Capítulo 7: Realidad

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Cuando todo ha sido dicho o hecho, el dolor es el precio que pagamos por el amor
E.A.Bucchianeri

Había llegado el día. Las luces tenues embellecían el salón que mi familia rentó. La decoración por petición propia era roja y blanca. Una gran variedad de dulces adornaban las mesas y en la barra se podían consumir los tragos. Todo tenía que lucir hermoso, esto era muy importante para mí. Me encargué de pedir exactamente dónde y cómo quería todo, era obsesiva con el control. La compañía de baile estaba ensayando y mi familia estaba llegando. Dispuse una elegante mesa de madera bordeada con rosas de todos los colores para mi familia y mi novio. Todo estaba listo, solo faltaba él. Después de irme de su casa no lo volví a ver, pensé que deseaba pasar el día conmigo pero no había llegado aún. Le dejé cientos de mensajes pero no obtuve respuesta. Estaba nerviosa, no quería empezar sin él. Una de mis hermanas me llamó para comenzar el proceso de maquillaje, tuve mucha suerte de que ella fuese estilista profesional. Me regaló un precioso vestido color fuego que hacía contraste con mis labios rojos y mis tacones. Me colocó una tiara para adornar el elegante peinado que hacía lucir las hondas de mi pelo. Todos estaban cansados de tanta espera así que decidí comenzar sin Noah. Él sabía lo importante que esto era para mí, estaba muy molesta con él. Justo cuando el presentador comenzó a hablar llegó.

—Hola amor, siento mucho la demora, estaba con mis amigos en un partido de fútbol y luego me fui a beber con ellos —me dijo entregándome una rosa.

—Ni siquiera me dirás que estoy linda —le solté en un tono serio mientras se me escapaba una lágrima.

—Amor no llores, estás hermosa.

En ese instante no pude distinguir que me causó más dolor, su mirada hipócrita, la insignificancia que le otorgó a un día tan especial o su sonrisa divertida como si no le importase lo que yo sentía. No le importó llegar tarde y ni siquiera se esforzó en elegir su ropa, se había aparecido con la misma ropa del fútbol. Le ignoré por completo y tomé el brazo de mi hermano. El presentador había hablado y era mi momento de entrar. Noah no arruinaría mi noche. Las luces se voltearon hasta donde estaba, las cámaras se enfocaron en mí y sentí las miradas de todos. No era común que una quinceañera usara un vestido tan extravagante como el que llevaba, ni siquiera era normal el color que elegí, pero me sentía hermosa y sé que todos pensaban lo mismo. Con tanta emoción acumulada me fue imposible evitar llorar. Mi hermano me susurró que si seguía así él no podría evitar que se le escaparan las lágrimas. Una de mis hermanas a lo lejos me hacía señales para indicarme que se me correría el maquillaje. No pude evitar soltar una risita. Fue mágico todo.

La compañía mostró su destreza para el baile y antes de comenzar el brindis saqué a mi mamá para bailar un vals. Para mi sorpresa mi papá se levantó de la mesa y vino a abrazarme, estaba algo borracho pero me conmovió el gesto.

— Estoy orgulloso de ti. Y no creas que no sé que sucedió con Archie, pero tranquila, él no te volverá a dañar, me encargaré de ello —me dijo mientras me abrazaba y yo quedé atónita. Eso no me lo esperaba.

Continué con la celebración tal y como mis hermanas la habían planeado pero me era imposible sacarme esas palabras de mi cabeza. Comencé a buscar a Noah con la mirada, quería bailar con él pero no le vi. Cuando acabó la ceremonia le busqué, estaba preocupada pero también mi instinto me decía que algo desagradable estaba sucediendo y me llevé una gran decepción. Estaba besándose apasionadamente con una de mis sobrinas. No podía creer la escena que estaba presenciando. Estuve unos minutos observando como la mano de mi novio recorría la entrepierna de mi sobrina. No puedo describir con palabras todo lo que sentí, mi mundo perfecto se desmoronó en una noche. Estaba inmersa en mis pensamientos hasta que sentí que tiraron de mi mano, era mi abuela.

—Antes de que tomes una decisión sobre lo que harás con tu relación te daré un consejo. Piensa con la cabeza y no con el corazón. Todos los hombres traicionan. No encontrarás nunca a un príncipe azul que venga a rescatarte de un castillo, eso solo se ve en películas. Tú tienes la suerte de tener a un novio que te ama, te respeta y te cuida, piensa si quieres perder todo eso —no sé si fue el mejor consejo o el más apropiado pero decidí escucharla. Sentía que no podía vivir sin Noah así que tragué mi orgullo, mi dolor y fingí que no había visto nada.

Para mi suerte la fiesta acabó rápido y mis hermanas tenían el vuelo esa misma noche así que tuve la oportunidad de estar sola. Mi abuela tenía razón, existía una gran posibilidad de que jamás encontrara un hombre como Noah y todo en nuestra relación era perfecto, no me arriesgaría a perderle, no sabría como comenzar de cero sin él.

Con el pasar de los días intenté olvidar lo sucedido para concentrarme en mi escuela y para buscar la manera de enamorar aún más a Noah para que no tuviese que estar con más mujeres. Quería ser todo lo que él necesitaba y sin darme cuenta me convertí en una adicta al sexo. Hasta en los momentos más románticos mis deseos se activaban. No quería hacer el amor, quería follar. Me interesaba experimentar en nuevos lugares, sentir la adrenalina al correr el riesgo de que alguien nos viese y él me complacía mis caprichos. Mi vida sexual se volvió muy interesante y pensaba que si le mantenía su deseo activo hacia mí no tendría que buscar a otras.

Casi acababa el año y todos estaban eligiendo prepa, así que hablé con mi mamá para matricularme...

—Lo siento niña, hizo falta el dinero para cosas necesarias en la casa y tuve que gastar una gran cantidad. Te juro que pensaba reponerlo pero no he ganado lo suficiente —me soltó aquella noticia y no podía creer que mi propia madre me hubiese hecho eso.

—¿Cómo pensabas reponerlo dime? Ese dinero era intocable, era para continuar mis estudios, tú lo sabías. ¿Cómo puedes ser tan inconsciente —hubo un minuto de silencio hasta que decidí preguntarle— ¿Cuánto falta?

—Más de la mitad.

—¿Te das cuenta qué si no me inscribo en menos de una semana se jodieron mis metas y mi vida verdad? ¡Que egoísta eres! A ver dime, enséñame en qué gastaste todo ese dinero.

—Lo siento, sé que estuvo mal pero yo no puedo hacer nada.

Salí de mi casa, no quería verla y necesitaba pensar con claridad. Solo tenía una opción, optar por una beca pero para ello necesitaba sacar sobresalientes en las pruebas de iniciación. Mis notas habían descendido y eso no me ayudaba mucho. Solo quedaba una semana y debía aprenderme al menos diez libros.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora