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Una vez que recuperó su sentido de estabilidad, ______ avanzó lentamente por la cueva. El cálido y húmedo aire le acariciaba la piel, descongelando su interior. Siguiendo los destellos de luz, pronto emergió por la rocosa salida. 
Los familiares sonidos del Amazonas le dieron la bienvenida: el chillido de los monos aulladores, el incesante zumbido de los insectos, la rápida corriente de un río. Completamente aliviada, se puso en pie. Sus rodillas casi se vencieron pero se obligó a seguir hacia delante, poniendo distancia entre este mundo y el otro.  Mientras corría, los sonidos de telón de fondo parecían calmarla. La luz del sol se desvanecía dejando una horrenda oscuridad. 
Entonces, el cielo estalló en lluvia, cayendo y empapándola. Bajo el peso del agua y la oscuridad, se vió obligada a buscar refugio bajo un arbusto cercano.

De prisa, de prisa, de prisa

Finalmente la lluvia cesó y ella saltó, una vez más lanzándose por el bosque. Las nudosas ramas de los árboles se extendían, azotándole los brazos y las piernas, salpicando las restantes gotas de lluvia en sus ojos. Los limpió y continuó moviéndose, sin romper el paso. Los rayos de luz del sol volvían ocasionalmente, colándose entre las nubes y el follaje, iluminando un traicionero montón de árboles, suciedad y rocas. Las ramitas se rompían bajo sus botas. Cada pocos pasos echaba una tenebrosa mirada por encima del hombro. Buscando, siempre buscando, temiendo lo peor. 

Iré tras de ti, había dicho Jimin. No descansaré hasta encontrarte. 

Ella echó otro vistazo por encima del hombro… y chocó contra el pecho de un hombre. 
______ voló hacia atrás, aterrizando de espaldas con un golpe. El hombre con el que se había topado era más alto que ella y retrocedió también, quedando de pie, jadeando por respirar. Ella se incorporó balanceándose. Había escapado de una horda de guerreros, y no iba a ser capturada o asaltada ahora. 

—Whoa, quieta. —Dijo otro hombre, pasando por encima de su caído camarada y alzando sus sucias palmas vacías. Gotitas de agua rociaban su gorra de béisbol—. Cálmate, no te haremos daño. 

Inglés. Él estaba hablando en inglés. Al igual que el hombre tendido en el suelo de la selva, este era de altura media, con pelo castaño, ojos marrones y piel bronceada. Era delgado, sin abultados músculos y llevaba una camisa de lona color beige. El logotipo de Argonauta estaba cosido sobre el lado izquierdo del pecho, un antiguo barco con dos lanzas erigidas a ambos lados. El nombre de Jason se encontraba encima del barco. 
Jason de los Argonautas, pensó ella sin sentido del humor, riéndose interiormente. 
Max trabajaba para Argonautas. Ella sopesó el nombre de Jason en su mente, preguntándose si Max habría hablado de él, pero no encontró ninguna referencia. Eso no importaba. Él trabajaba con su hermana y eso era bastante bueno. 

La caballería está aquí. 

—Gracias a dios, —jadeó ella. 

—Levántate, Liam, —dijo Jason al hombre caído—. La mujer no está herida, ¿tu estas bien?. —A ella le ofreció una cantimplora de agua— Bebe. Despacio.

Ella agarró la cantimplora con impaciencia y se tomó de un trago todo lo que su estómago podía contener. La frescura. El dulzor. 
Nada le había sabido nunca mejor. A excepción de Jimin, susurró su mente. Saborearle a él era una experiencia sin igual. 

—Reduce la velocidad, —le dijo Jason, alcanzando la cantimplora—. Te pondrás enferma. 

Ella quería gruñir y morderlo, pero permitió que reclamara su propiedad. El agua goteó bajando por su barbilla y la limpió con la mano. 

—Gracias. —Jadeó ella—. Ahora salgamos de este infierno.  

—Espera un minuto,—dijo él, acortando la distancia entre ellos. Él le agarró la muñeca y colocó dos dedos sobre su pulso—. Primero tenemos que saber quién eres y qué estás haciendo aquí. 

드래곤의 심장 [Aԃαρƚαƈιóɳ] »»--★PJM y _____★--««Donde viven las historias. Descúbrelo ahora