Prólogo

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"Los hermanos no necesitan palabras, tienen su propio lenguaje de sonrisas, guiños expresiones, que pueden socavar cualquier cuento que les estés contando. "
Martin Luther King Jr.

Alex

02 de septiembre del 2009

Miramos las estrellas, acostados en el patio de la casa. Ella tiene una sonrisa en su rostro, ya olvidó lo que pasó hace unas horas con nuestros padres. Los dos son unos imbéciles de mierda que no saben actuar cuando su hija está ahí. No merecen que los llamemos padres, son todo menos eso.

Cuando cumpla los dieciocho la sacaré de este lugar, de este jodido pueblo alejándola de las personas que la hieren más, que le quitan su felicidad y ese brillo que tanto la caracteriza. No puedo volver a verla como hace rato, mi corazón se contrae de tan solo mirarla con el rostro empapado de lágrimas y escuchar sus sollozos.

V es la niña más alegre y sensible que pueda existir. Por eso cualquier cosa la llega alterar, por más mínima que sea.

Mi trabajo como hermano mayor es protegerla cueste lo que cueste, mientras que ella sea feliz, yo estaré feliz. No merece pasar por lo que yo he pasado desde pequeño.

A pesar de ser personas adineradas ella prefiere comprarse cosas simples, nada lujoso, nada caro. Es sencilla y me gusta que sea así.

— Entonces —me mira con sus enormes ojos grises—, ¿cuándo morimos nos convertimos en estrellas? —suspiro antes de contestarle

Es extraño hablar sobre la muerte con una niña de cinco años, pero ella es muy inteligente y madura para su edad así que es como si estuviera hablando con alguien de mi edad.

— Sí, cuando morimos nos convertimos en estrellas —la acerco a mí—, cada una que ves ahí arriba es una persona que, por desgracia, murió —veo el brillo en sus ojos al mirar el cielo

Ama la astronomía

— ¿Por qué unas brillan más que otras? —cuestiona con gran curiosidad

— Porque hay personas que no brillaron lo suficiente aquí y ahora brillan allá, reflejando lo maravillosas que son

— Cuando muera brillaré, ¿mucho o poco? —el solo hecho de pensar en su muerte me revuelve el estómago, mientras yo viva a ella no le pasara nada

— Siempre brillarás mucho, V, tanto aquí como allá —me regala una de esas hermosas sonrisas que tiene, mostrándome los huecos por los dientes que se le cayeron hace unos días

— Tú igual, Lex —comenta con su dulce voz mientras me abraza

— Claro que sí, los dos siempre brillaremos, V

Los dos siempre brillaremos

******

1 de noviembre del 2010

Me duele todo el cuerpo, apenas puedo sentir mis piernas y no sé dónde estoy. Solamente escucho voces a lo lejos, pero no son muy claras. Por el olor, creo que estoy en el hospital, pero... ¿cómo terminé aquí?

Dejo de lado ese cuestionamiento en cuanto recuerdo a V. Tengo que ir por ella, le prometí recogerla después de la fiesta con los chicos para ir a ver las estrellas.

Intento levantarme de donde estoy, pero no puedo, no tengo las fuerzas suficientes para hacerlo y solo consigo que un gemido doloroso salga de mi boca.

— Lex...

Su voz. Escucho su voz llamarme, intento moverme para acercarme a ella, pero no puedo. Siento cada extremidad de mi cuerpo adolorido y me siento cansado.

Necesito levantarme e ir por ella, no puedo dejarla sola con esos dos hijos de puta que se hacen llamar nuestros padres. Soy lo único que tiene, soy la única persona que la quiere y le importa su vida, y que sí puede hacer algo para ayudarla.

— Lex...—su voz es suave

— Vega...—su nombre sale de mi boca con voz débil

— No te vayas, por favor —siento su mano tocar la mía

— No lo haré, no lo haré, V —giro lentamente la cabeza encontrándomela

Tiene sus ojos cristalizados y su rostro está empapado. La preocupación es palpable y también el miedo. No quiere perderme y yo no quiero irme. No así, no sin haberla salvado de esos monstruos.

Se suponía que la vería crecer, divertirse, ser feliz. La acompañaría en cada etapa de su vida. Cuando se graduara de la escuela, cuando comenzara a trabajar, cuando consiguiera novio y yo haría de hermano celoso, y se suponía que yo la entregaría en el altar, y después, si ella quería, sería el tío divertido que consentiría a sus sobrinos.

— ¿Lo prometes?

— Lo...prometo —respirar se me dificulta, sin embargo, no es un impedimento para decir esas palabras

Mi pecho comienza a doler más fuerte. El oxígeno cada vez me falta más, apenas puedo respirar. Lo único en lo que pienso es en ella, le acabo de hacer una promesa y no puedo romperla.

Siento su mano apretar la mía con fuerza. Le doy una mirada junto con una pequeña sonrisa triste.

No puedo dejarla, no puedo dejarla —me repito a mí mismo

Mis párpados se sienten pesados con cada segundo que pasa y el dolor se extiende más fuerte.

Comienzo a cerrar los ojos sintiendo una lágrima salir de ellos por la impotencia que siento al no poder hacer nada. Si me voy, ella se quedará con los dos y no quiero eso, ella merece una mejor vida, unos mejores padres.

— Alex...lo prometiste —su voz quebrada es lo último que escucho antes de que todo se vuelva negro.

Perdóname Rigan, perdón por dejarte y romper mi promesa.










Holaa!!! ¿Qué les pareció el prólogo?

Díganme que piensan sobre Alex y Rigan
¿Les gustó?, ¿no les gustó?

Los estaré leyendo

✨Besos K✨

Mi Triste RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora