Corazón de Brujo [Todobaku]

Hechizo IV

"Hay respuestas que no son fáciles de decir"

Blanco... era lo único que podía ver a su alrededor, un ligero temblor se apoderó de él, estaba algo asustado, no comprendía del todo lo que acababa de suceder, pero lo que más le angustiaba era que había arruinado el jardín de su madre.

Todo había estado bien, disfrutaba de los crisantemos blancos, se habían vuelto sus flores favoritas al igual que su madre, sin embargo, mientras las admiraba no pudo evitar recordar el ataque que sufrió el reino el día anterior. Hubo demasiadas bajas de parte de su lado y apenas pudieron reforzar sus defensas cuando todo acabó.

A pesar de que solo tenía doce años, era plenamente consciente de las dificultades que estaban pasando los tres reinos humanos. Las brujas han ocupado cada vez más territorios y eso era una clara desventaja para la guerra que estaban librando contra ellas. Pero había algo que no comprendía y eso era el porque este reino estaba constantemente bajo ataque, ha escuchado algunas reuniones de su padre, donde los otros dos reinos si bien han sido igualmente atacados no ha sido tan frecuente como en este, pero... ¿Por qué?

No es que quisiera que se enfoquen en los demás, pero su reino cada vez se estaba hundiendo en la desesperación y la supervivencia. Eso lo había frustrado tanto que sin intención generó una explosión congelante, convirtiendo a todos los crisantemos que ahora lucían frágiles que con un simple roce se quebraría.

Respiraba agitadamente, y el frío solo aumentaba hasta el punto que podía ver su propio aliento. Sabía que había sido por causa de la magia que al parecer poseía, sus padres le habían contado todo a los ocho años, aunque aun había muchas cosas que aun no lograba entender con respecto a esto, a veces simplemente no podía controlarlo.

Escuchó unos pasos apresurados acercarse, se tensó por completo más no se movió. Vio como su madre salía hacia el jardín, él pensó que se sorprendería por ver sus flores en tal estado, pero estaba lejos de la realidad, pues cuando salió, corrió directamente hacia él para abrazarlo, ni siquiera había dedicado una simple mirada a sus crisantemos.

— Shoto... todo estará bien hijo — consoló.

— Pero madre, yo... arruiné tu jardín — dijo con un ligero tono de tristeza. Aunque él era lo suficientemente maduro para comprender muchas cosas del mundo actual, aún seguía siendo un niño, por lo que creyó su madre estaría enojada con él por lo que acababa de hacer.

No obstante, lejos de estar molesta, Rei le dedicó una sonrisa que reflejaba todo el amor de una madre y volvió a abrazarlo con un poco más de fuerza como si temiera que su hijo desaparecería en cualquier momento; quién diría que años después la situación sería al revés, pues sería ella la que no estuviera en la vida de Shoto.

Unos leves murmullos hicieron eco en el lugar rompiendo el silencio que se había instalado en la habitación. Debido a esto Katsuki se despertó, se había quedado dormido en la silla al lado de la cama, ya casi amanecía, pues el cielo ya se mostraba más claro, pero aún los tonos azulinos prevalecían, de seguro todavía era de madrugada.

El cazador se estiró tratando de relajar los músculos, no era tan cómodo dormir sobre una dura superficie, estaba algo cansado se había pasado horas cuidándolo y al fin le pudo bajar la fiebre por lo que su tiempo de sueño había sido poco por no decir nulo.

Se acercó a la cama para revisarlo una vez más y fue cuando vio que esos susurros provenían de él, al parecer estaba soñando, a pesar de que le prestó la debida atención no lograba entender lo que decía, salvo una única palabra "madre" eso quiere decir que estaba soñando con su familia, será que la está buscando o ellos a él, lo desconocía pues en el pueblo no logro encontrar a nadie que lo identificara, incluso esa niña no tenía idea de quien era, solo le había contado de cómo él se sacrificó a sí mismo para evitar que la bruja la capturada a ella y en su lugar él fue el desafortunado que cayó preso de esa malnacida, de allí nunca lo había visto antes.