Han pasado algunos días desde aquel incidente. Bang Chan sigue con su rutina de regalar flores a las personas que son importantes para él.
Pero ahora siempre le sobra una.
Y es que por inercia siempre arranca cinco flores de su jardín como lo ha hecho desde hace un año, pero ya no quiere darle la suya a Minho.
Aunque en un extraño giro, el acosador se volvió acosado.
Minho sigue insistiendo en sentarse con él en el almuerzo. Al notar que el más alto ya no quiere sentarse con él en el autobús y prefiere ir de pie, el bajito lo imita parándose y haciéndole compañía.
Y es que no pensó que fuera tan molesto tener a alguien detrás de ti todo el tiempo, aunque él siempre lo hacía después de todo.
Quiere perdonarlo, de verdad que sí, sólo había probado sus besos un par de veces aunque fueron suficientes para enloquecerlo como una droga. Pero siempre había algo que lo molestaba.
El menor le rogaba por su atención y por su perdón, pero eso solo era cuando estaban solos. Notaba como es que volteaba a los lados asegurándose de que nadie los vea.
Y eso lo hace enojar porque a Chan jamás le importó ser llamado raro por darle su regalo diario, no le importaron las miradas ni las burlas. Es algo que su amado chico no está dispuesto a hacer por él.
El más alto sube al autobús igual que todos los días, le da su respectiva flor blanca a la conductora y luego va a su asiento, pero algo extraño sucedió.
Minho no está ahí.
Se sienta e intenta ocultar su preocupación. El bajito lo usó, solo fue por subir las notas. No merece su pensamiento.
Pero lo sigue pensando.
Le preocupa porque lo quiere, lo sigue queriendo a pesar de todo.
Estaba tan concentrado que ni siquiera notó cuando el transporte se detuvo llegando a la escuela. Al darse cuenta, bajó rápidamente con su mochila además de su característico ramo de flores. Fue a humedecerlas un poco como lo hacía en las mañanas cuando se topó con dos personas que no había visto desde que se peleó con Minho, aunque ellos no han notado su presencia.
–¿Estás seguro? ─le preguntó Changbin a Hyunjin.
– Su mamá me lo dijo, por eso hoy no vino. Me siento mal por él, tengo que quedarme hasta tarde para ensayar la obra de teatro.
– Y yo tengo práctica – contestó el moreno – Supongo que iremos mañana.
–¡Ah! Es el gigantón – dijo Hyunjin refiriéndose a Chan cuando lo notó – No te había visto hace días, ya eras parte del grupo y desapareciste ¿Todo bien?
– Sí – contestó serio, ahora se da cuenta que ni siquiera les dijo a sus amigos lo que pasó. Eso lo hizo sentir peor, pero no puedo evitar preguntar – ¿Y Minho? No lo vi en el autobús.
–¿No lo sabes? – preguntó Changbin sorprendido – Bueno, igual eres su amigo así que deberías estar al tanto. Resulta que el mareo de Min no fue algo tan casual.
–¿Qué?
– Tiene anemia, no es tan grave, parece que lo pudieron detectar a tiempo, pero hoy se sintió muy débil como para venir. Binnie y yo tenemos pendientes hoy y no podemos ir a verlo.
– Pero tú podrías ir, ¿no? – le pregunta Changbin – Por favor, queremos asegurarnos que esté bien.
– No lo sé...
–¡Anda! Por favor – pidió de nuevo.
Al verse acorralado, Chan aceptó, o intenta convencerse de que fue por eso, porque la verdad es que vaya que le preocupa ese chico.
Al terminar las clases va a casa de Minho recordando cómo llegar. Sabe dónde baja exactamente.
Llega frente a la puerta y libera un suspiro porque está nervioso y enojado consigo por no poder resistir la preocupación.
Toca el timbre y espera nervioso después de escuchar un "voy", abre la puerta un hombre que recuerda: es el padre del bajito.
–¡Ah! Bang Chan – nombra sorprendido el hombre.
– Buenas tardes, señor, vine a ver a Minh. Supe que está enfermo y quisiera saber si está bien – dice el alto nervioso. El padre del menor le causa un conflicto interno y es que aunque nunca se ha portado mal con él, piensa que ha hecho comparaciones económicas entre su hijo y él.
– Claro, adelante – invita amablemente y el menor obedece nervioso – Mi hijo está arriba, no es gran cosa, pero es normal alarmarse. Es la tercera puerta del pasillo. Anda a verlo, estás en tu casa.
– Gracias, señor – agradece sincero y va a donde lo mandaron.
Fue una grata sorpresa notar que el padre de Minho no hace distinción alguna por su situación financiera, aunque eso no debería importarle ahora que no le interesa el chico.
O eso intenta, al menos.
Al llegar a la puerta, la golpea suavemente y entra al escuchar un "pase".
– Bang Chan – nombra Minho sorprendido. Está recostado aún en pijama pues está más cómodo así.
– Hola – saluda secamente y cierra la puerta tras de él – Supe que estás enfermo. ¿Te sientes mejor?
– Me mareé en el desayuno, papá es un exagerado – informa avergonzado, no sabía que tendría visitas – No es que no me guste verte, porque me encanta, pero ¿por qué estás aquí? Creí que ya no me querías.
– No puedo olvidar al chico que tanto me gustaba desde que lo vi tan rápido – confiesa mirando el suelo – pero, comprenderás que lo que pasó...
– Fui un idiota, Chan, pero jamás me acerqué a ti solo por la calificación – lo interrumpe – No dije eso porque seas "el raro", pero, eres hombre, yo también.
– No pareció importarte cuando me besaste.
– Cómo te dije, no me arrepiento de ese beso. Fue el primero que he dado y sé que se lo di a la persona indicada – afirma muy seguro y al escucharlo, Chan levanta la vista del piso y lo mira sorprendido.
Fue su primer beso.
– Me gustas, Bang Chan, pero tengo miedo, por eso dije eso.
– Por eso no quieres que te vean conmigo, solo tus amigos, pero ni ellos sabían lo que sucedió entre nosotros ¿No? – preguntó molesto y él menor se quedó callado dándole la razón – Yo estoy dispuesto a ofrecerte lo que tengo y solo esperaba lo mismo de tu parte.
– Es muy difícil para mí.
– Entiendo, mi intención no es hacerte sentir mal, pero me preocupaste, a pesar de todo.
Minho asiente. No piensa darse por vencido con el mayor, pero no puede presionarlo. Si Chan fue capaz de esperarlo por tanto tiempo, él hará lo mismo.
El alto voltea a un lado de la cama porque algo le llamó la atención. Es un portarretratos que tiene una rosa seca dentro.
Pero ve que no es la única. Hay un libro que parece un álbum de fotos sobre su escritorio que tiene una también. Hay un recuadro detrás de la cama de Minho que tiene más flores enmarcadas.
El menor notó que Chan se dio cuenta y se siente muy avergonzado por el detalle que le presta.
– Son las flores que me has regalado – confiesa inseguro – No son solo las recientes, tengo la mayoría de las que me has dado desde que empezaste a hacerlo, por eso no quería que vieras mi habitación la primera vez que viniste.
– Creí... creí que las tiraste – dice sorprendido.
– Jamás lo haría – afirma enojado – Chan, sé que me portaba distante contigo, pero jamás tiraría algo que me regalaras. Las mantenía frescas lo más que podía, y luego las pongo a secar en libros para poder conservarlas. Algunas las ocupo como separadores.
Chan sonríe al escuchar eso. Minho conserva todo lo que le ha dado, incluso antes de que se llevaran bien.
ESTÁS LEYENDO
El raro de las flores - Minchan. ADAPTACIÓN
FanfictionBang Chan gusta de regalar flores a quien considera importante, aunque lo conozcan como el raro de las flores. ADAPTACIÓN AUTORIZADA. TODOS LOS CRÉDITOS A @RiosBJCS Portada hecha por mí, pero la imagen original no es mía. Créditos a su autor. - Min...