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Habían pasado 1 mes desde que llegó al imperio. Mes que fue una aventura para Ariana, no tuvo a Jeanette en su vientre pero su lazo era sorprendente. Desde que se conocieron la pequeña poco a poco tomó como madre a la santa la cual estaba en verdad feliz siendo madre.

Luego de ser presentada ante la mayoría de la sociedad, recibió varias cartas de invitación a reuniones sociales.
Asistió a varias por curiosidad, su cuñado la aconsejó igual que las sirvientas que le servían, conoció a damas importantes e influyentes en la sociedad.

A pesar de su corta edad y de no haber vivido en medio de la aristocracia, sabía tratar con ellos y manejar la mayoría de las situaciones.
En varias ocasiones quisieron desprestigiar su talento político y social, pero ella pudo dejarles en claro que a pesar de su edad era toda una dama de la nobleza, una dama imperial.

En el pueblo la mayoría la conocía gracias a que había salido a conocerlo con la pareja ducal y varios ciudadanos se acercaron a saludarla.
Además de agradecerle por sus cuidados y los de sus compañeros.

Existían templos menores distribuidos en todos los continentes, los cuales eran liderados por el templo Theïkós.
Ellos se encargaban de enviar a sus pupilos a todo el territorio para sanar, cuidar y proteger a los más frágiles de los pueblos.
Y el imperio de Obelia también estaba incluido.

El poder divino del templo aumentó gracias a que cada cierto tiempo la santa esparcía su poder con ayuda de los sacerdotes y sacerdotisas principales por todos los templos menores. Logrando así que los pupilos de los templos ayudarán con mayor rapidez y frecuencia a los frágiles.

La llegada de la santa era en verdad una bendición de los dioses para todos los pueblos.

*da!*

Se exaltó cuando sintió un tirón de su cabello, se quejó un poco y luego bajó la mirada hacia su hija, que la estaba viendo con un puchero y apretaba su pelo con fuerza.

-lo siento cariño, mami se distrajo un poco -besó la mejilla de la adorable pequeña que estaba con un vestido celeste y en su cabello había una bincha celeste con una flor rosa.

La pequeña estaba en sus brazos desde hace un rato largo.
Gracias a los constantes mimos de Ariana, su hija se hizo muy dependiente a ella y era algo que no le molestaba.
Las nanas de la pequeña no tenían tanto labor ya que su maestra siempre se encargaba de todo y se las ingeniaba para hacer su trabajo y cuidar de su hija al mismo tiempo.

-parece que se perdió en sus pensamientos.

Una de las damas nobles sentadas cerca de ella llamó su atención.
La duquesa Jarvis una mujer de cabello azabache y ojos grises, y la marquesa Elaine de larga cabellera rubia y ojos marrones.

Ambas se habían llevado de maravilla desde el primer momento con la santa.
A pesar de ser mayores que Ariana, las tres tuvieron gustos en común y uno de ellos era el ser madres extremadamente amorosas y sobreprotectoras.

Hasta el momento era con las damas que más se reunía.

-lo siento duquesa, estuve pensando en todo lo que sucedió hasta ahora -les sonrió en forma de disculpas y ellas le sonrieron amable.

-es entendible, aún me sorprende que tuviera una hija tan joven, pero es idéntica a usted -la Marquesa sonrió encantada viendo a la pequeña de ojos azules claro que estaba entretenida jugando con la mano de su madre.

Ariana había usado su magia para ocultar los verdaderos ojos de su hija.
Pensó en usar un accesorio mágico pero eso podría causarle molestias a la menor, así que prefirió usar un hechizo que conocía para ocultar esas gemas imperiales.

𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐢𝐦𝐩𝐞𝐫𝐢𝐚𝐥.² ⁽ᴾᵃᵘˢᵃᵈᵃ⁾.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora