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𔕱 La noche era fría y oscura; el cielo estaba despejado, sin ninguna nube que lo adorne más que las brillantes estrellas.

Taehyung estaba parado al lado de la ventana de la sala de estar. Vestía un acogedor pijama azul marino y pantuflas blancas, de sus hombros caía una suave colcha con muchos puntos de colores como estampado.

Apretaba con algo de fuerza sus puños, tratando de ignorar las miles de suposiciones siendo susurradas en su oído, mientras observaba con atención la escena en frente de él.

Jungkook, su lindo novio, y un chico que desconocía platicaban tranquilamente fuera de la casa.

El azabache había ido a trabajar por la mañana y recién volvía en compañía de aquel extraño pelirrojo.

-Solo están hablando. Solo están hablando -repetía.- Son amigos.

¿O algo más? Jungkook miente, ¿Por qué querría a alguien como nosotros, Taehyung?

-Cállense, ustedes no saben.

Pequeño Tae, él se irá, igual que el resto. Todos se van, tú lo sabes, ¿no?

-Eso no pasará, yo lo sé.

No seas ingenuo, chico. Es nuestro ciclo, no puedes alterar su orden. Sólo hay que dejar que las cosas pasen.

-¡Sólo cállense! -gritó.

Taehyung cerraba con fuerza sus ojos. Apretó tanto sus puños que no se dio cuenta en que momento sus uñas quedaron clavadas en la palma de sus manos y de estas ya estaba escurriendo un fino chorro de sangre.

Se dejó caer al suelo, arrastro su cuerpo por el limpio suelo de la sala, pegando su espalda a la pared, mientras lloraba con intensidad.

Con los puños cerrados golpeaba su cabeza, tan sumido en sí mismo que no se percato cuando su amado novio entró a la casa.

-¿Cielo? Ya llegué -avisa el pelinegro.

Una gran sonrisa adornaba su rostro, y buscando en su mochila, sacó una pequeña rosa de pétalos rojos. Jeon dejó sus cosas en la entrada, y camino hacia la sala sin esperar encontrarse con aquella escena.

Taehyung estaba medio oculto en una de las esquinas de la sala, juntaba sus piernas a su pecho y golpeaba su cabeza levemente. Sus manos temblaban y su respiración era errática. Muy por lo bajo gritaba a aquellas voces que se callaran, y se fueran de una vez.

Jungkook corrió a el en seguida.

Y tomándolo de la cintura levantó su frágil cuerpo del suelo, atrayendo este a su pecho.

-Ya estoy aquí, lindo -dijo.- Mírame, todo va a estar bien.

A torpes pasos, llegó al grisáceo sofá de la sala. Se sentó en él con el pelirrubio sobre su regazo, y con suavidad acarició la espalda del chico.

Taehyung, con la vista borrosa a causa de las abundantes lágrimas cayendo de sus párpados, alzó la cabeza, conectando sus ojos con los del azabache.

-No nos abandonaras, ¿verdad, Jungkookie?

Jeon pudo observar el pequeño brillo en los grandes ojos del contrario. Un escalofrío recorrió su cuerpo, la calidez y misterio que estos transmitían le generaban intriga, y muy bien sabía que las cosas no serían igual a partir de ese momento.

Sin embargo; pensaba que todo estaría bien si permanecía a su lado, el que Taehyung mejoraría, pero solo era cuestión de tiempo. Tenía que ser paciente.

-Claro que no, cielo. Nunca te abandonaría.

Porque Taehyung era su todo.
Porque lo amaba más que a nada, nunca se perdonaría el fallarle.
Entonces se quedaría, lo ayudaría a sanar y todo mejorará.

Oh, Jungkookie. Debiste haber tomado una mejor decisión.

dear jungkookie • kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora