Capítulo 6

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Las luces del techo parpadearon.

—Es la hora, —dijo Steffie, alisando su vestido de seda negro.

Vanessa miró por el balcón la lámpara de cristal que colgaba sobre la sección de la orquesta, mientras que se movían a través de los pasillos hasta su asiento. Josef los había acompañado al Lincoln Center, pasando por el Teatro Vivian Beaumont y la Casa de la Opera Metropolitana, alrededor de la magnífica fuente, y en el New York City Ballet, donde, si tenían suerte, algunos de ellos conseguirían bailar algún día. El entresuelo inferior del teatro estaba lleno de lujos: tacones altos, perfumes caros, trajes sin pliegues y zapatos de cuero, peinados, bigotes blancos, labios rojos y medias sujetas bajo las faldas.

—No puedo creer que realmente estemos aquí, —dijo Blaine, tocando la solapa de su chaqueta. Estaba increíblemente apretada en él, color azul marino con una corbata rosa brillante.

—¿Lo conseguiste en la sección de chicos del JCPenney? —bromeó TJ.

—Oye, Ms. Acorn Squash. No me odies solo porque soy flaco. —Soltó Blaine, y se abrochó el abrigo.

TJ —quien llevaba un vestido plisado naranja que la hacía ver como una verdura— se sonrojó.

—Esta semana ha sido demasiado larga. —Blaine suspiró dramáticamente—. Aparte, ni siquiera he encontrado aún un novio.

—¿Un novio? —repitió Vanessa. Ella casi nunca había besado a un chico en casa, y mucho menos había tenido un novio real—. Solo ha pasado una semana.

—¡Lo sé! —Exclamó Blaine—. Pensé que solo tomaría un día. Tal vez dos. —Él le guiñó.

—Sinceramente, pensé que iba a morir después de tres lecciones sobre los dedos del pie, —añadió TJ.

—Lo sé. —Dijo Steffie, sus pendientes de cadena larga colgando hasta los hombros como carámbanos—. Es como aprender a bailar de nuevo.

—O darte cuenta que nunca aprendiste a bailar. —Intervino TJ—. Soy muy mala.

—No eres mala. —Dijo Vanessa—. Entraste aquí, ¿verdad?

TJ de repente parecía avergonzada.

—Sí, supongo. —Dijo, recordándole a Vanessa la forma en que su compañera de habitación había reaccionado cuando reveló que sus padres estaban en el consejo de administración. Al principio hizo parecer que TJ había tenido una especie de suerte, pero ahora Vanessa se preguntó si estar dentro no era más que una carga. Si TJ se sentía como si no hubiera realmente ganado su lugar en la NYBA.

—Si Elly estuviera aquí, diría que todo el mundo tiene algo en lo que realmente destacan. —Agregó Steffie—. Solo tienes que encontrarlo.

Los cuatro se quedaron en silencio, sintiendo la ausencia de Elly. Desde hacía unos días, Elly se había vuelto más y más cerrada, y se notaba en su baile también. Ella había estado haciendo errores elementales, e Hilda y Josef lo habían notado.

—¿Qué está haciendo esta noche? —preguntó TJ, cepillando hacia atrás sus rizos.

—Dijo que se quedaría y leería. —Murmuró Vanessa, y miró hacia abajo al programa en su mano sobre la noche de apertura de la ciudad de Nueva York de la producción de ballet de La Bella Durmiente de Tchaikovsky—. Parecía tan triste cuando me lo dijo. Realmente quería venir.

—Hablando de triste. —Dijo Blaine, rompiendo el estado de ánimo—. Fui a una cita con Andreas. ¿El chico rubio delgado de nuestra clase? Ya sabéis, ¿el amigo de las morenas escuálidas de Brooklyn?

Dance of shadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora