Y otra vez aquí

Y así Quedó Todo

Una escena usual transcurría por las calles de la villa mantis, un mantis enorme y bastante feo caminaba cargando una cesta con algunos trepasetas, era su aporte para mantener a sus hijos, él siempre había sido un padre responsable con sus crías y había tratado de involucrarse en su crianza, aún si la madre le tenía rechazo, aunque con los años su hostilidad hacia él había bajado mucho, ahora lo toleraba, no hablaban mucho pero de vez en cuando mantenían alguna conversación trivial. Pero las cosas habían cambiado bastante en los últimos meses, bueno, en realidad todo había cambiado mucho en los últimos meses con el ascenso de los nuevos Lords, y siendo la madre de sus crías una de las antiguas Lord, era obvio que los nuevos cambios también le iban a afectar a ella.

Había llegado a su destino y para su sorpresa Lavanda no estaba sola, estaba despidiendo a algunas visitas, justamente los tres nuevos Lords, que se deshacían en palabras de agradecimiento y reverencias, aún siendo una líder caída todos le tenían mucho respeto. Una vez que los líderes se retiraron Tash recién consideró apropiado acercarse a saludar, aunque la hembra fue la primera en hablar cuando lo vio

—¡Ah! Hola Tash— lo saludó la hembra, parecía de buen humor— ¿Hoy tocaba visita? Se me había olvidado, ven pasa.

La actitud de Lavanda solía ser más fría y distante, solo se suavizaba con la intervención de Orquídea, era una sorpresa que lo invitara a pasar y fuera tan amistosa.

—Perdón si la casa está algo desordenada —le advirtió en cuanto entraron—, antes vivíamos tres adultas aquí y ahora estoy sólo yo, me ha costado un poco adaptarme y a veces las tareas resultan abrumadoras, también eso hace que se sienta un poco solitario aquí —Esto último lo dijo con un tono de melancolía en su voz.

Y eso lo explicaba todo, la soledad la hacía anhelar compañía, incluso la de él.

—Al menos tienes visitas regulares —Observó Tash.

—¿Los nuevos Lords? No vienen tan seguido tampoco, sólo de vez en cuando para pedir consejo, gobernar es más que solo tener fuerza, también se requiere sabiduría, así que sin quererlo me terminé convirtiendo en una especie de consultora para ellos, son chicos agradables aunque los siento algo infantiles.

—Es normal, son bastante más jóvenes que tú, ni siquiera han tenido crías aún.

—Sí... Tener hijos a menudo te cambia la vida y te hace madurar de golpe. 

De pronto se escucharon algunos chillidos en una habitación del fondo.

—¿Me esperas unos momentos Tash? Tengo un asunto que atender.

—No hay problema.

La ex Lord se retiró unos momentos y aprovechó de llevarse la cesta de trepasetas a la cocina. Mientras tanto Tash se distrajo observando la casa, en verdad se veía bastante más sucia y desordenada que de costumbre, no era para menos, esta pobre hembra estaba cuidando sola de la casa, sus dos hijos y los tres de su hermana Lirio, que bueno que ya no tenía las tareas de Lord o le hubiera sido imposible. 

No pasó mucho rato para que Lavanda regresara con un par de tazas de té y cargando a un pequeño mantis que tenía una garra vendada.

—¿Qué le pasó?

—Nada grave, se lastimó por meter sus garras donde no debía, este mocoso es el más problemático de los tres hijos de mi hermana, tengo que estar pendiente de él todo el tiempo —Suspiró agotada—. Espero que Lirio regrese pronto.

—¿Cómo está ella?

—Según las últimas cartas que me envió Sharpy ha hecho muchos progresos, ya puede levantarse de la cama todos los días y está empezando a tener una rutina normal, dice que el siguiente paso será hacerla convivir con otros bichos pequeños para que pierda el rechazo de a poco. Ay mi pobre hermana, jamás imaginé que el trato de mi madre la había roto de esa manera y que su fortaleza era fingida, la hubieras visto Tash, luego de la batalla de los retoños, cuando se echó a llorar, quedó como una planta seca, tirada en un rincón sin querer comer ni hacer nada.