaba.

Y era algo que en verdad la irritaba

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𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐢𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥.² ⁽ᴾᵃᵘˢᵃᵈᵃ⁾.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora