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______ se quedó en pie al borde de una enorme arena de piedra blanca y mármol que parecía un restaurado coliseo romano. Solo el techo estropeaba la ilusión, alardeando de la misma cúpula de cristal cubierta por el mar que comprendía todo el resto del… ¿Edificio? ¿Palacio?  Amplia y larga, la arena atravesaba la longitud de un campo de futbol. El aire estaba perfumado por sudor y suciedad, cortesía de los seis hombres que blandían sus espadas y básicamente trataban de aniquilarse los unos a los otros. Sus gruñidos y gemidos se mezclaron con los sonidos metálicos del metal. Con todo, tenían que advertirla. 
Su corazón enmudeció en su pecho, y giró en redondo, intentando huir de vuelta al corredor. 
Cuando ella divisó a otro guerrero, este solo estaba entrando por desde la parte más alejada, se escabulló a un lado, fuera de su vista. ¿La había visto? No lo sabía. Solo sabía que estaba bloqueando la salida más próxima. ¡La salida más cercana estaba bloqueada! 

—Cálmate —susurró ella. Esperaría dos minutos. Seguramente el corredor estaría desierto para entonces; seguramente por un breve espacio de tiempo podría quedarse allí mismo sin que la descubrieran. Entonces escaparía. 

Simple. Fácil. 
Por favor, deja que sea simple y fácil. 

—¿Quién te enseñó a luchar, JungKook? —gruñó un hombre. Él era el hombre más alto de los presentes, con amplios hombros y acordonados músculos. Su oscuro pelo estaba retirado en una corta cola de caballo, y vió como empujó a su oponente al suelo—. ¿Tú hermana? 

El llamado JungKook salió poniéndose en pie, la espada levantada delante de él. Llevaba los mismos pantalones de cuero negros y camisa que los demás. Obviamente era el más joven. 

—Quizás fuera tu hermana. —Refunfuñó él—. Después de tumbarla a ella, por supuesto. 

______ se quedó boquiabierta cuando unas escamas verdes aparecieron momentáneamente en la cara del primero de los hombres. Cuando parpadeó, habían desaparecido ya. 
El tipo alto y hombros anchos envainó su espada y alzó las manos. Le hizo señas a JungKook para que se acercara a él. 

—Si realmente tuviera una hermana, te mataría justo donde estás. Como no la tengo, solo voy a golpearte hasta dejarte sin sentido. 

Un hombre se adelantó interponiéndose entre los dos combatientes. Tenía el cabello castaño y unas sorprendentemente tristes facciones. Él estaba desarmado. 

—Suficiente. —dijo él—. Somos amigos. No enemigos. 

—Cállate, YoonGi. —Un chico apenas mayor que JungKook saltó argumentando. Apuntó la punta de su espada hacia el pecho del triste.

Húmedos mechones de cabello castaño colgaban de sus cabeza y enmarcaban el tatuaje de dragón que discurría desde la línea de su mandíbula—. Es hora de que tú y todos los otros lucifaeres aprendan que no son infalibles. 

Los ojos dorados de YoonGi se entrecerraron. 

—Aparta el arma, pequeño tramposo, o te degollaré dónde estás.

La cara del “pequeño tramposo” palideció, mientras hacía lo que se le ordenaba. 

______ retrocedió un paso. Respira, se dijo a sí misma. Solo sigue respirando. Ellos iban a matarse unos a otros. 

—Elegante movimiento, —dijo otro hombre. Este tenía el pelo color fresa y una cara impresionantemente hermosa, que contrastaba con el hecho de que estaba puliendo dos alargadas hachas. Una seca diversión brillaba en sus dorados ojos—. YoonGi ha matado hombres por mucho menos. Supongo que ayuda el saber exactamente dónde cortarlos, donde hacerlos sangrar y sufrir durante días antes de que finalmente mueran con misericordia. 

드래곤의 심장 [Aԃαρƚαƈιóɳ] »»--★PJM y _____★--««Donde viven las historias. Descúbrelo ahora