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La noche llegaba al Ne, dando por inicio el fin de semana, cada cual estaba en su habitación, listos para la competencia que arrancaría la mañana del sábado. Los nervios y la ansiedad se hacían presentes.

Seis alumnos competirían por una beca de por vida, demostrando diciplina, inteligencia y rigor. Demostrando la pasión que sentían por la profesión que cada quien eligió. Para esto serían evaluados por Luz Inchausti y un grupo de especialistas. El acto de inauguración había sido la noche anterior, y no terminó de la mejor manera.

Esa misma tarde del acto, Marizza Andrade y Tomás Escurra habían ideado un plan, con la poca información que la chica manejaba y toda la sabiduría que él tenía. Su plan era a largo plazo, dejar pistas y señales como todo este tiempo había hecho, obligarlos a recordar ciertas cosas importantes de su vida, tal como lo hizo con Marizza cuando recordó a Pilar, pero de una manera un poco más efusiva.

Debía tomar medidas drásticas.

Pero después de que todos vieron como Mia se desmayó, y que luego ella olvido todo lo que había sucedido, decidieron reunir a sus otros cuatro compañeros en el cuarto de las chicas.

El acto de inauguración terminó minutos después del desmayo de Mia, y nadie más que ellos dos recordaban eso.
Indagaron disimuladamente pero nadie recordaba como acabó.
El resto del grupo tenía una laguna en su memoria. Tanto así que la mañana siguiente continuó como si nada hubiera sucedido.

—Tenemos que renunciar a esa beca ¿no ven que si seguimos metidos en la competencia nuestra privacidad deja de existir?— preguntó el ojiverde una vez reunidos en el cuarto de Marizza

—Tu más que nadie sabes que no puedo perder la beca, Tomás— se quejó Manuel —no tengo dinero para terminar mi carrera, mi vida depende de este estúpido juego, es una locura abandonarlo—

—Tomás y yo vamos a renunciar ¿ustedes? ¿qué dicen?— preguntó Marizza, esperanzada de que uno más de sus compañeros se sume a su lucha

—No lo se...— dijo el rubio

—Pablo sos el hijo del presidente, si vos no podes pagar tus estudios entonces nadie puede— se quejó Tomás

—Solo entré en eso porque quería ganarles, el premio no me interesa, puedo tener todos los estudios y todos los viajes que yo quiera —se encogió de hombros —Esta bien, yo me bajo—

Claro que lo haría, si Pablo Bustamante seguía a la pelirroja en todo lo que ella haga, sin razón alguna.

—¿Y vos, hermanita?— preguntó Marizza

—En serio me gustaría ganar la beca, es un peso menos para papá— suspiró —Saben que esta es la universidad más cara del país—

—Sorry chicos, yo los conozco hace menos de dos días, por lo único que vine al instituto fue por esa beca, quiero jugar y no pienso cambiar mis planes por un grupo de extraños que le tienen miedo a una competencia— habló Pilar

Tomas la miraba decepcionado, esa chica no se parecía en nada al amor de su vida.

—Tomas, creo que tenes que decirnos la verdad— suplicó Marizza —Es la única manera de que se bajen—

—¿Qué verdad?— preguntó Manuel

—Tengo que decirles algo importante, ya es hora de que todos lo sepan— dijo Tomás, intentó juntar fuerzas, esperando que nadie terminé mal luego de su confesión— Esto es una realidad paralela, que en realidad no es una realidad ¿entienden?—

Cinco pares de ojos apuntaron hacía él, mirándolo incrédulos. Ni siquiera a Marizza le había confesado su hallazgo. Un silencio incómodo invadió la habitación, ninguno se animaba a decir otra palabra. 

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