21-.Entre Los Mundos.

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Se sentían destellos, rocas explotando, como fuegos artificiales resonando a lo lejos, en las montañas, en las montañas de Laynaru, que desplomaban contra el piso congelado de ese territorio, pude sentir inmediatamente una onda expansiva de malestar, el planeta entero en desequilibro menguante. La equidad en los mundos se estaba resquebrajando como un vidrio golpeado con ira contra el suelo. Entonces mientras nos quedábamos allí mirando cómo se acercaba nuestro destino apareció una abertura cerca de la plaza, era un círculo mágico pequeño, un portal a Ashia, podía estar lejos pero aún así apestaba el olor de los demonios, cubrí mi nariz con la mano y logré ver como se escabullían los Doggarks, seguidos por el imponente alfa azul, el ejército trataba de detenerlos pero en realidad eran muy fuertes, la clave era matar al alfa para debilitar a los demás pero los soldados no podían atravesar a la jauría.

Tomé mi arco y embestí rápidamente en ayuda a soldados, disparé dos flechas de un solo tiro hacia uno de los Doggarks, cuando este cayó al piso llamé la atención de los demás y entonces disparé una flecha bomba al piso para desorientarlos, me escabullí por un espacio abierto y transformé una flecha en una navaja, brinqué unos metros antes del alfa mordiendo la empuñadura de la navaja y mientras estaba en el aire disparé flechas de hielo a su lomo para terminar con el golpe de gracia en la cabeza. Los demás Doggarks se volvieron más lentos y pude matarlos fácilmente de un flechazo limpio en la cabeza. Me puse a recoger las flechas metálicas que usé para guardarlas nuevamente en mi carcaj y llegaron los chicos.

-El G.P nos dijo que inhabilitemos el cristal de los portales elementales.
Dijo Aura reponiendo el aire por correr.

-¿cómo lo hacemos?
Pregunté un poco extrañado por el nombre.

-Pues entrando en los portales y llegando al cristal... Siempre hay un origen, o al menos eso dijo el g.p
Respondió Sebastián dudando un poco.

-Deberíamos estar combatiendo a Arghorok.
Refunfuñó Liessel cruzando los brazos.

-Lo sé, pero esto hará que no nos preocupemos por los pueblerinos, si detenemos los portales, detendremos a las hordas de Arghorok.
Explicó Aura.

-Está bien, vamos, ahí está el portal -apunté a uno metros delante de mi- sólo espero que no nos pase nada malo.
Dije encaminándome.

Mi yo de hace poco jamás hubiera hecho esto, mi yo de hace poco hubiera huido por temor ante lo que le esperara del otro lado, mi yo de hace poco hubiera temido por su vida, hubiera tenido vergüenza, hubiera estado paralizado ante la sensación de profundidad. Pero ahí estaba el actual, saltando sin pensar a donde iba llegar, sólo me aferré al arco como si fuera mi madre, salté con la sensación de hacer un mundo mejor para todos, un mundo seguro para mi madre, para las personas que aún tenían esperanza.

Dentro del portal pareciera como si las estrellas del universo vibrasen alrededor tuyo, como si una galaxia entera les rodeara y un viento seco les recorriera por el cuerpo. Pasaron unos cinco segundos en mi cabeza y ya había tocado tierra firme, caí de cuclillas a un suelo escarchado en nieve de cristal, brillosa y crujiente. Levanté la vista a un cielo oscuro como el crepúsculo, pero aún así con lo que parecía ser el sol: brillando en lo más alto. Todo parecía calmo, como su fluyera con lentitud pero ahí estaban los Doggarks que no se habían percatado de mi presencia, parecían dormidos, como entes esperando recibir indicaciones. Detrás de mí escuché el crujido de los cristales, eran los demás, al menos con ellos, la llanura de aquel mundo no se sentía tan lúgubre.

-¿Qué es esto? No reaccionan.- comentó Sebastián.

-Pareciera como fueran zombies en reposo.

Bestias Ancestrales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora