6-. Repercuciones Del Pasado.

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Logré ver una silueta pasar del Salón a la cocina,  me dirigí a aquel lugar pensando que era Sebastián pero me equivoque, era el gran Patriarca con su distintiva Barba blanca y su calva cabeza,  me sonrió y al chasquear sus dedos desapareció dejando un brillo,  seguidamente apareció Sebastián tras mi, había salido recientemente del baño y su cuerpo estaba húmedo,  me di la vuelta un poco sonrojado.

—¿Que sucede?
Preguntó sosteniendo su toalla.

—N-nada,  es que el Gran Patriarca apareció,  creo que nos estaba llamando.
Respondí.

—Ya veo —Expresó pensativo— ¿Quieres ir ahora o después de tomar desayuno?
Preguntó.

—Pues ve tu...
Dije aún dándole la espalda.

—Es mejor tomar desayuno.
Dijo mientras sacaba algunas cosas de los estantes.

Me di la vuelta y me dedique a observarlo sin darme cuenta que estaba esbozando una sonrisa, Sebastián dirijo su mirada hacia mi y sonrió también.

—¿Que sucede?
Preguntó aún sonriendo.

Me sonroje y baje la vista.
—Es que aún estás con la toalla,  será mejor que yo siga mientras tu te vistes.
Contesté.

—¿Sabes hacer panqueques?
Preguntó

—Obvio...
Dije con un sierto tono de sarcasmo.

Su cabello se veía más largo de lo usual, cruzó la puerta de la cocina y se dirigió a su cuarto,  entonces me paré frente a aquellos instrumentos de cocina que había sacado y me puse a manipularlos sin saber lo que hacía.

Tome la harina y la vertí en un bowl de cristal, la bolsa ya estaba abierta y toda la harina cayó al instante pero no toda cayó dentro del Bowl,  el impacto hizo volar la mayoría de la harina hacia mi cara,  tosí a causa del ahogo que me provocó,  no savia que más hacer así Que en un intento  saqué la leche del refrigerador y la vertí en el Bowl con harina; comencé a mezclar con una cuchara y se hacían grumos asquerosos,  entonces llego Sebastián y abrió los ojos como platos.

—¿voy bien?
Pregunté.

—Si,  si quieres hacer un pastel extraño sin azúcar... —soltó una carcajada— bueno será mejor que te bañes,  yo sigo con esto.
Dijo mientras me quitaba la harina de la cara.

Entonces fui al baño,  tome una ducha,  el agua era tan reconfortante, era justo la regulación con la que me ponía a pensar en cosas extravagantes y mi imaginación volaba,  pero entonces comencé a pensar en Sebastián ¿Y si el no era así?  O ¿Quizás no sentía lo mismo que yo? Esas preguntas me hacían sentir mal pero no debía deprimirme,  el amor no estaba planeado para la tarea que se me había legado.  Salí de la ducha y me vestí allí mismo pues había traído la ropa,  salí del baño que daba al Salón en donde estaba el comedor y me llevé una gran sorpresa,  en la mesa se hallaba Sebastián esperándome,  habían dos tazas de té acompañadas de dos panqueques rellenos con Nutella y frutos rojos, me senté maravillado observando todo,  hasta los manteles y la organización de la mesa eran fantásticos.

—¿Por que estas tan sorprendido?
Preguntó Sebastián.

—Pues en mi casa nunca habían servido panqueques, yo...  Yo —Lágrimas brotaron de mi rostro— en verdad te lo agradezco.

—No tienes porque hacerlo...  Lo haría cada día con gusto.
Dijo sonriendo.

—Eres tan bueno...  —Me puse de pie y trate de huir pero Sebastián me detuvo del hombro— lo lamento pero no me gusta que me vean así.
Comenté cubriendo mi cara.

Bestias Ancestrales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora