Los del Seijoh realmente no perdieron la oportunidad y casi medio equipo le pidió su número de celular a Tobio, ahora incluso en medio de las clases le llegaban notificaciones lo que terminó en un sermón de uno de sus maestros.
No podía comer a gusto, estudiar a gusto, bañarse o siquiera salir a correr porque las notificaciones del celular lo desconcertaban, optó por quitarle el sonido al aparato pero ver su bandeja de mensajes llena después de un par de horas tampoco era satisfactorio.
Para resolver uno de sus problemas, empezó a salir a correr más temprano que nadie, las calles aún estaban oscuras y el sereno de la noche seguía cayendo. El ambiente no le molestaba a Tobio, era aún más relajante que ver a todos los carros pasar a toda velocidad, el silencio y soledad de la noche le daba paz. Tanto que terminó en un lugar que no conocía.
Tobio golpeó su frente en un poste, no tenía idea de dónde estaba y justo ese día había dejado su teléfono en casa. No tenía idea de dónde había venido y no podía volver sobre sus pasos, se encontraba en una esquina cualquiera con una tienda de conveniencia a un lado. No es que él pudiera entrar en el local, después de todo, tampoco llevaba dinero con él.
Agradecía a los cielos que era domingo y ese día descansaba de la escuela, además de que su hermana se había mudado al dormitorio de la universidad y su abuelo no le reprochaba por salir temprano y llegar tarde.
Sin embargo eso no quitaba su problema, no tenía dinero, medio de comunicación, y mucho menos sabía si estaba cerca de algún lugar conocido. Agradecía su gran condición física y así pudo correr un poco más en busca de algún punto conocido.
Fue la decisión más estúpida que Tobio pudo haber hecho, se adentró aún más en la ciudad pero no encontró nada conocido, el sol empezaba a salir y las personas camino al trabajo también, se empezaba a preocupar de no ser capaz de volver antes de medio día por su abuelo, además de que él se encargaba del almuerzo.
Mientras trotaba empezó a distraerse con todo a su alrededor, no sabía dónde estaba, mucho menos de dónde venía y lágrimas se empezaban a acumular en sus ojos por la desesperación así que no notó que se metió en el carril de otro persona que venía corriendo del lado contrario.
Cayó sobre su trasero con su nariz adolorida por el impacto y las lágrimas acumuladas en sus ojos empezaron a fluir.
- Lo siento ¿Te encuentras bien?
Una mano grande y tosca se mostró frente a él, analizó un poco a la persona, tenía un cuerpo duro y grande, su espalda tenía un gran volumen y su cabello era oscuro verdoso.
- Estoy bien, gracias, fue mi error - Con calma, Kageyama aceptó la mano del que estaba frente a él y se levantó del suelo limpiando el polvo de su parte trasera.
- ...Tus manos son suaves - El comentario del contrario salió en un susurro que con suerte Tobio escuchó
- ¿Gracias? - Kageyama no sabía si debía responder pero al ver que el contrario no dejaba ir su mano prefirió pasar un momento incómodo
La otra persona, al notar de que había pensado en voz alta enrojeció y ocultó su rostro en sus hombros.
Tobio vió esto como algo adorable y no pudo evitar reír un poco, en un acto de malicia reforzó su agarre de manos con la otra persona poniendo sus dos manos como una caparazón para la gran mano del mayor ahí.
El rostro del más alto enrojeció aún más e hizo intentos inútiles de separarse de Tobio.
Kageyama le sonrió sinceramente antes de soltar su agarré y que la otra persona pudiera voltearse para evitar su rostro.
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The King
Fiksi Penggemar¿Sabes lo que es un rey? Tal vez conozcas la definición del monarca supremo pero en este mundo que puede parecer común y corriente, son las personas ligeramente diferentes a las demás. Kageyama Tobio, un chico sarcástico e inteligente es uno de ello...