Alguien quería que Vanessa se fuera. O al menos esa era la teoría de Steffie.
—¿Pero por qué? —Pregunto Elly—. Las clases aún no han empezado. Nadie te conoce.
Las cuatro estaban tumbadas en la habitación de Steffie y Elly, mitad decorada con tonos apagados como canela y negro, y la otra mitad viéndose como una magdalena helada, llena de volantes y lazos. El edredón y las almohadas de Elly eran de color rosa, y ella había reemplazado las cortinas de la universidad por unas rosadas de Bed Bath & Beyond. La única cosa que no era de color rosa era la alfombra.
—No lo sé, —dijo Vanessa, cogiendo una almohada peluda—. Tal vez piensan que soy alguien que no soy.
—Hablando de alguien que no soy, me siento como una maldita magdalena de fresa aquí. —Le dijo TJ a Elly—. ¿Qué hay del azul? ¿O el amarillo?
Elly sonrío.
—Tal vez un poco de rosa te hará algún bien —Señaló una hilera de pinta uñas rosas apilados en su tocador—. ¿Puedo pintarte las uñas?
—Tócame con un cepillo rosa y un ladrillo caerá sobre los dedos de tus pies. —dijo TJ ferozmente.
—¡Chicas! —dijo Steffie, riendo—. No hay necesidad de violencia.
La ventana estaba abierta, dejando que la cálida brisa del sábado por la mañana entrara en la habitación. Vanessa dejó que sus pensamientos aparecieran. Sus sueños la habían perseguido con un chico en una máscara blanca, su voz rasposa caliente contra su cuello mientras pasaba una mano por su tobillo. Su rostro hueco era lo último que recordaba antes de despertar, húmeda por el sudor.
—¿Pero nadie más ha oído algo en francés, cierto? —dijo Steffie, llevando la conversación de nuevo al tema principal de la quedada secreta.
TJ negó con la cabeza, su lío de rizos yendo a todos lados. Estaba sentada en la alfombra con Blaine, quien estaba ojeando una revista de moda que habían comprado en la bodega después del desayuno.
—¿Blaine? ¿Qué piensas tú? —preguntó Steffie.
—No he oído nada en francés. —Él pasó una página—. Solo un canto super espeluznante. De algún modo me recordó a la clase de gimnasia en Texas, justo antes de que todo el mundo lanzara pelotas hacia mi cabeza.
—Si nadie más oyó francés —dijo Steffie— entonces uno de los mayores quiere específicamente a Vanessa fuera.
—No solo que me marche, —murmuró Vanessa—. Que huya. Para salvar mi alma.
TJ rodó los ojos.
—Demasiado dramática, si me preguntas. Si yo amenazará a alguien, escogería una palabra mejor que huir. Y probablemente lo diría en inglés.
—Lo sé. —Dijo Vanessa—. Parece de un periodo antiguo.
—A mí me gusta. —Dice Elly—. Huir. Parece romántico. Como algo que diría un hombre a una mujer con la que querría fugarse.
Blaine gimió, y TJ pestañeo como si estuviera en un sueño.
—Elly solo está celosa de que alguien más esté viviendo su extraña fantasía de dominación.
—¡No lo estoy! —Dijo Elly, agarrando una almohada con volantes contra el pecho—. Y no tengo ninguna fantasía excepto conocer a un buen chico, estar con él sin pausa durante veintiocho o treinta meses, y luego casarme. Nos mudaremos a una bonita casa de cuatro dormitorios, compraremos muebles de madera real, y tal vez empezaré un jardín de hierbas. Eso es todo. No hay monstruos involucrados. O dominación.
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Dance of shadows
Teen FictionBailar con alguien es un acto de confianza. Elegante e íntimo, estás lo suficiente cerca para besar, lo suficiente cerca como para sentir los latidos del corazón de tu pareja. Pero para Vanessa, la danza es mortal... y debe ser muy cuidadosa en quie...