Adaptarse, aprender y sobrevivir

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Edwyn miró con desánimo el grupo de ramas secas que tenía a sus pies, eran la prueba de sus infructuosos intentos por encender fuego.

Había leído sobre cómo hacerlo alguna vez, pero no bastaba la teoría, el encender una fogata también requería de experiencia, la cual por supuesto no tenía. Ahora que se acordaba su papá trató de enseñarle una vez, pero como siempre, consideró sus lecciones demasiado estúpidas como para valer la pena, siendo honesto siempre despreciaba cualquier cosa que su papá quisiera enseñarle, que ganas tenía de golpear al Edwyn del pasado.

"No todas las cosas importantes se aprenden en los libros, Edwyn"

Que sabías sonaban esas palabras ahora, pero no le quedó más que resignarse, ese día no tendría fuego y no podría cocinar las setas que había recolectado, por fortuna su especie lo favorecía en lo que respectaba a alimentación.

Los gusanos eran carroñeros capaces de comer casi cualquier tipo de desperdicio o alimento sin problemas, incluso algunos de los hongos que serían tóxicos para otras especies a un gusano no le afectaban, gracias a esto estaba capacitado para comer alimentos crudos sin temor a enfermarse. Pero que pudiera comer cosas crudas no significaba que fuera agradable, y para un príncipe acostumbrado a los alimentos más exquisitos del reino, los hongos crudos eran un suplicio, más de una vez tuvo que aguantarse las arcadas y apagar el asco con agua. Al final logró comer un puñado de setas que no llenaba mucho, pero lo sació lo suficiente como para dejar la búsqueda de comida y dedicarse a la exploración.

Edwyn no estaba acostumbrado a los lugares tan abiertos, había pasado la mayor parte de su vida encerrado en el palacio, que si bien era enorme, no se comparaba con todo un territorio, además, los paisajes naturales eran algo ajeno para él, por lo que le costaba ubicarse, su único punto de referencia era la fuente de agua, todo lo demás era una escena en constante cambio, la mayoría de los hongos crecían y morían en pocos días, por lo que no eran algo fiable para usar de referencia y sin algo así, podía estar toda la vida dando vueltas en el mismo sitio pues el paisaje siempre se vería distinto. 

—¿Por qué no me podía perder en algún lugar de Tierras verdes? Al menos los árboles no cambian tan rápido y se pueden usar para ubicarse. —Se dijo a sí mismo.

Últimamente hablaba solo bastante a menudo. Si bien siempre había sido una persona algo solitaria, nunca había estado completamente solo, siempre tenía algunos momentos para hablar con la tía Kairi o el tío Big, o para pelear con Aster, pero ahora ya no tenía nada, jamás creyó decirlo pero los extrañaba a todos, incluso al odioso de Aster. Ahora solo anhelaba escuchar otra voz, aunque fuera la propia.

Ya llevaba tres días dando vueltas por Páramos Fúngicos y no había logrado alejarse mucho del estanque, era desesperante, por un lado agradecía tener la fuente de agua cerca, pero por otro lamentaba no haber progresado en su reconocimiento del territorio, todo era un desastre, no estaba hecho para ese ambiente salvaje, no sabía orientarse, tenía problemas para buscar comida, no podía pelear para defenderse, la única cosa que había aprendido en esos tres días era a esconderse, tapar su brillo con lodo y excavar.

Se había hecho una guarida cerca del estanque, un cómodo agujero en el suelo que agrandaba cada vez que tenía ansiedad, ahora ya era tan grande que podía dar la vuelta dentro, no era mucho pero era lo que le permitían sus capacidades, ya que sus extremidades quedaban adoloridas luego de cada excavación, aunque eso cada vez era menos.

—Excavar y excavar, es lo único para lo que servimos los gusanos —se dijo Edwyn mirando sus garras—. Pero soy un mestizo, esto no sirve para excavar, por eso soy tan lento, soy un adefesio inútil, ni siquiera valgo como gusano.

Y un pensamiento como ese era lo más nefasto que podía tener, pues los gusanos eran lo más bajo en Hallownest. Iba a morir, estaba convencido de ello, pero sus instintos de supervivencia lo mandaban a seguir luchando, y eso haría hasta el último suspiro, aún si eso lo condenaba a tener una muerte larga y agónica.

Y otra vez aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora