Capítulo 5: Él

63 24 18
                                    

Yo solo busco la obscuridad que ha de esconder mis sentimientos y ha de acompañarme en mi soledad.

-Él-
Charleori era una ciudad gris, gélida y aburrida. Todos los pueblerinos mantenían una estrecha relación entre sí. La tranquilidad reinaba en sus densas calles, cada día parecía un domingo más. Estaba harto de la clásica rutina a la que todos se adaptaban. Definitivamente yo no pertenecía a este lugar. Pasé toda mi infancia intentando adaptarme a ese estilo de vida que todos llevaban tan plácidamente, quería ser un chico normal pero mis inseguridades y mi familia se encargaban de hacerme entender que nunca lo sería. Vivía en una burbuja de cristal. Tenía que mantenerme estoico, no podía dejar que mis miedos me vencieran.

Mis padres me aman, no puedo dejar que se separen, no debo salir de mi zona de confort.

Estos pensamientos agobiantes eran dictados por una voz dentro de mi cabeza que no se detenía por más que lo intentara. Desde muy pequeño me tocó aprender a lidiar con ella. Muchas veces quise arrancarla de mi cabeza, pero todo esfuerzo era en vano. No tuve más opción que aceptarla debido a que con el pasar de los años se convirtió en otra persona que vivía dentro de mí. La carencia de afecto que marcó mi niñez me llevó a convertirme en un alma solitaria. Mis expectativas eran muy altas y nadie conseguía llenarlas, la sociedad me sabía aburrida. Antes no era un chico antisocial, pero con el pasar de los años me di cuenta que era una persona resentida socialmente. Nadie me entendía. De cierto modo era ridículo pretender que alguien descifrara el enigma que represento, sin embargo, la conocí a ella.

No creo en la magia, eso es solo un truco barato para jugar con mentes débiles, yo conozco métodos mejores para hacerlo, pero sinceramente no logro encontrar otra palabra para describir ese día.

Tenía diez años, ella solo ocho. En aquel entonces no era tan conocida en la escuela, pero a mí me atraían las personas invisibles. Todos se encargaban de hacer de su vida una mierda y ella simplemente les sonreía. ¡Joder! Me vi tan reflejado en ella. Nunca le tuve lástima, le admiraba en secreto. Por aquel tiempo los problemas en mi casa se convirtieron en asuntos más serios. Comencé a manifestar ataques de ira con gran frecuencia sin justificación alguna, simplemente sucedían. Ella presenció uno.

Mi profesora me mostró una carta que mi madre le había dejado. No podía aceptar lo que comencé a leer. La voz en mi cabeza mostró su presencia y se apoderó de la furia que recorría mi cuerpo. Comencé a golpear las paredes, a tirar todo lo que tenía a mi alcance. Me sentía impotente, frustrado, pero ningún sentimiento logró hacerme llorar.

—Sé exactamente como te sientes: la opresión en el pecho dificulta tu respiración y tus manos tiemblan sin que puedas evitarlo. Un hormigueo que recorre tu cuerpo te lleva a destrozar y golpear cosas. He sentido algo similar. Toma mi mano, te ayudará con el dolor.

Le miré de reojo. No entendía como alguien en su sano juicio podía ser capaz de hacerme frente en el estado en que me encontraba. No quería tomar su mano. Lo menos que necesitaba en ese instante era lucir vulnerable. Evité a toda costa el contacto visual, su mirada me transmitía una serenidad que necesitaba, pero no la quería. Ella ignoró por completo mi rebeldía y se acercó aún más para tomar mi mano.

—¿Para qué la usas?

—¿De qué me hablas? -le dije en un tono frío.

—De tu coraza. No entiendo de qué te sirve. ¿Te hace sentir invencible? ¿La usas para que nadie te lastime?

—Eres demasiado curiosa -le dije ignorando sus preguntas y ocultando el evidente asombro de mi rostro. ¿Cómo pudo saber eso?

—Lo sé, me lo han dicho. Se nota que eres un niño muy reservado así que no te molestaré con más preguntas.

—¡Oh gracias! ¡Que considerada! -le contesté sarcásticamente.

—Pero te daré un consejo. Debes drenar y dejar ir todos esos sentimientos que te dañan. Cuando ser fuerte se convierte en tu única opción, cuando la impotencia te impide llorar y no tienes otra alternativa mas que mostrar una sonrisa; tienes que buscar un ancla, esa que le dará vida a tu felicidad.

Hubo un minuto de silencio, no me atreví a decir nada. Cuando ella observó mi reacción pude notar su incomodidad.

—Bueno, debo irme, espero haber servido de ayuda.

Y se marchó. No supe si ese consejo era directamente para mí o se lo estaba dando ella misma, pero de algo estaba seguro, ella tenía razón. Mi vida carecía de sentimientos que me hiciesen sentir pleno. Pensaba que ninguno de mis juegos llenaría ese vacío, sin embargo solo me bastó una conversación con Hapril para saber que era ella todo lo que necesitaba. En ese instante fragmenté en pedazos las paredes de mi burbuja, solo me faltaba planear como manejar cada uno. Hapril me dio una razón para vivir: Ella.

Todo lo tenía planeado. Dediqué años de observación para saber sus preferencias, conocer sus miedos, sus debilidades y sus puntos fuertes. No habían errores en mi estrategia, todo estaba en mi cabeza, solo estaba esperando el momento indicado. ¡Que impredecible eres Hapril! He tenido que realizar movimientos inesperados gracias a ti. Si supieras quién soy, si supieras todo lo que he hecho ¿qué harías? ¿Me verías como yo a ti? ¿Me tendrías miedo?

Nunca has estado sola. Te he acompañado en cada momento de tu vida. Aunque no lo supieras estuve contigo cuando te otorgaron el diploma por ganar ese concurso nacional, presencié tu sonrisa cuando tu mamá consiguió un mejor empleo, vi lo que sufriste al marcharse Yixian y lamenté tu dolor ante la pérdida de Lewis. Mis impulsos querían que corriera hacia ti y acabara con todo, que tomara tu mano para ayudarte como tú lo hiciste conmigo, pero no era el momento.

La impotencia me golpeó cuando supe lo que el cerdo de Archie te había hecho. Te seguí ese día, pero no supe lo que sucedía dentro de esa casa hasta que saliste y saqué mis propias conclusiones. Si solo me lo hubiese imaginado habría tirado a la mierda el plan. Ganas no me faltaban de matarle. No sabe lo que hizo, no debió dañarte. Llegará mi momento de vengarme de todos. Nadie te merece más que yo. Soy capaz de ver en ti un lado obscuro que hasta tú desconoces y quiero ayudarte a controlarlo. Tienes los defectos adecuados para mí.

No sé que pensabas la noche en que intentaste quitarte la vida. Por suerte me tienes a mí, tu salvador. Fui yo quien golpeó la ventana de tu hermano para que despertara. Sabía que te derrumbarías en algún momento y necesitaba estar ahí para ti. Nunca esperé el cambio al que intentaste adaptarte, pero te conozco, sabía que te aburrirían tantos idiotas prometiéndote rosas. Ambos sabemos que las espinas te son más tentadoras.

En tu espera intenté tener una vida propia, pero lo máximo que obtuve fue sexo. No me malinterpretes, follar está bien, pero tener a alguien que te abrace los domingos en la noche es otra historia. Sentía la necesidad de buscarme en ti, de tenerte. Eres la única persona que ha despertado sentimientos reales en mí. No puedo permitirme que algo salga mal, te perdería. He calculado los riesgos y he manipulado a las personas necesarias para que nada falle. Tú, la reina de este juego, estás posicionada en el lugar adecuado. Solo me falta mover unas piezas para que todo esté acorde a lo planeado. Entonces ¡que comience el juego!

Nota de autora:
Ahora comienza el gran misterio de Inefable. Espero que les guste este siniestro personaje y que comiencen las teorías sobre quién podría ser. Perdón por la demora para actualizar, atentos al próximo capítulo.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora