4-. El Ser Digno...

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El puño golpeó la parte derecha de mi cara, lleve mis manos a aquel punto para percatarme que posteriormente me había crecido un moratón, el cual ante era mi padre quien estaba frente a mi mirándome con irá y reproche, no era algo nuevo, sucedía la mayoría de las veces, nunca quise llamar a la policía pues mi madre tenía problemas a causa de eso pero había algo lo cual si hacía , defenderme tanto física como verbalmente.

-¿Eres estúpido o que? Mongol, enfermo.
Dijo mi padre sanguíneo.

-No, no soy el que se quedó repitiendo 4 años en primero medio y si lo fuera no sería algo de lo cual avergonzarse, de todas formas siempre a pesar de seré mejor que tu en la mayoría de los aspectos.
Comenté.

Mi madre estaba tan indefensa en esta situación, se podía ver la impotencia y el miedo en su cara, no quería meterla en esto y evitaba al asqueroso ser el cual se proclamaba como mi padre por esa razón.

-En realidad eres un marica, gay déjate de mariconadas y amachate como yo.
Dijo

-Calla estúpido, como si fuera tan de macho golpear a una mujer. Eso sí es ser maricon ¡Maricon!
Dije poniéndome de pie.

-¿¡Como que calla estúpido!?
Preguntó verdaderamente indignado.

Volvió a levantarme la mano pero se la detuvé y le golpee la cara.

-Se acabó... Me voy de aquí.
Dije tomado una mochila.

Metí varios ropajes sin darme cuenta de lo que eran, me la puse al hombro y partí, mi madre estaba llorando en la pieza, no podia hacer nada por mi y nisiquiera yo por ella pues a pesar de todo el trabajaba y no dejaba que mi madre lo hiciera.

Salí de mi casa y caminé sin rumbo por las calles, atravesando plazas y poblaciones, las lágrimas se escurrian por mi rostro en un intervalo de pocos segundos, sin darme cuenta había llegado al departamento de Sebastián... Tan solo entré en el edificio y me dirigí a su piso, cuando me encontré frente a su puerta apreté fuertemente los arciales de mi mochila en búsqueda de valor, no lo encontré en ninguna parte, me di la vuelta y comencé a bajar las escaleras con poco ánimo, en eso un sonido se escucha, no le di importancia y tan solo seguí caminando.

-Cristhian, espera.
Gritó Sebastián.

Sentí algo de alegría recorrer mi cuerpo y voltee, allí estaba el, sonriendo pero luego dirigió su vista a mi cara y la suya se transformó a preocupación.

Me acerque a él con la cabeza gacha.

-¿Que haces aquí?
Preguntó el.

-Tube problemas en mi casa y... Por alguna razón terminé aquí.
Dije con la voz entrecortada.

Me abrazó, me sentí tan bien pero me dieron ganas de llorar, al instante acepté su abrazo, escondí mi cara en su pecho y comencé a llorar, Sebastián me abrazó más fuerte.

-Tranquilo estarás bien aquí, pasa.
Dijo Sebastián.

Pasé a su salón, no había nadie, la luz estaba regulada y un tanto oscuro, me sente en un sillón blanco, frente a este había un televisor grande y detrás un ventanal que daba la vista de la ciudad.
-¿Que sucedió?
Preguntó sentándose a mi lado.

-Pues verás, mi padre me golpeó -Saque mi capucha- y me fui de la casa pues no es la primera vez.

Sebastián miro mi rostro, palpó el moratón y se retiró a la cocina, al regresar trajo un hielo consigo y lo puso en aquel moratón, al principio dolió un poco pero despues fue reconfortante.

-... Y ¿tu madre?
Preguntó.

-Siempre cuando sucede esto ella se marcha donde mi tía.
Respondí.

Bestias Ancestrales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora