XIX

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Junio ​​de 2012
Harry Potter: 31 años
Draco Malfoy: 19 años

A la mañana siguiente, Harry no encontró nada útil en las memorias del Ojo-que-todo-lo-ve. Antes de ir a Elixires Especializados, Harry pasó a ver a Andrómeda. Le había enviado una nota cuando dejó solo al Draco de once años para poder ir al almacén, en la cual había explicado la cura y lo que le estaba pasando a Draco. Pero como Harry había estado muy cansado mientras la escribía, quería hablar en persona con Andrómeda para hacerle saber lo que estaba sucediendo con Ron y Hermione, el caso de pociones y la cura de Draco.

—Sonabas frenético, sí —estuvo de acuerdo Andrómeda, cuando Harry terminó su explicación.

—Tuve que dejarlo solo —dijo Harry—. Solo tenía once años.

—Los niños de once años pueden quedarse solos en casa durante unas horas sin terminar matándose a sí mismos —dijo Andrómeda, sonando divertida—. Me imagino que a ti te dejaban solo con mucha más frecuencia.

—Eso es diferente.

—¿Por qué?

—Porque no tenía a nadie que me quisiera —dijo Harry, afirmando lo obvio.

—Ah —dijo Andrómeda, sonando tanto como al Draco adulto en ese momento que Harry sacudió la cabeza—. ¿Qué tal te pareció el Draco joven, entonces?

—Bien —dijo Harry.

Andrómeda solo levantó las cejas lentamente.

—Bien —insistió Harry—. O sea, él fue- no fue cómo tú esperarías que fuera.

—Déjame decirte lo que esperaba —Andrómeda tenía ojos que siempre le hacían sentir como si estuviera mirando una parte de él que él no sabía que tenía—. No pude conocer a mi sobrino hasta después de los juicios, pero conocí a Cissy —Harry se dio cuenta de que se refería a Narcissa—. Ella era la tranquila. Incluso cuando Bella y yo nos gritábamos, Cissy era tranquila, encantadora y educada. Hacía todo lo que mamá y papá le ordenaban, excepto cuando se casó con Lou. Cada emoción que alguna vez tuvo, buena o mala, la encadenó dentro de sí misma con tanta fuerza que nunca se pareció a nada más que a la imagen de la niña bonita que viste alguna vez.

—¿Lou? —Dijo Harry.

—No le digas a Draco que te lo dije —Andrómeda sonrió—. De todas formas, ella tenía que manifestar todas esas emociones en alguna parte. ¿Dónde crees que las puso? Ciertamente no en su marido; también tenía que ser perfecta para él. Veintitrés años de amor, pasión, cariño, soledad y dolor. Ella puso todas en él.

—Draco.

—Él era el amor de su vida. Por eso se volvió loca en Azkaban, no podía soportar la idea de que él estuviera solo. Sin ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Harry —Andrómeda de repente se veía tan cansada, las arrugas alrededor de su boca parecían aclararse, como si estuvieran tirando de toda su cara hacia abajo—. Ella me lo dijo. Cuando estaba en la Sala de Janus Thickey. ¿Sabes qué es lo que más la preocupaba?

Harry no tenía idea de que Andrómeda había visitado a Narcissa en San Mungo. ¿Por qué esta familia escondía tantas cosas?

—Le preocupaba haberlo dañado. Psicológicamente. Que su obsesión había hecho que él no pudiera vivir sin ella —La voz de Andrómeda era plana—. Por eso lo hizo.

Harry no quería escuchar. No iba a poder soportarlo.

—Ella quería que él continuara —dijo Andrómeda—, y lo ha hecho. Lo hará.

Away Childish ThingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora